Trabajar en un viñedo con vistas al mar es un verdadero regalo. Un regalo del que Clara Verheij y su marido André Both disfrutan cada día. Sin haberlo pensado mucho, ambos acabaron creando Bodegas Bentomiz, enmarcada en el abrupto paisaje de la Axarquía de Málaga. Este particular terreno y su modelo respetuoso de producción da como resultado vinos frescos, especiales y elegantes perfectos para cualquier ocasión.
Cómo comenzó Bodegas Bentomiz
Clara recuerda con nostalgia cómo llegaron a España esta pareja de holandeses allá por el año 1995. Su intención no era crear una bodega, ni mucho menos. Ella era traductora y él arquitecto. Sin embargo, el lugar que escogieron para vivir, les cambió los planes. La casa malagueña en la que se afincaron estaba rodeada de viñedos. Viñedos muy antiguos, entre los 80 y los 100 años, con bajo rendimiento pero de altísima calidad. Algo que descubrieron era común en todos los hogares de alrededor.

Observaron, conversaron y aprendieron de sus vecinos en La Axarquía. Finalmente, decidieron construir su propio lagar (siguiendo el patrón tradicional y antiguo) para ponerse manos a la obra y crear vino de autoconsumo como hacían el resto de las gentes. Durante 7 años, fabricaron un vino casero, sin mucho control; sin embargo, en 2003 vieron que su vino era lo suficientemente bueno como para profesionalizarse y aplicar métodos de control.
En ese momento, Clara comenzó a tomar nota de auténticamente todos los parámetros. Estos cuadernos ahora configuran lo que ella denomina sus «biblias gordas para poder consultar todo aquello que se hace año tras año«. En 2004, consiguieron sacar al mercado el primero de sus vinos, que a día de hoy siguen coercializando: Ariyanas Naturalmente Dulce. Iniciando así el exitoso proyecto de Bodegas Bentomiz.

Una uva y una tierra singular
Bodegas Bentomiz comienza con un objetivo claro según cuenta Clara: «Hacer justicia a la gran uva de allí«. Por ello, las cepas que se cultivan en su Finca El Almendro son la uva Moscatel de Alejandía y la uva Romé. Ambas variedades muy características del viñedo de Málaga. De hecho, la uva Romé es autóctona de La Axarquía y solo allí la podemos encontrar. Ambas son «vides de monte» cultivadas en vaso.
Ahora bien, lo singular de la producción de Bentomiz no se queda en la uva; sino que el terreno en el que se ubica es inigualable. Un cultivo en altitud y casi en la orilla del mar. Las cepas se ubican entre los 500 y los 800 metros de altitud. Hasta allí llega la brisa del Mar Mediterráneo, mar que se vislumbra entre las vides, ya que está a 7km de distancia de la bodega. La salinidad marina se asienta en el terroir de pizarra salpicada con cuarzo. Este factor otorga una gran mineralidad a los vinos, característica que se ha convertido en el hilo conductor de la producción Bentomiz.

En busca de un equilibrio natural
«Queremos tener vinos frescos y elegantes en una zona calurosa» sentencia Clara como principio rector del trabajo que se realiza en Bodegas Bentomiz. Y no solo eso, además, su filosofía defiende en compromiso con el entorno. En primer lugar, el compromiso con el medio natural que los rodea produciendo vinos ecológicos; sin uso de pesticidas ni herbicidas. En adición, su gama de vinos blancos son, como el nombre indica, naturalmente dulces. Esta calificación se debe a que no se fortifican con alcohol añadido. Únicamente se aumenta la gradación a través del deslío y un choque de frío (-3ºC) para frenar la fermentación. Todos sus vinos rondan los 13º de alcohol solo con componentes naturales.
Pero el entorno es más que el medio natural, también forman entorno las personas que trabajan y viven alrededor de la finca. Las hectáreas de Bodegas Bentomiz no son suficientes para cubrir su demanda productiva, por ello, el resto de uva se compra a pequeños productores locales; cuya tierra y método de trabajo sigue los principios de la bodega. Clara remarca el compromiso con «las mujeres que potencian el medio rural. Aquí trabajan muchas mujeres dedicadas al vino«.

Este equilibrio entre lo tradicional, lo autóctono y métodos modernos menos invasivos es lo que los ha llevado a lo más alto del mundo vinícola. De hecho, no son pocos los restaurantes Estrella Micheli que cuentan con vinos de Bodegas Bentomiz en su carta. Estar en El Celler de Can Roca es una de las cosas que más ilusión le hace a Clara porque «En Can Roca nos consideran un ejemplo muy bueno de vino blanco seco de la Axarquía malagueña«.
Ariyanas Seco sobre Lías Finas: el que lo engloba todo
Para Calra, escoger entre uno de los vinos que producen es como escoger a un hijo favorito: misión imposible. Sin embargo, ante la insistencia de la periodista, acaba decantándose por uno: Ariyanas Seco sobre Lías Finas. El motivo es que refleja muy bien las peculiaridades de la tierra en la que crece y se produce. La estructura que tiene este vino se debe a su proceso de elaboración. Ocho meses de crianza sobre las propias lías de la uva para dar cuerpo al vino, pero con una presencia diferente a la barrica.

Ariyanas Seco sobre Lías Finas es un vino muy aromático, en el que no solo sobresale la uva moscatel; sino que es mucho más complejo. Tanto en el olor como en el sabor podemos detectar otros elementos propios de la tierra malagueña, como el azahar, la hierba de montaña o la mineralidad de la sal mediterránea. En boca es seco y tiene un posgusto amargo, agradable y salado. Este vino es perfecto para maridar pescados y mariscos; pero, además, comida japonesa, carpaccios o ceviches. Escapando de cualquier convencionalismo haciendo uso de la tradición más arraigada.