Alguna vez, en una zona alejada, te sorprende un restaurante. De pronto, descubres un lugar donde se come bien, a precios moderados y con un servicio bueno, generalmente familiar. Pero no es fácil, y mucho menos en las grandes capitales, donde comer bien cuesta no sólo dinero, sino también encontrar el sitio adecuado.
Nos lo comentaron y no terminábamos de creerlo, así que nos fuimos a comprobarlo; en una calle bastante escondida, cerca de la plaza de toros de Las Ventas, se encuentra un bar-restaurante regentado por el cocinero Pedro González de Castro y su esposa Merche González, que algunos fines de semana cuentan con un ayudante, y donde se oferta una cocina de mercado con producto de alta calidad e inmejorable relación calidad-precio. El lema que aparece en la parte superior de su fachada es toda una declaración de intenciones, que hemos utilizado en el título de este artículo: «Cómida y bebida básicamente buena».
Nombre: La Cuadrilla
Dirección: Calle San Emilio nº 6, Madrid
Teléfono: 91.2333412
Página Web: www.barlacuadrilla.es
Tipo de cocina: Creativa de mercado
Entorno: La barra y las mesas forman un todo común, estas últimas están perfectamente vestidas. Hay un espejo con los últimos vinos que aconseja el establecimiento. El comedor tiene una capacidad máxima de 25 personas.
Servicio: Muy atento, a veces te atiende el propio cocinero.
Accesibilidad: Buena
Ambiente: Gente del barrio y algunos que se han enterado y van, incluso de otras zonas alejadas y de otras ciudades.
Aparcacoches: No
Precio: Menú del día 9 euros en días laborable, y 11,50 euros sábados y domingos. Menú degustación por 25-30 euros.
Fecha visita: Cena, 28 de Julio de 2010
Cocina:
Nos ofrecen la carta en un pequeño tríptico, pero pedimos que nos aconsejen. Comienzan dandonos unas Croquetas de cabrales (7 euros) deliciosas, con un rebozado finísimo crujiente, el interior con un delicado sabor a queso. Después tomamos Ajoblanco malagueño con mosto de melón y redución de Pedro Ximénez, que tiene un suave y ligero amargor que le hace muy refrescante. Continuamos con una Ensalada templada con helado de boletus y aceite de mango, demasiada hoja verde y poco juego de texturas, aún así muy correcta; el helado en su punto. Le siguen unas Cocochas rebozadas con aceite de pimiento y ajo frito, que técnicamente están perfectas.
Tiempo ahora para el Bonito del norte con compota de tomate, aceite, aceitunas cacereñas y aceite de albahaca (13,50 euros): impresionante, en su punto, uno de los mejores que he tomado en los últimos tiempos. Podríamos estar en un restaurante de una estrella, a tenor del plato. Le sigue un Solomillo de cebón sobre traten de patatas y salsa de foie y oporto: perfecto para los amantes de la carne, magnífica calidad de la misma, y la salsa suave pero con sabor.
El postre es una degustación, pequeña pero representativa, de los postres, la mayoría caseros, que hace el cocinero: lo mejor, el Arroz con leche, muy buena también la Tarta de manzana y la Piña caramelizada.
El servicio, limitado por la falta de personal adecuado, pero muy cercano y agradable. El pan, de barra, bastante aceptable, al igual que vajilla, cristalería y mantelería. El restaurante tiene una estupenda bodega para sus dimensiones. También disponen de un club de vinos y catas.
Observaciones:
Los fines de semana hay que reservar, suele estar completo. Aunque hay carta, es conveniente pedir las recomendaciones del chef, ya que el restaurante hace cocina de mercado pura: compran cada día en el conocido mercado de Ventas.
Calificación:
Lo increíble del restaurante no es que sus precios sean muy razonables, incluso económicos, sino la calidad de los productos y la creatividad en las preparaciones a semejantes precios. Lo más caro de la carta son la Mollejas de cordero lechal con ajito frito y los Boletus con Foie de pato fresco, ambos a 15 euros; un Rabo de buey estofado al vino tinto 10,50 euros o un Timbal de morcilla con patatas 8,50 euros. El menú de fin de semana vale 11,50 euros, existiendo además un segundo menú que incluye cochinillo y que tiene un precio de 23,50 euros. Y todo está delicioso.
El cocinero justifica esta moderación económica porque no tienen personal contratado y porque trabajan muchas horas cada día. La calidad de su cocina, la ténica depurada en sus preparaciones, es obra de su talento. Gonzalez de Castro tenía el sueño de establecerse, dejar de trabajar para otros restaurantes y lo ha conseguido. El sueño de nosotros como comensales es poder disfrutar de su cocina… y que dure. En relación calidad precio tiene un diez, y con otra decoración podríamos decir que es como el bistró de cualquiera de los grandes.
Puntuación:
7/10
Galería fotográfica:
- Degustación de postres caseros
- Solomillo de cebón sobre traten de patatas y salsa de foie y oporto
- Bonito del norte con compota de tomate, aceite, aceitunas cacereñas y aceite de albahaca
- Cocochas rebozadas con aceite de pimiento y ajo frito
- Ensalada templada con helado de boletus y aceite de mango
- La fachada de La Cuadrilla incluye toda una declaración de intenciones