Los orígenes de la Feria de Abril de Sevilla se remontan al año 1846, cuando Narciso Bonaplata y José María de Ybarra pidieron la autorización para celebrar una feria ganadera anual en abril en la ciudad de Sevilla. Cuatro años después, además de acudir sesenta mil cabezas de ganado, se dieron licencias para 15 puestos de buñuelos, 34 de turrones y avellanas, y 93 para tabernas y agua. En 1864 se queman los primeros fuegos artificiales y los años siguientes se fue engalanando con farolillos de papel y globos de cristal, hasta que en 1893 se montan las primeras casetas. Desde entonces, la Feria es visitada cada año por cientos de miles de personas, además de personalidades internacionales y nacionales, desde reyes a intelectuales o artistas, y en sus calles ubicadas en el Barrio de los Remedios, un millar de casetas se llenan de todo tipo de personas dispuestas a disfrutarla. Te damos las claves de cómo hacerlo:
Conoce la Feria de Abril
Normalmente comienza dos semanas después de Semana Santa y suele durar una semana. Por ello resulta fácil planificar tanto el viaje, el alojamiento, como las actividades que podemos hacer en la Feria: ir a los toros, las excursiones, la visita a la ciudad… La Feria de día es más familiar, en ella los niños lo pasan genial vestidos de flamenca o de corto, viendo los carruajes y viviendo el ambiente. Hay un recinto al final de la feria al que se denomina «La calle del infierno», con atracciones como la noria o cochecitos. Los caballos y carruajes se van a las ocho de la tarde y, tras limpiarse todo, comienza la Feria de noche, donde parejas y amigos se visten elegantemente y las casetas se llenan grupos musicales.
El momento más especial, es la «Noche del Pescaito«, en la que hay una cena sólo para los socios, que suele caer en lunes. A las 12 de la noche se encienden las 24.000 bombillas de la Portada de la Feria, con lo que ésta queda inaugurada, momento en el que todo el mundo entra. La portada tiene cada año una temática, en 2017 será «Sevilla cultura universal», por el 25 aniversario de la celebración de la Expo 92, la Cartuja y el año Murillo. Las calles tienen nombre de torero (Antonio Bienvenida, Juan Belmonte…) y las casetas el que les guste a sus propietarios, como por ejemplo «Amigos de la caña». Parece una curiosidad, pero es costumbre que cuando los coches de caballos se paran en una caseta de amigos, el socio salga con la botella, por ejemplo de Tío Pepe y unas copas, y beben juntos, porque los que montan nunca se bajan del caballo para beber o comer.
Amigos para siempre
Además del título de una canción, es el espíritu de la Feria. No se entendería nada de lo que allí sucede si no es porque se comparte. Las casetas son para los sevillanos como la propia casa: allí se reúnen para acoger a sus invitados, donde les ofrecen su hospitalidad con música, comida, bebida y compañía. Quien está invitado nunca nunca tiene que abonar ningún dinero. Lo habitual es ir de una caseta a otra y que el que recibe dé a los que llegan: «gloria bendita». El concepto es: «vienes a mi casa, te ofrezco lo que tengo, charlamos, bailamos… y disfrutamos de la vida«. Hay casetas públicas a las que se puede ir pagando una pequeña cantidad, porque son de acceso libre, como las de los partidos políticos, diferentes distritos de la ciudad o sindicatos. Además, siempre acabas encontrando gente que conoces cuando paseas, porque el ambiente en la Feria es de generosidad. Conoces a alguien que conoce a alguien, e incluso si estas cerca de una caseta que te llame la atención y preguntas si puedes verla, te van a invitar. Quizá no puedas estar todo el día, pero sí un rato, y ver el ambiente…
Inmersión total
A la Feria de día hay que ir vestidos de flamenca las mujeres y de corto o de traje de chaqueta los caballeros. Es importante ser uno más e ir de forma adecuada. No hace falta comprarse el traje, ya que se puede alquilar, bien en Sevilla o prácticamente en cualquier ciudad antes de ir. Incluso hay un sitio en la Feria donde te cosen el traje si se te ha caído un volante. El traje de flamenca tiene que ser de flamenca, no de diseño. Debe llevar un mantoncillo de volantes o flecos. Es aconsejable que el peinado sea un recogido o pelo suelto, siempre adornado con una flor en la cabeza. El mantoncillo tendrá el mismo color que la flor. Sin embargo, a los toros no está bien visto ir vestido de flamenca o de corto.
Comer: tapeo y más tapeo
En los bares y restaurantes de los alrededores de la Feria, al igual que en las propias casetas, se toma una cocina informal muy andaluza con frituras, tortilla de patatas, ibéricos, en especial el jamón o la caña de lomo y los quesos, siempre acompañados de sus picos y regañás. Tapeo y raciones que en muchas ocasiones ya se llevan hechas, pero que en otras se cocinan en las propias casetas, en especial los guisos del día.
En el terreno de los mariscos los protagonistas son las gambas de Huelva, los langostinos de Sanlúcar de Barrameda o las bocas de la Isla de San Fernando, como se denominan a las pinzas de sus corpulentos y sabrosos cangrejos. Todo brevemente cocido y servido en fuentes que se pueden ir degustando según van llegando los invitados a la caseta.
Sobre las mesas, mientras estamos en animada tertulia, muy bien aliñados las aceitunas y boquerones, al igual que las papas, con un buen chorreón de aceite. Entre las ensaladas triunfa el Remojón de bacalao, que lleva bacalao seco, huevos duros, naranjas, aceitunas negras, cebollas tiernas y su correspondiente aderezo. Los guisos de carne: Cola de toro o el Lomo entomatado. El rey de los postres es el Tocino de cielo, aunque también se toman los famosos piononos y los pestiños. De madrugada aparecen «los calentitos», churros que los puestos ofrecen con chocolate y que, después de la fiesta, sientan muy bien.
Y para beber… Tío Pepe
Servido muy frío, Tío Pepe acompaña a la perfección a todo tipo de aperitivos y tapas de la Feria, en especial aceitunas, boquerones en vinagre frutos secos y jamón ibérico. Acompañante ideal de mariscos y pescados. Por su bajo contenido en ácido acético, combina muy bien con platos de acidez destacada como ensaladas con vinagreta, también cazón en adobo.
¿Quién es el Tío Pepe?
Fue en 1835 cuando el joven Manuel María González Ángel fundó González Byass encontrando apoyo para iniciarse en el fascinante negocio del Jerez en su tío materno, José Ángel y Vargas, Tío Pepe. Él fue quien le enseñó todo sobre el vino Fino hasta el punto de darle nombre a la solera fundacional en cuyas botas aún hoy puede leerse “Solera del Tío Pepe”.
¿Cómo se elabora?
Tan pronto como las uvas de Palomino llegan a la bodega, son prensadas suavemente. El mosto obtenido de este primer prensado se llama «mosto yema», y es considerado el más elegante y delicado.
Tras la fermentación, clasificación y fortificación al 15,5% el vino entra en la solera de Tio Pepe, donde pasará más de cuatro años en botas de roble americano siguiendo el tradicional sistema de “soleras”.
Durante este proceso el vino experimenta un envejecimiento biológico debajo de la capa de levadura conocida como «velo flor», que le da a Tío Pepe un color, aroma y carácter únicos.
La cata
Tío Pepe posee un pálido color dorado, parecido al topacio, limpio y
brillante.
De aromas punzantes y delicados, muy elegante, con un
bouquet potente con notas almendradas y notas de masa fresca de
pan, toques distintivos de «la flor».
En el paladar vuelven los recuerdosalmendrados, dejando una agradable sensación de frescor. Es completamente seco en con un postgusto largo y complejo.