El Valle del Cuco es un conjunto de municipios de la provincia de Valladolid por los que merece la pena perderse. Entre las carreteras, al pasar por Curiel del Duero, nos topamos con una preciosa Bodega moderna que, lejos de romper el paisaje, parece convivir en plena armonía con él. Con la innovación e investigación vitícola por bandera desde sus orígenes, las Bodegas Comenge trabajan por trasladar todo el carácter de sus viñas a sus vinos.
Historia de la bodega
Desde Miguel Comenge, pasando por Jaime Comenge hasta Álvaro Comenge, actual propietario de las bodegas, el vino ha ido siempre ligado a este apellido. Aunque no siempre en la misma forma. Don Miguel Comenge, precursor de esta pasión por el producto, jamás plantó una viña. Sin embargo, fue autor del libro «Los vinos españoles«, publicado en 1945. En él, hablaba de agricultura, enología y viticultura para estudiar esta bebida como un producto nutricional más, desde sus conocimientos de bioquímica.

La obra fue un hito para una nueva comprensión del vino. Pero fue Jaime Comenge quien en 1999 compró las primeras tierras en la Ribera del Duero y puso en marcha el proyecto de las Bodegas Comenge. Mano a mano con Rafael Cuerda, el enólogo actual de la bodega, Jaime Comenge fue el precursor de muchas innovaciones en el mundo de la viticultura en la Ribera del Duero, como por ejemplo: introducir espalderas más altas para que los racimos estén mejor aireados y les de más el sol para evitar plagas.
En la actualidad, lo que comenzó siendo una pequeña producción de unas 34 hectáreas, ha triplicado su extensión bajo la gestión de Álvaro Comenge, la tercera generación. Aunque los rendimientos siguen siendo bajos, para poder analizar cada producto como algo único.
Identidad y filosofía de Bodegas Comenge
Álvaro Comenge lo tiene claro y asegura que el objetivo es «lograr vinos con un perfil elegante y agradable de la forma más natural posible«. Recalca que uno de los valores inculcados en la familia es la sinceridad y la honestidad; tanto en la forma de trabajar como en el trato con el cliente. Asimismo, esa familiaridad es otro de los pilares; algo que no es de extrañar cuando la mayoría de la plantilla trabaja con ellos desde que se inauguró la bodega.

Uno de los lemas estrella de Bodegas Comenge es: «Todo empieza en la viña«. Pero, ¿qué quiere decir esto? Con esta sentencia, lo que se quiere transmitir es que en Bodegas Comenge se hacen vinos de finca, en un paisaje concreto, en un clima concreto y en una tierra concreta. Esto hace que el vino no sea igual todos los años, aunque se mantenga la finura como hilo conductor.
Por otro lado, transmitir lo que ocurre en el viñedo cada año permite distinguir el vino producido en la región vallisoletana de la Ribera del Duero. A diferencia de los vinos que se producen en la zona de Burgos, por ejemplo, los vinos Comenge mantienen notas de mineralidad y un aspecto menos frutal que sus homónimos. Todo porque las vides enraizan en un terreno con mayor presencia caliza.
La innovación: eje conductor del proceso productivo.
En Bodegas Comenge se enorgullecen de poder asegurar que su cultivo está certificado por la Unión Europea como cultivo ecológico. Y no es para menos, dado que esté sello es el premio a años y años de investigación y colaboración con Universidades como la Politécnica de Madrid.
Se estudia e intenta mejorar gracias a la ciencia en todos los ámbitos del proceso productivo. En el caso del cultivo, actualmente, se está investigando sobre la altitud a la que se debe plantar. Se prueban nuevas orientaciones y otras altitudes como método de lucha contra el cambio climático. El objetivo es buscar frescura para evitar vinos tintos muy pesados, por una maduración temprana de la uva.

Sin embargo, el punto fuerte de las Bodegas Comenge se esconde tras sus estudios sobre levaduras y fermentos. De hecho, las bodegas poseen tres patentes mundiales relacionadas con investigaciones sobre cómo hacer más natural el vino y conseguir controlar su fermentación. A través del análisis exhaustivo de diferentes levaduras que viven en la vid, han seleccionado cuál de ellas es la mejor para obtener y resaltar las cualidades del vino. En Bodegas Comenge, conocen el efecto concreto que cada levadura tiene sobre el resultado final.
Finalmente, uno de los detalles destacables es que ninguno de los barriles tiene una antiguedad mayor a 3 años. Todos son de roble francés y dependiendo del vino que se quiera conseguir los tiempos varían, pero para garantizar una buena oxigenación los barriles se renuevan cuando cumplen los tres años.
Don Miguel Comenge y El Origen: un vino especial y otro esencial.

Si Álvaro Comenge tuviera que hacer un regalo especial, no duda ni un segundo: «Regalaría Don Miguel Comenge, es el regalo más especial«. Y no es de extrañar, ya que el vino que lleva el nombre su abuelo; quien inculcó la pasión por el vino. Una esencia que permea a través de la frescura y la elegancia de este vino tinto. Este producto se caracteriza por un intenso color y mucha potencia aromática, llena de matices dritales, florales, especias, cacao… toda una delicia elaborada con uvas cosechadas en Pesquera de Duero, lo que le da toda singularidad.
Ahora bien, si queremos algo para beber todos los días y para poder maridar cualquier tipo de comida, la recomendación es El Origen. Este vino fue creado para demostrar todo el encanto y la potencia que tiene el Tempranillo. El Origen fue el primer vino elaborado por Bodegas Comenge en 2001, tras su primera cosecha. De ahí que mantenga la esencia del negocio familiar enmarcada en un vino versátil con toques afrutados pero sin perder un ápice de elegancia.