Las imágenes de la estación de trenes de Przemysl llenan, tristemente, los informativos. Hasta allí llegaron los primeros refugiados que abandonaron Ucrania y los polacos se han volcado dando muestras ejemplares de solidaridad. El lobby de la estación se ha convertido en el refugio de quienes huyen de las bombas y en la cafetería se ha montado un comedor para que no falte comida caliente. Otros puntos fronterizos de Polonia con Ucrania se vuelcan también de forma solidaria y acogen a miles de ucranianos que escapan del horror de la guerra.

Przemysl es la segunda ciudad más antigua de Polonia, después de Cracovia, y se encuentra en la región de Podkarpacie, al pie de los Cárpatos. Está situada a pocos kilómetros de la frontera con Ucrania, con conexiones ferroviarias y por carretera con el país vecino. Pertenece a esos lugares alejados de las principales rutas turísticas pero, una vez allí, sorprende con su belleza y encanto. Su historia se remonta a los albores del nacimiento del estado polaco en el siglo X aunque de esa época se conservaron pocos restos románicos (en la Colina del Castillo). Entre los más significativos cuentan el Castillo Kazimierzowski o el Palacio Lubomirskich; iglesias y monasterios católicos y ortodoxos, así como varias sinagogas. Debido a su situación geográfica y fronteriza, destacan los monumentos militares: la fortaleza Przemysla construida a mediados del siglo XIX y la zona fortificada de Molotov, de la II GM.

La ciudad fue pintada por el prestigioso arquitecto y acuarelista Tytus Brzozowski que en sus obras de muchas de la ciudades polacas refleja fielmente su arquitectura, añadiendo a la creación los elementos que aluden a a la historia, tradiciones y leyendas del lugar. El artista ha dibujado a un oso paseando: es el símbolo de la ciudad, que puedes encontrarlo en el escudo de Przemyśl, en la fuente o en la torre del Museo de Las Campanas y Pipas.