Aeroturismo: paseando entre las nubes

Muchos destinos nos proponen visitas en globo, helicóptero o avioneta para disfrutar de una perspectiva diferente que nunca olvidaremos o incluso podremos disfrutar de la gastronomía en altura.

Joaquín del Palacio27/04/2017

Sombra de un globo en el viñedo

La famosa pregunta, ¿prefieres ser invisible o poder volar?, sirve en muchos casos para saber algo más sobre la personalidad de cada uno. Querer ser invisible implica anhelar hacer cosas que no están bien «vistas», mientras que volar es un deseo ancestral que haría feliz a más de uno. En nuestros sueños a veces volamos buscando libertad o simplemente por el hecho de ver el mundo como las aves.

En un principio puede atemorizar o dar vértigo hacer un vuelo, porque la fuerza de la gravedad nunca falla pero, si el aparato está en buen estado y el piloto tiene suficientes horas de vuelo, lo lógico es tener una experiencia que jamás se olvidará. La oportunidad de ver los paisajes desde el cielo no se debe desaprovechar, porque la sensación es fascinante.

¿Realidad virtual?

Casalarreina desde el aireA través de la ventanilla de los aviones es fácil divisar algunos espectáculos singulares como diferentes tipos de nubes, ciudades a vista de pájaro, formaciones geológicas, cordilleras, el curso de ríos… Sin embargo, esas imágenes no transmiten sensaciones intensas porque parecen sacadas de una realidad virtual. No parecen reales. Otras imágenes de gran extensión son solamente visibles desde la altura a la que vuelan los aviones, como una perspectiva completa del estrecho de Gibraltar o una panorámica de la cordillera de los Andes, pero aún así dan poca sensación de estar volando, más bien parecen vistas a través de una pantalla.

Atardecer desde el aviónHacer que una escapada o una visita sea sensacional es conseguir un recuerdo único, y ésto significa que esa vivencia quede archivada en la mente entre las que nunca caduquen. Son tan intensas que parecen que se disfrutaron ayer mismo, porque se sintieron de tal manera que, aunque pasen los años, será fácil rememorarlas segundo a segundo. Una de las mejores experiencias es la práctica de uno de estos deportes del aire, por ejemplo, el parapente. Es bastante seguro y relativamente sencillo, si se tiene una buena forma física y sentido común. Es la mejor manera de conseguir la verdadera sensación de volar, pero si alguien no puede o no se siente capaz no importa, porque afortunadamente hay muchas otras opciones.

Si no se consigue tener la verdadera sensación de pilotar tu propio vuelo, siempre se podrá optar, por ejemplo, por la propuesta «Tierra y Aire» que ofrece la bodega Pago de Tharsys para recorrer sus viñedos en avioneta. Un espectáculo tal, que la actividad ha sido galardonada por ACEVIN con una Mención Especial en la categoría de Premio a la ‘Mejor Experiencia Enoturística’. Disfrutar de las vistas de los viñedos desde el aire es el mejor souvenir del viaje. 

Un balcón que vuela

Preparando el globoLa Rioja tiene un paisaje que, desde el cielo, parece elegido por el mejor pintor; el mejor modo de verlo es en globo y el momento ideal para volar y sentirlo es por la mañana, pronto. Óscar, el piloto de Globos Arcoiris, conociendo la dirección del viento, eligió el lugar perfecto para el despegue. Primero se ha de colocar la cesta tumbada, seguidamente se extiende la vela y se le aplica viento con el ventilador para que coja cuerpo. Después se encienden los quemadores y el globo tira de la cesta y la pone vertical. Ya está dispuesto para despegar con ocho viajeros y el piloto. El despegue es suave y lentamente se eleva… Divisamos hacia el norte Sajazarra con su castillo y, más allá, Cellorigo con sus agujas pétreas. Flotando sentimos el aire en la cara. Nos mantenemos a unos 5 ó 7 metros sobre el suelo para tener la sensación de vuelo, viendo perdices y liebres corriendo por los viñedos… Se pueden hasta contar sus zancadas.

Brindando en las alturas

Llegados a un punto Óscar decide elevarse. Calienta los 2.800 metros cuadrados de aire de la vela por encima de los 85ºC ¡Y a subir! 1000, 2000 y más de 3.300, pero son pies o sea, ¡volamos a más de 1 km. del suelo y la sensación nos impresiona! Se ve toda La Rioja Alta y la sierra de la Demanda de tú a tú: pueblos, ríos, sierras y los colores de los campos en el fértil valle del Ebro a vista de pájaro. El día soleado permite una visión perfecta, kilométrica y sin vértigo. A nuestros pies Casalarreina y Óscar, como en un ascensor, baja a varios metros por segundo, ubicándonos sobre los tejados, a pocos metros sobre ellos, para poder hablar con los alucinados casalarreiteros que ven cómo se les nubla el sol.

Es como si pudiéramos volar apoyados en la baranda del balcón, asomados, mirando la película que pasan bajo nuestros pies… Sobre el puente de piedra que cruza el río Oja, que da nombre a La Rioja, en Casalarreina, el globo se acerca. El viento empuja en la dirección perfecta. Cruzamos el puente sobre las farolas y en un momento dado el piloto «da un beso», rozando con la cesta el pasamanos del puente; es el recuerdo imborrable de un momento único, minutos antes de hacer un aterrizaje perfecto, fue como estacionar en vertical. Un vuelo sensacional e inolvidable, pero repetible.

No te puedes perder:

Sobre los tejados

  • Vuelo en globo sobre el paisaje de ciudades o campos, para tener una perspectiva diferente.
  • Visitar el restaurante panorámico Volvoreta en la planta 30 de una de las Cuatro Torres de Madrid. Es como volar.