¿A qué restaurantes volveríamos una segunda vez?

Eva Celada22/08/2012

Buscando documentación entre mis clásicos, uno de ellos es José Carlos Capel (no me duele decir que, junto con otros tres o cuatro, es uno de los mejores periodistas gastronómicos de este país y posiblemente del mundo), documentándome sobre uno de esos temas que se ponen de moda, pero que de verdad no existen, me he topado con un artículo delicioso del creador de Madrid Fusión, se llama: «Volver una segunda vez«. Él, como la mayoría de los que nos dedicamos a ésto, volvería una segunda vez a lugares que precisamente no son ni los más lujosos, ni los más premiados con estrellas, ni los que tienen los menús degustación más extensos.

Me identifico plenamente con su opinión; ya en el libro que escribió, «Las joyas gastronómicas», explicaba como aún se emociona con un descubrimiento pequeño o grande, nacional o internacional, y cómo son precisamente esos descubrimientos los que dejan huella en él. Es pavoroso cuando tras un menú de treinta platos no puedes casi recordar ninguno, y más aún casi no recordar lo que comiste en un restaurante donde el tiempo de explicación es más largo que el tiempo de degustación.

¿A qué lugares vamos los periodistas gastronómicos cuando no trabajamos? Esta es una pregunta trampa, porque lo cierto es que siempre estamos trabajando, por lo que la pregunta correcta es la de Capel: ¿a qué lugares volveríamos una segunda vez?

Se me ocurre a Seiruga, pequeño restaurante en la playa coruñesa del mismo nombre, a tomar unos calamares de potera o un arroz con bogavantes excelente; a Casa Solla, a volver a degustar su maravillosa merluza (Capel prefiere el soufflé), a Lucio en Madrid para disfrutar de su ensalada de escarola o de sus huevos rotos; y, como Capel, a Echaurren, porque ¡qué croquetas! También las gambas rojas de Quique Dacosta en Denia, que hacen de forma excelente en Samm en Madrid, donde la paella sigue siendo una maravilla. A mi lista incorporo la tarta de queso de Cañadío o las setas de El Empalme… Y como se que se me olvidan muchos sitios a los que volvería una segunda vez, añadiré más, poco a poco, a esta lista…

Les paso el artículo de Capel que pueden encontrar en su blog:

«Lugares donde he vivido experiencias que me han entusiasmado. Lo que más me ilusiona es pensar que la lista es escueta y me quedan muchas cosas por descubrir. Al restaurante Echaurren (Ezcaray, La Rioja) volvería a probar sus croquetas y la merluza rebozada; a la Bodega El Capricho (Jiménez de Jamuz, tierras de La Bañeza) la cecina de buey; a Quique Dacosta (Denia), las gambas rojas; a Sagàs (Barcelona) el bocadillo de pan con tomate; a Casa Marcelo (Santiago), el pan y los lomos de sardinas ahumadas; a La Penela (A Coruña y Madrid) la tortilla de patatas y la ternera asada; a O´Pazo (Madrid) las ostras y las filloas; a Nerúa (Bilbao) la ensalada de tomates mini; a Sacha (Madrid), los tuétanos asados; a Casa Gerardo (Prendes, Asturias) la fabada y el arroz con leche; a La Tasquita de Enfrente (Madrid) la ensaladilla rusa; a Papabubble (Barcelona) sus caramelos de Coca-Cola; a Casa Solla (Pontevedra) el suflé Alaska; a Ca L´Enric (Girona) la becada; a Asador Manix (Valladolid) el lechazo; a Casa Manteca (Cádiz) el fiambre de chicharrones; a El Charolés (El Escorial) el cocido; a Els Pescadors (Llançà en Girona) el suquet; a Moulin Chocolat (Madrid) los macarrons; a pastelería Totel  el panetonne; al hotel Ampurdán (Figueres) la “liebre a la royale”; a Churrería Ramón (Marbella) los tejeringos; a Alhucemas (Sanlúcar la Mayor, Sevilla) los boquerones fritos; a Casa José (Aranjuez) las alcachofas; a 33 (Tudela) la menestra; a Rodrigo de la Calle (Aranjuez) los arroces de verduras; a Naveira do Mar (Madrid) la merluza a la gallega; a Fastvinic (Barcelona) el bocadillo de perdiz escabechada; a El Campero (Barbate) el atún de almadraba; a Quimet & Quimet (Barcelona) sus conservas de pescado; a la pastelería de Oriol Balaguer (Barcelona y Madrid) los bombones; a La Botica (Matapozuelos, Valladolid), el helado de piña verde con espuma de piñón; a Arzak (San Sebastián) los chipirones en su tinta; al Hostal Landa (Burgos) la bollería y los huevos fritos con morcilla; al restaurante, bar Sagartoki (Vitoria) el ravioli de huevo y patata; a la pastelería Formentor (Madrid) las ensaimadas; a…»

Y vosotros, ¿dónde volveriais una segunda vez?