Llega el invierno y con ello el frío, por lo que no hay mejor forma de entrar en calor que tomando unos buenos platos de cuchara sencillos y económicos. Pocas cosas sientan mejor que tomarse un potaje o un cocido hecho por tu abuela o por tu madre -y más cuando tu lo intentas replicar y te sale un churro-. Aquí te dejamos 5 platos de cuchara para que vayas abriendo apetito. ¡No querrás comer otra cosa durante el invierno!
Cocido: uno de los mejores platos de cuchara españoles
Sopa, garbanzos y carne, aunque siempre hay quién también incluye repollo, guindillas o berzas. Lo cierto es que en España hay mil maneras en las que preparar el cocido. Tenemos el maragato, típico de Castilla y León y conocido principalmente porque se toma en el orden inverso al habitual. También está el madrileño, el montañés… Y eso sin tener en cuenta que cada casa tiene su manera peculiar de hacer el cocido.
Aunque tal y como sucede con los platos más famosos de España, este no se libra de polémicas. El cocido también tiene sus propias discusiones: la sopa con la grasa o desgrasada, los garbanzos fuera o dentro de la sopa… ¿Y tú como lo prefieres?

Fabada asturiana: hay vida más allá del cachopo
Siempre que pensamos en Asturias se nos viene a la mente el dichoso cachopo. Normal es que los pobres asturianos se enfaden, ya que hay muchas recetas típicas de Asturias que merecen el mismo o más reconocimiento incluso. Tal y como sucede con la mayoría de platos de cuchara, las combinaciones son infinitas, no hay una composición fija ni un «11 de gala». De costumbre nos solemos encontrar la faba asturiana acompañada de morcilla, chorizo y panceta.
Aunque comer fabada hecha desde cero es un placer inexplicable, lo cierto es que en España tenemos siempre alternativas de calidad en lata que nos pueden sacar en más de una ocasión de un apuro. Para esos días en los que estamos muy atareados, este manjar enlatado se vuelve en nuestro mejor aliado.

Lentejas: o las comes o las dejas
Este dicho tan popular que hemos oído infinidad de veces de pequeños se sigue utilizando generación tras generación. Con las lentejas sucede una cosa en particular, y es que en nuestra infancia las solíamos odiar, pero conforme van pasando los años comenzamos a amarlas.
A todo el mundo le pasa lo mismo. Cuando venía nuestra madre con el cazo de lentejas a todos nos entraban mil horrores, pero cuando abandonamos el nido, las echamos muchísimo de menos.
Un consejo para los amantes del picante: sustituye el pimentón dulce por picante y ya verás con que regusto más bueno se quedan. Eso sí, no te pases porque si no vas a acabar echando fuego por la boca.

Potaje: el guiso más típico de Semana Santa
Seas o no religioso seguro que en cuanto se aproxima la Semana Santa estás como loco por comerte un buen potaje. Al contrario que la mayoría de platos de cuchara de la abuela, se toma con bacalao en vez de con elementos cárnicos, por lo que es un puchero perfecto para salir de la rutina e introducir componentes diferentes en nuestra dieta. Lo mismo sucede con las espinacas, odiadas por muchos pero indispensables en este manjar debido a que le aportan un toque muy especial. Y para los más puretas, medio huevo duro y ya tienes el potaje perfecto.
Seguramente que te hayas preguntados porqué solamente se toma el potaje en Semana Santa. No es más que para cumplir los preceptos religiosos de esta festividad. Como no se puede comer carne, los pucheros se hacen con verduras y pescado. A mediodía potaje, por la tarde de procesiones y luego unas torrijas, el menú oficial de la Semana Santa en España.

Sopa de ajo: el plato de cuchara castellano por excelencia
Y para acabar con este particular recorrido cucharero tenemos la sopa de ajo o castellana. Está hecha de caldo, pan, pimentón, laurel, ajo, AOVE y se termina con un huevo escalfado en el centro. Se considera un plato de aprovechamiento, tal y como sucede con otros tantos de la gastronomía española, porque se elabora con las sobras del pan de días anteriores.
En muchos lugares de España ha sido un almuerzo muy popular. Se solía desayunar un café a la salida del sol y horas después se comía la sopa castellana para mantener las fuerzas. En la actualidad se sigue tomando como desayuno en algunas regiones, como por ejemplo Zamora, tras las procesiones nocturnas.
