Cuando te abren la puerta de una bodega del siglo XIII, con una botella en una mano, el sacacorchos en la otra y un «a entrenar iba, ¿vienes?», sabes que estás ante algo especial. Raúl, Rodrigo, Fidel y Carlos. Sin más… y sin menos. Estamos en Agrícola Labastida.
Cuatro hombres sencillos, accesibles y entrañables que, además de ser hermanos, comparten algo más que una bodega: el sueño de hacer, «simplemente», el vino que quieren.
Ésto, que a priori puede resultar fácil, no lo es cuando se conjugan el conocimiento de la tierra y el viñedo que atesora esta familia, con el afán de mejora e inquietud que les mueve. Reinventarse cada día es su sino. Cada día el vino evoluciona, cada día descubren que lo que antes criaban en madera nueva, responde mejor en la de segundo año. Que esta variedad ama la estabilidad del hormigón. Que aquella me pide cubas de 600, mejor que barricas de 225. Defienden la particularidad del pago. Y la tierra, la tierra y la tierra. El viñedo, el viñedo…y el viñedo.
Allá por el año 92 del pasado siglo, deciden dar un paso al frente con los viñedos de la propiedad familiar, y empezar a embotellar un vino de año sobre el que construir y sustentar las distintas pruebas y experimentos que seguirían. Tenían claro que su guerra no iba a ser el mercado del vino joven, pero ese tinto de año es la seña de identidad de la Rioja Alavesa, es el vino que se ha bebido en la región desde que se recuerda, y ellos, como buenos románticos de las tradiciones, no lo iban a denostar. Algún artículo dedicaremos en breve al vino de año de esta región.
Agrícola Labastida controla 30 hectáreas de viñedos, 24 de ellas en propiedad, en las localidades de Labastida y San Vicente de la Sonsierra, a los pies de la Sierra de Toloño. Para ellos hay tres parámetros principales en la elaboración de sus vinos: el suelo, la orientación y la variedad. Sus terrenos son principalmente arcillo-calcáreos, para la Tempranillo sobre todo, dejando los más arcillosos para la Garnacha. Trabajan con orientaciones sur-sudoeste mayoritariamente y distintas inclinaciones. Si la pendiente es muy fuerte dejan cubierta vegetal, para evitar el más que posible desgaste del suelo.
Graciano, Viura y Malvasía, la gran tapada de esta bodega, acompañan a las citadas anteriormente en la confección de sus vinos.
Tierra Fidel
Tierra Fidel nace de un viñedo exclusivo de más de 75 años de edad media, donde conviven hasta siete variedades blancas. Es un vino desconocido, en tanto que hay pocos parámetros para medirlo. Se elabora sólo a partir del mosto flor, tras una dura selección en viña de los mejores racimos. Fermenta alcohólicamente en cubas de roble francés de 600 litros, y se cría en esa misma madera durante 5 meses, con sus lías, y con batonages diarios. Esto le aportará estructura y untuosidad al vino, a la vez que una amplísima paleta aromática.
Nota de Cata
- Color: Amarillo pajizo, limpio y brillante
- Olfato: En nariz es bueno dejarle que se exprese. El abanico de aromas es interminable. Flores blancas y cítricos, (pomelo rosa, mandarina y naranja sanguina) con recuerdos de fruta blanca madura. Con un poco de aireación aparecen especias dulces (canela y cardamomo), acompañado siempre de un fondo mineral muy atractivo.
- Boca: En boca es graso, con muy buena estructura y marcada acidez, que alarga la persistencia del vino y ayuda a dejar una sensación fresca. Un vino de gran recorrido y perfecto para acompañar pescados azules, carnes blancas, caza menor, de pluma e incluso escabeches.
- Temperatura de Servicio: 10-12 grados para que coja después un poco de temperatura. Tomar a 13-14 grados.
- Alcohol: 13.5%
- Puntuación: 90+
- Precio: 25€