Entre paseos por la naturaleza, eventos culturales o rutas históricas es indispensable escoger bien qué comer. La visita a un nuevo destino es incompleta si no probamos su gastronomía. Y todavía más pecado tendría desperdiciar la calidad y gran variedad de productos que nos ofrece la cocina de la Costa Daurada. Una gastronomía atravesada por la influencia marina, pero maridada con calçots, aceite de oliva y vinos del interior. Una explosión de sabores y posibilidades que no deja indiferente a nadie.
Xató de Calafell y el Vendrell
Uno de los platos que aúna toda la tradición y producto de la Costa Daurada es el Xató. No, no es una ensalada cualquiera. Es una ensalada que se hace con escarola, aceitunas, anchoas, boquerones, bacalao… y, lo más importante, la salsa Xató. Para prepararla, lo primero es triturar almendras, avellana y ajo hasta conseguir una pasta suave. Ahora, el paso principal, añadirle la ñora o pimiento de romesco. Este toque es el que le da un sabor singular y diferente a esta deliciosa ensalada llena de sabor a tierra y mar.

Tan propio es el Xató de las comarcas del Penedès y el Garraf que existe incluso una ruta del Xató que atraviesa los pueblos de El Vendrell, Sitges, Vilafranca del Penedès, Vilanova i la Geltrú y Calafell. De hecho, en este último, año tras año en el mes de marzo se celebra la famosa «Xatonada Popular». Unas jornadas para celebrar la tradición, ya que el nombre de este plato está relacionado con el aixetonado de la bota de vino. Es decir, poner un pequeño grifo en el barril del vino para que corriese por allí el primer jugo de uva de la temporada.
Asimismo, los marineros de la región se arrimaban a la celebración con el mejor producto del momento. Una oportunidad sin igual de saborear la Costa Daurada.
Calçotada con salsa romesco
Aunque si lo que realmente estamos buscando es acercarnos a la tierra de la Costa Daurada a través de sus productos, los calçots son la mejor opción. Según la tradición, esta especie de cebolla tierna debe probarse con la Serra de Miramar de fondo, ya que es aquí donde se creó esta manifestación culinaria. De hecho, los calçots del Valls cuentan con Indicación Geográfica Protegida. Una vez llega noviembre empieza la temporada para este producto del Alt Camp que se alargará hasta abril, aproximadamente.

Lo verdaderamente singular de los calçots es la forma de prepararlos y comerlos. Los calçots se cocinan con las llamas del fuego, no con las brasas, y se dejan al calor hasta que toda la parte exterior se carboniza. ¡Ojo! Es muy importante dejarle las raíces para que no se queme la punta y para que luego sea más fácil limpiarlos. Una vez están negros por fuera, se retiran del fuego y se envuelven en papel de periódico para que el calçot se vaya cociendo por dentro con el propio calor que le queda.
El próximo paso se da ya sentados a la mesa, cuando toca retirar la capa carbonizada del calçot para descubrir la parte tierna del interior.
Y para acabar, un elemento crucial: untar el calçot en una salsa típica. dela gastronomía tarraconense que se elabora con sofrito de tomate, ajos, pan, aceite, almendras y avellanas tostadas y, por supuesto, ñora. Este último ingrediente es el que le da la personalidad a esta salsa tan peculiar. De hecho, la salsa es tan deliciosa que se vuelve complicado seguir la recomendación de comer los calçots con la cantidad justa de salsa de calçots.
Coca de recapte
El recapte es la provisión de alimentos que los trabajadores se llevaban para comer fuera de casa. Como en sus hatillos no podía faltar la coca salada, se ha conservado este nombre para la masa salada a la que se le añade la escavilada. Esta cubierta se compone de verduras asadas como berenjena, pimiento o cebolla con un chorro de aceite de oliva. Como cúlmen, y para añadir las proteínas necesarias para continuar con nuestro viaje por la Costa Daurada, se le añade arenques, sardinas, boquerones o incluso butifarra. Todos ellos, productos típicos procedentes del mar y la tierra de la Costa Daurada.
Este plato se extendió porque era muy sencillo y barato de preparar. Además, tradicionalmente se consideró un plato que no podía faltar en las festividades de la Costa Daurada. Este plato es fácil de compartir, está deliciosa a cualquier hora, se puede comer sentado o de pie y es perfecta para empapar esos tragos de vermut, vino o cerveza. Actualmente, se le conoce también como coca salada, cóc o coca de samfaina y se puede encontrar tanto en bares a modo de aperitivo como en cualquier pastelería de los pueblos que conforman la Costa Daurada. Definitivamente, es uno de los platos que conseguirá que te enamores de esta zona.
Arroz rossejat, el oro de los marineros de la Costa Daurada

De la tierra al mar, como no puede ser de otra manera en la Costa Daurada. Con el arroz rossejat o rossejat d’arròs nos desplazaremos hasta los botes de los pescadores de antaño, quienes preparaban este plato en alta mar con el pescado que no se podía comercializar. Con dicho pescado, se preparaba un sabroso caldo que se acompañaba de arroz. Como indica el propio nombre del plato, es fundamental que el arroz quede bien tostado o dorado. En la actualidad, el toque final se le da con un poquito de ali-oli.
Para su elaboración, primero había que preparar un buen caldo de pescado o fumet. El caldo de este guiso, que incluía patatas, tomate, cebolla y pescado, se utilizaba para cocinar el arroz; mientras que el resto se servía como primer plato, antes del arrosejat. A pesar de sus orígenes humildes, hoy podemos encontrar este plato en las cartas de los mejores restaurantes de los municipios de la Costa Daurada. Toda una joya de la cultura y la gastronomía del mundo marinero de la Costa Daurada.
Vermut de Reus
Las construcciones de estilo modernista y el vermut se desarrollaron de la mano en el Reus del S.XIX, gracias a la adoración que la clase burguesa profesaba hacia esta bebida de aperitivo. De hecho, uno de esos edificios alberga la colección del Museo del Vermú, dónde podrás conocer la historia, la forma de elaboración y los sabores de este elixir. Y así salir con todo el conocimiento necesario a recorrer las calles y vermuterías de la ciudad, mientras andas por la ciudad que vio crecer al genial arquitecto, Antonio Gaudí.

El vínculo entre Reus y el vermut viene desde finales del S.XVII, cuando la región se convirtió en el centro de la producción de aguardientes que distribuían al resto de Europa a través del puerto de Salou. Consecuentemente, fue en este punto de la comarca del Baix Camp donde apareció el vermut entorno a 1890. Aunque se producía a granel mucho antes, es en esa fecha cuando Joan Gili registró la primera marca de vermut. A él se sumaron poco más tarde Josep Boule y Enrique Yzaguirre; y desde ellos a las más de 50 marcas que existen a día de hoy.
Todo un abanico de posibilidades perfectos para maridar nuestra visita a la Costa Daurada.