El vino ha sido un fiel compañero de la historia de la humanidad. Los expertos en la materia sitúan su origen en la Mesopotamia neolítica donde ya se lloraban las penas y se celebraba la vida regándola con vino. Desde allí, se extendió por todo occidente a través de la actividad comercial y colonial de griegos y fenicios, que en el siglo VI a.C desembarcaron en las costas catalanas con sus odres de piel de cabra. Posteriormente en tiempos del imperio Romano, Tarraconense, la actual Cataluña era la principal provincia productora de vino en el norte de la Península.
Ese papel central del vino en el desarrollo de la región se ha mantenido a lo largo del tiempo, de manera que esta “pata” de la trilogía mediterránea ha marcado de forma indeleble la cultura, tradiciones y forma de vida de los catalanes. Esto hace del vino catalán, una bebida única tanto por su enocultura asociada, como por la excepcionalidad de su ubicación geográfica y del terreno que dan lugar a una inmensa variedad de vinos.

Hoy el vino catalán sigue contando la historia, de sus orígenes profundos y remotos como las raíces de las vides retorcidas, pero también como los sarmientos, -que cada primavera se renuevan-, nos habla de la fuerza vital que recorre la enocultura catalana y que la impulsa a renovarse cada cosecha haciendo de Cataluña uno de los mejores destinos enoturísticos a nivel mundial.
Pero si aún te lo estás pensando aquí tienes 10 formas de descubrir Cataluña a través de una copa de vino:
1- Ni una, ni dos., ni tres…12 Denominaciones de Origen
En Cataluña pueden encontrarse nada más y nada menos que 12 Denominaciones de Origen (DO) que validan la calidad y particularidades de 11 vinos y el excepcional cava espumoso catalán.
Entre estas denominaciones de origen encontramos vinos únicos como la DO Costers del Segre una tierra vitivinícola de interior situada a más de mil metros de altitud o la DO de Empordà que toma su nombre de la colonia griega de Empúries, donde las cepas miran al mar cepas y mecidas por la tramontana, vinos excelentes de sus típicas garnachas: negra, roja o blanca.
2- Donde tradición y vanguardia se cruzan
Más allá de las denominaciones de origen, en Cataluña podrás encontrar una inmensa variedad de vinos gracias a la preservación de las pequeñas bodegas rurales y a la floreciente industria vitivinícola de las microbodegas, que brillan por su creatividad y osadía.
Tradición y vanguardia se cruzan en lugares donde pequeños productores conservan las técnicas ancestrales que han pasado de generación en generación creando vinos rústicos y agrestes, al tiempo que viticultores independientes establecen microbodegas que han ido ganando presencia en el panorama vinícola internacional con vinos de vanguardia que reinterpretan lo local.

3- Más que vino: cava y vermú
La influencia francesa se deja notar en esta tierra con el excelente cava espumoso catalán desarrollado a partir del perfeccionamiento del método champenoise. Pasear por las cavas subterráneas de la DO Cava donde reposan las vinificaciones de macabeo, xarel·lo y parellada es un viaje en el tiempo, que te lleva de los orígenes de este espumoso estado estrechamente ligado al Modernismo y su patrimonio.
También merece una mención la influencia italiana que se percibe en la importancia del vermut, un licor elaborado a partir de vino de buena calidad, destilados y hierbas aromáticas. La ciudad de Reus es el epicentro de la producción de este licor cuyo consumo junto al aperitivo es un ritual casi litúrgico.
4- Las catedrales del vino
A finales del siglo XIX la plaga de la filoxera supuso un reto para los viticultores catalanes, que a pesar del enorme desafío que supuso salieron reforzados de la crisis gracias al desarrollo del cooperativismo que impulsó la construcción de grandes bodegas eclécticas y modernistas. Por su majestuosidad y una relativa semejanza con los templos religiosos como la distribución del espacio en naves, o la utilización de arcos, bóvedas y elementos decorativos, el escritor Àngel Guimerà las llamaría catedrales del vino.
Las bodegas de la Terra Alta del arquitecto César Martinell (Valls, 1888 – Barcelona, 1973), discípulo de Antoni Gaudí, son un magnífico ejemplo del alcance de la enocultura que sin duda deslumbrará a los amantes de la arquitectura.

5- Ocio y divulgación para todos los gustos
Visitar las bodegas y viñedos, catar vinos, o charlar con enólogos y productores y propietarios son solo algunas de las actividades que pueden realizarse en las más de 300 bodegas abiertas al público en Cataluña. Estas bodegas y cooperativas permiten seguir el viaje de la uva desde la vid a la copa, disfrutando y aprendiendo de los secretos del vino durante el camino.
Junto a estas propuestas más tradicionales también se encuentra una amplia oferta de actividades experienciales como participar en la vendimia, dormir entre viñas, disfrutar de recitales y conciertos en bodegas, o visitas teatralizadas.
6- Enoturismo sin salir de Barcelona
Si estás en Barcelona, puedes disfrutar del vino y del enoturismo sin salir de la ciudad. En Collserola, el Ayuntamiento conserva la última viña productiva de la capital, testigo vivo de la tradición vitivinícola de la urbe. En Can Calopa, una masía municipal del siglo XVI, trabajan las viñas de donde salen los únicos vinos elaborados en la ciudad.
Y si todavía quieres más, tienes la DO Alella muy cerca de Barcelona, junto con la DO de Penedès y la del Pla de Bages a poca distancia de la gran ciudad.

7- Las rutas del vino
No obstante, seguir el rastro de los mejores vinos y recorrer las comarcas de las Denominaciones de Origen puede ser la excusa perfecta para descubrir el entorno rural y natural privilegiado más allá de la ciudad.
Las 9 rutas del vino de Cataluña son una alternativa que ofrece la posibilidad de disfrutar de una forma más activa recorriendo parajes únicos a pie o en bicicleta, aunque también cuentan con todas las comodidades para hacer turismo en familia. Seguir la Ruta del Vino DOQ Priorat, o la Ruta del Vino DO Penedès, entre muchas otras, es una manera única de conocer los vinos catalanes desde el origen.
8- Brindar y celebrar
En Cataluña se organizan más de 180 eventos enogastronómicos cada año. Celebraciones del la cultura y el buen vivir que reúnen festivales y propuestas culturales contemporáneas junto con fiestas ancestrales que muestran la riqueza del patrimonio inmaterial de la zona.
Por ejemplo en el meses de febrero puedes participar en las Jornades Gastronòmiques del Corder de la Terra Alta en las que los restaurantes de la comarca preparan menús especiales con la carne de cordero como base principal, y los combinan con productos de calidad de la zona como el vino y el aceite de oliva.

9- El mejor maridaje
El vino es el complemento ideal de la cocina catalana. Conoce otra dimensión de la enología de la mano de los mejores chef han sabido conjugar la tradición con la modernidad, el pilar sobre el que se asienta la gastronomía catalana. Una gastronomía mediterránea, creativa e innovadora que cuenta con 53 restaurantes con estrella Michelin.
También puedes disfrutar de los productos de Km 0 que ofrecen muchas bodegas del territorio ofreciendo a los visitantes menús asequibles y tradicionales que reflejan la riqueza y variedad de la cocina catalana.
10- El vino como símbolo de una forma de vida
Descubrir un lugar desde su gastronomía es quizá una de las formas de conocerlo más profundamente. La palabra “dieta” que normalmente utilizamos para hablar de los productos que consumimos regularmente, en realidad tiene un significado mucho más amplio y que revela su importancia. Este término proviene del griego “díaita” que significa “forma de vida”.
La dieta mediterránea encuentra en Cataluña uno de sus exponentes más particulares y diferenciados. Una especificidad que se manifiesta en su enogastronomía única, y por supuesto también en esa forma de vida que eleva los pequeños placeres.
En lo cotidiano de una buena mesa al sol, brindar con amigos, o mirar a través de una copa de vino se esconden momentos extraordinarios que están al alcance de la mano en Cataluña…apetece ¿verdad?
Fotos © Agencia Catalana de Turismo.