Los Palacios y Villafranca está situado a 30 km. al sur de Sevilla; cae cerca de Jerez de la Frontera, de Cádiz y también del Atlántico y el Mediterráneo; y, además, el Brazo del Este del Guadalquivir riega sus tierras. Esta zona ya era un paraíso en el siglo XIV y, debido a esa naturaleza que permitía la vida de muchas especies, Pedro I edificó allí su palacio de caza, que daría origen a Los Palacios.
Una historia singular
Los Palacios surgió en 1371 como una población de señorío y, poco a poco, empezó a crecer. El rey en 1501, viendo y temiendo el aumento de este municipio, lo limitó, creando otro que lo circundaba totalmente: Villafranca de la Marisma. Con esa peculiar relación continuaron durante siglos, hasta que en 1836 se unieron en un solo municipio: Los Palacios y Villafranca. De hecho, uno de sus símbolos, que figura en el escudo y en una de sus rotondas, es la imagen de dos paisanos dándose la mano, firmando la unión. Ese símbolo ha forjado el carácter conciliador y hospitalario de los palaciegos.
La ubicación del municipio, en el tramo bajo del gran río, le proporciona un paisaje de planicie y unas tierras fértiles, compuestas de limos y sedimentos arrastrados de casi toda la tierra andaluza. Además, este territorio se caracteriza por ser minifundista, algo extraño en Andalucía, lo cuál ha permitido una riqueza repartida.
Un «padre» líquido
El río Guadalquivir recorre 657 km. desde su nacimiento en la sierra de Cazorla hasta el océano Atlántico; drena gran parte de Andalucía y sus crecidas han arrastrado sedimentos suficientes para colmatar el lacus Ligustinus, que conocieron fenicios y romanos, y convertirlo en lo que ahora vemos: las marismas. Una parte de estos marjales forma el Parque Nacional de Doñana y la otra la constituyen fértiles tierras de cultivo, sobre todo, de arroz, girasol y tomate.
Las marismas componen uno de los ecosistemas más importantes en Europa para las aves. Es muy fácil atisbar muchas cebándose en las áreas cultivadas junto al Brazo del Este del Guadalquivir, es muy sencillo ver muchas aves acuáticas en estos humedales. Allí acuden garzas imperiales o reales, calamones, ibis o cigüeñas que se ven por doquier picoteando. A veces también, mirando en la distancia, se divisa el lento paso de grandes barcos que se adentran, rompiendo la línea del horizonte y remontando el gran río, hasta el puerto fluvial sevillano. Una imagen muy exótica.
El río riega cultivos, alimenta aves y, también, alberga peces… Y algunos terminan siendo pescados porque son manjares.
La atarraya es un arte de pesca cuyo nombre procede del árabe (significa arrojar) y se usa en aguas poco profundas, ideal para la marisma. Lanzando, con maestría, con estas redes especiales se pescan, entre otras especies, la carpa o el albur, que es un pescado rico que sirven en restaurantes locales.
Si no son demasiado grandes tienen un buen sabor, simplemente fritos o marinados.
httpv://www.youtube.com/watch?v=NaCT_n0jYZk
Flamenco, en la sangre

Una fusión de culturas occidentales y orientales, mezclando el estilo mediterráneo y la percusión africana, cantando letras de romances castellanos y coplas del sur, sintiendo tragedia y alegría repartida como su espíritu mestizo: gitano, blanco, negro… Así es el flamenco. Y, solamente en los grandes intérpretes reside el duende, que portan en su alma para transmitir sensaciones con sus palmas, bailes, sus instrumentos o, simplemente con su voz descarnada, que eriza el vello y estimula el corazón.
La tradición flamenca de Los Palacios y Villafranca es muy larga, la Tertulia Cultural Flamenca El Pozo de las Penas, la segunda más antigua de España, cuenta con una historia plagada de anécdotas. Por allí han pasado Antonio Mairena o Camarón de la Isla. En torno a un pozo se reúnen, cantan y viven el flamenco en toda su expresión; además, son escuela flamenca y los jóvenes como Juanelo o María Terremoto, ya estrellas, aprendieron de los mayores como Itoli, del que aflora el duende a pesar de su edad, cada vez que una guitarra entona una bulería.
Desde 1973 se celebra el Festival de la Mistela con un éxito rotundo en el que, durante tres días, llenan hasta la bandera el Teatro Municipal Pedro Pérez Fernández para ver, por ejemplo, a Amador Rojas, palaciego y autodidacta, taconear ante sus vecinos, que se emocionan cada vez que ven a su gran bailaor. Olé y olé.
Gastronomía de alto nivel
Tomando el arroz como base, no olvidemos que Sevilla es la provincia que más arroz produce, en Los Palacios y Villafranca se puede hacer una ruta arrocera degustando cuatro diferentes que preparan sendos restaurantes, que pugnan por situar al municipio entre los mejores destinos gastronómicos de la provincia. Muchos sevillanos optan por venirse aquí a celebrar sus bodas, sus comuniones o banquetes de todo tipo, por algo será…
El restaurante del hotel Manolo Mayo ofrece un arroz con perdiz que es dificil de igualar. Además este restaurante está en la Guía Michelin. Un restaurante que ofrece los mejores platos tradicionales pero también los más elaborados y, atención, en su carta se pueden disfrutar ostras frescas francesas o langostinos de 65 gr/pieza con vinos que están a la altura. El arroz con carabineros de Casa Juanma es, posiblemente, el mejor que se pueda tomar. Sabroso, en su punto y con sabores intensos que armonizan de maravilla con esos vinos blancos como la manzanilla. En el restaurante La Pachanga el arroz protagonista es el cortijero, un arroz que preparaba su madre en el cortijo en el que trabajaba. Una delicia con un sabor único e irrepetible. Y el arroz con bacalao y con el tomate de Los Palacios tiene que ser el del restaurante Casa Moral. Este restaurante ha ido creciendo y actualmente posee salones y terrazas suficientes para acoger bodas con suculentas viandas todos los fines de semana.
El tomate de Los Palacios cuenta con el sello de calidad de ser Marca Nacional Colectiva. Está muy rico porque sabe de verdad a tomate, y en todos los restaurantes presumen de tenerlo, lo añaden en cualquier guiso y aparece en todas sus cartas y menús. Las principales variedades son el genaro y el matías, aunque tienen otras que huelen y saben lo suficiente para ser los protagonistas de muchos platos como: ensaladas, salmorejos…
No te puedes perder:
- Comer en el restaurante Manolo Mayo y comprobar por qué está en la lista Bib Gourmand de Michelín como uno de los mejores por debajo de 35 €. Dormir en su hotel, su desayuno es de calidad. Destaca su variada carta y la multitud de referencias de su bodega.
- Tomarse un excelente zumo de tomate natural hecho en el momento en el bar No ni ná. Excelente.
- Probar la mejor y más peculiar «pizza» en el bar Morillo, hecha con pan pan, muy rico, y con el tomate de Los Palacios y un queso de primera. Otra de sus especialidades son los caracoles, los limpian muy bien y los preparan de maravilla.
- Comprar algunas mermeladas o el tomate frito de Tierra Palaciega porque están muy buenos.
- Para rematar cualquier comida hay que tomarse el Café Gourmet del bar Hollywood. No hay otro igual.