A menos de 100 km de San José, la capital de Costa Rica, existen algunos paisajes naturales que custodian importantes regalos para los forasteros.
La naturaleza costarricense es de tal magnitud que en solamente 51.000 km2 protege 27 parques nacionales que, debido al buen estado del medio y el buen trato que los ticos le dan a su tierra, aumentarán en los próximos años pasando seguramente de los 30. El Edén en la Tierra: mucha densidad de naturaleza en estado puro y protegida, muy segura en todos los sentidos y muy accesible. ¡Así es Costa Rica!
Café y manzanas
El cantón de Dota, en la provincia de San José, está demasiado cerca de la capital para ser tan auténtico, rural y selvático a la vez, pero cuando se conoce este país a nadie extraña que la naturaleza se desborde por cualquier lugar… Se derrocha la belleza y genera sorpresas a raudales.
Los cafetales abundan en Dota. Unos, más grandes que otros, muchos ecológicos y algunos orgánicos, estos últimos plenamente naturales, incorporados totalmente en el ecosistema circundante. Son difíciles de gestionar, sin duda, para ello hay que tener un gran conocimiento del medio. El cafetal de Tierra Amiga está tan integrado en la naturaleza como aquellos paisajes que encontrara Cristóbal Colón en su cuarto viaje, en el que arribó a esa costa ubérrima que le deslumbró y a la que bautizó como Costa Rica.

Entonces la agricultura precolombina se desarrollaba con el beneplácito de la madre naturaleza pero actualmente resulta complicado mantenerse con aquella filosofía por la competencia de la producción agrícola industrializada, aunque el producto final del café natural vence por su calidad y por su sostenibilidad. Qué sabores y qué aromas tan ricos posee el buen café; dicen los que entienden que es una bebida tan difícil de entender o incluso más que el vino. La calidad de su cultivo y la complejidad de su proceso se manifiestan en la taza al disfrutarlo, sobre todo, si se toma chorreado.
En el cafetal de Tierra Amiga se vive una experiencia muy bonita: sembrarás un cafeto que será tuyo de por vida, eso sí tendrás que recolectarlo tú mismo; molerás el propio café que inmediatamente después te tomarás por el sistema de café chorreado: se pone un filtro con el café molido y se le vierte agua hirviendo lentamente, de este modo demuestra su amplia gama de sabores y aromas. Beberlo allí, en pleno cultivo junto a los cafetos e inmerso en la selva escuchando los cantos de los pájaros, supone un placer y una experiencia inolvidable. Es el lugar ideal para sentirlo como jamás lo podrás sentir en otro sitio.
Tan fecunda y prolífica es esta tierra selvática de Dota que hasta da manzanas. Sí, aunque parezca mentira. ¿Y el otoño e invierno necesarios para que el árbol caducifolio tenga su ciclo y luego florezca y fructifique? Oldman, propietario de la finca Las Manzanas, nos desvela el enigma otoñal.

Él mismo provoca la fase de caída de la hoja, o sea el otoño, mediante nitrógeno. Cuando él lo estima, rocía los manzanos uno a uno… Esto da paso inmediato a su peculiar otoño, al poco de esa bajada de temperatura inducida las hojas mostrarán sus colores otoñales y el árbol se preparará para el invierno. Sin ello no fructificarían. Por cierto, las manzanas están riquísimas, nada que envidiar a las de zonas de climas más fríos, con invierno. Además esta finca produce muchas otras frutas, más sencillas de cultivar como, por ejemplo, los aguacates o los cítricos y todo esto se puede disfrutar, incluso descansando allí, en su pequeño hotel Las Manzanas Cabins, en medio del cultivo, una maravilla.
Las aves y el río
Uno de los ríos más limpios y diversos de Costa Rica es el Savegre. Su caudal salta jubiloso por las piedras de su cauce y solo con observarle se nota su limpieza, su transparencia, su vida y su extraordinaria diversidad. Es muy singular porque recorre más ecosistemas que kilómetros en su inclinado recorrido desde los 3.500 m hasta el Pacífico. Su cuenca es Reserva de la Biosfera y en su cabecera está el Parque Nacional Los Quetzales. En esos 40 km salta entre selvas intrincadas en las que a veces puede hasta helar debido a la altitud, estos bosques, bastante fríos para ser tropicales, son los elegidos por una de las aves más bellas y peculiares del mundo: el quetzal.
Su hipnótico vuelo se asemeja al movimiento de una serpiente, su porte elegante y su aspecto de peluche achuchable le encumbran entre las aves tropicales. Es hipnótico observarla comiendo frutillas o cómo despliega su cresta mientras gira la cabeza para mirarte fijamente. Pero no se va, se queda… y le verás largo rato, hasta que el sol empiece a calentar, entonces el quetzal desaparecerá. Quedan pocos pero en esta zona de Costa Rica se ven con relativa facilidad y como no tienen miedo del humano, permanecen tranquilos y a pocos metros. Es de los mejores espectáculos que se pueden ver hoy en día, sin duda.
Si esos pocos metros para observar aves nos parecen muchos, ¡convirtámoslos en centímetros! En la misma carretera que recorre el río Savegre, pero aguas arriba, se ubica la soda de Miriam, donde se comen ricos manjares tradicionales como, por ejemplo, la trucha. La preparan de maravilla, para repetir. Dentro se está bien pero, sobre todo, donde se disfruta como en ningún sitio es en su mirador, no tiene par con esas vistas inigualables; pero aún es más alucinante el comedero de colibríes que ha instalado en la terraza donde acuden constantemente a libar decenas de colibríes.

Estos pequeñajos plumíferos poseen un metabolismo tan rápido como sus latidos (unos 1.000 por minuto) y su aleteo (unos 60 por segundo), por lo tanto han de ingerir su peso en la bebida que proporcionaba la inmortalidad a los dioses griegos: néctar. Los colibríes no logran la inmortalidad pero consiguen el vuelo más acrobático y espectacular que un ser vivo ha logrado en toda la evolución biológica. Y en la soda de Miriam se pueden ver varias especies, de diferentes colores, tamaños y formas de pico, a escasos centímetros. Pasan continuamente, escuchas el zumbido de sus alitas y hasta se siente el aire que desplazan. ¡Inolvidable!
En medio de la selva

El valle del alto Savegre está repleto de alojamientos y restaurantes para no tener que salir del paraíso, para no cesar en la inmersión natural, para que la experiencia sea absoluta.
Trogon Lodge se ubica en una zona en que el estrecho valle del Savegre se abre, un poco nada más, sus bungalós de madera están en plena ladera integrados entre la vegetación selvática, mientras, abajo, suena el alboroto fluvial. Y las aves, despertadores al amanecer… Mejor que cualquier tono de la alarma del móvil, por cierto, la cobertura solamente en los espacios comunes: recepción, bar o restaurante, donde, por cierto, se come o se desayuna bien.
La soda de Doña Marlen es el lugar indicado para ver el quetzal al amanecer y luego tomar un típico desayuno tico haciendo tus propias tortillitas de maíz, mientras en el fondo del valle suena el Savegre brincando entre las piedras.
Si se prefiere un hotel de cuatro estrellas con un restaurante excelente y suficientes comodidades la elección puede ser el hotel Savegre. También junto al río y con todo el encanto de la naturaleza plena rodeándote.