Bodegas Roda y la década prodigiosa

La bodega riojana realiza una cata vertical, con vinos de 10 añadas, que permite comprobar cómo cada vino se ve afectado por las condiciones climatológicas.

fsedeno13/05/2015

Vino de 2008 de Bodegas RodaLa riojana bodega Roda nos ha cogido de la mano y llevado de paseo por la primera década del siglo XXIen una cata vertical de sus vinos, con el valor añadido de analizar y explicar las condiciones climáticas que afectaron a sus viñedos desde el año 2000 al 2009. Una década de vinos en la que podemos percibir la influencia del clima, en la que se explican conceptos como el de añada meteorológica y donde se puede comprobar el resultado final en sus vinos.

La cata demostró que el reto de lograr un producto de calidad homogénea, con un estilo reconocible, en la línea que los consumidores puedan apreciar y valorar en una bodega, no es nada fácil. Pero Roda lo logra bastante bien, a pesar de las variables condiciones climáticas que cada año se dan en la viña.

Es una bodega joven y moderna, con 19 añadas en el mercado y situada en el barrio de la estación de Haro, el lugar con más densidad de bodegas del mundo. En sus aproximadamente 20 años de existencia, según explicó Agustín Santolaya, su Director General y usando sus palabras, se han visto adelantados por la derecha y por la izquierda por otras bodegas que se han hecho abanderadas de las innovaciones. Una historia en la que siempre han apostado fuertemente por la calidad de la uva, incluso sorprendiendo en los inicios.

Para su primera vendimia se anunciaron en la zona de Haro, indicando que compraban uva de cepas viejas, que no importaba el precio y que incluso ellos se podían ocupar de la vendimia y el transporte. Conceptos entonces atrevidos y lejanos a las prácticas del viticultor, pero que les sirvieron para encontrar rápidamente proveedores para las uvas buscadas. Respondieron viticultores mayores con cepas muy viejas y en vaso, circunstancias que se ajustan a la filosofía de la bodega, iniciando entonces una relación estable entre productor y bodega, que en la mayoría de los casos, continúa hasta la actualidad. Esta apuestaen la que Roda fue uno de los primeros jugadores, se demostró con el tiempo ganadora, dando paso a esa nueva expresión riojana, buscando vinos más intensos, tendencia que ha resultado muy secundada, llegando a convertirse en moda y haciendo cambiar en buena medida el estilo de los vinos de Rioja.

En la actualidad, la bodega maneja unas 120 hectáreas de viñedos, de las que 70 son propias. Trabaja apoyándose en la cubierta vegetal de las viñas, usándola como protector de los suelos y como colchón para equilibrar los desajustes hídricos. En época de sequía, conviene prescindir de ella, pero en los momentos más húmedos viene bien para regular la humedad, incluso como soporte para los insectos, que son capaces de controlar las plagas, además de aportar nutrientes al suelo, especialmente en el momento en que se decide eliminarla, permitiendo que el ganado ovino de la zona entre en las viñas y coma las hierbas que crecen junto a las vides, dejando sus excrementos como abono.

Cuenta con 17 zonas de cultivo distintas, cada una con sus características de suelo y orientación diferenciadas, preocupándose de vinificar las uvas de cada zona de forma diferente, siempre en tinas de madera y usando levaduras autóctonas. Para la crianza usan roble francés con un 40% de barrica nueva, aproximadamente, con unas crianzas medias de 14 meses para los Roda y de 16 para los Roda I.

Vista de las Bodegas Roda, en La RiojaLa cata se centró en sus Roda, los vinos de perfil más de fruta roja, aunque los dos primeros los etiquetaron como Roda II. Fue a partir del 2002 cuando la bodega empezó a denominarlos Roda, a diferencia de los Roda Ique son los vinos con más sensaciones y complejidades de fruta negra, que es como actualmente se continúan etiquetando. La cata se centró en los vinos más susceptibles de mostrar las diferencias que el clima aporta a la bodega, que resultan algo más sencillos, ya que los Roda II muestran más complejidades, fomentadas en parte por la barrica, que de algún modo, pueden enmascarar el perfil climático visible en los vinos.

La cata fue excepcional. No es habitual encontrarnos en una cata vertical de 10 años de la historia de una bodega, sin saltarse ningún año, demostrando absoluta honestidad, ya que no se cayó en la tentación de ocultar los periodos de menor calidad. Esto permite valorar la línea de personalidad, haciendo ver las diferencias entre ellos, con el análisis detallado de las circunstancias fenológicas ocurridas en la añada meteorológica, que comienza y acaba con la vendimia.

Durante el evento se explicó el concepto de integral térmica, el índice climático que se calcula sumando las temperaturas medias diarias superiores a 10º C durante el periodo del 1 de marzo al 25 de octubre, periodo en el que las cepas tienen actividad. Se detalla la cifra de cada año siempre en el entorno de Haro, donde se ubican todas las viñas con las que elabora la bodega.

Comenzamos la cata con la añada del 2000, un año muy bueno en cantidad. La viña venía descansada del 1999, un año especialmente escaso. Resulta que las viñas tienen memoria y después de un año pobre en producción, vienen descansadas y suelen dar mayores cosechas, lo que ocurrió precisamente este año. Con un otoño bastante lluvioso, en primavera las viñas brotaron con un clima muy favorable, que produjo una magnifica floración y siguió un verano bastante seco, que la viña vieja aguantó bien. Fue lo que en la bodega consideran como el primer año del cambio climático, ya iremos viendo cómo va marcando sus vinos en el futuro. El vino resultante, a día de hoy con bastante tiempo de crianza, se muestra en nariz con buena intensidad, llamativos aromas de monte bajo y aún fruta roja algo compotada. Muy sedoso en boca, equilibrado y con tanino muy domado.

La añada del 2001 fue una cosecha de más calidad, con un invierno lluvioso y una primavera seca y calurosa. Aún así se produjo un corrimiento de flor que dejó los racimos sueltos e incompletos. El verano no fue muy húmedo, pero tuvieron un otoño bueno con pocas lluvias, que aseguraron la falta de hongos en las uvas y por tanto, su buena salud. Fue un año meteorológico de libro, con el que los viticultores sueñan y una de las grandes añadas de la historia de La Rioja. El vino se muestra en nariz igual que el de 2000, mucho monte bajo y menos intensidad alcohólica que el anterior, pero más redondez, elegancia y una acidez más fresca que le aporta aún mucho potencial de guarda.

2002 fue un año muy frío, con un ciclo vegetativo atípico, un invierno difícil con muchos días bajo cero (hasta 15 grados). Los brotes primarios se helaron todos y los secundarios tardaron mucho en brotar, con lo que los racimos exhibieron varios momentos de maduración simultáneamente. El verano también fue bastante frío y el mes de agosto, lluvioso. El resultado fue un vino más intenso, con más protagonismo de la barrica y aromas terciarios, procedentes de la madera, muy presente. En boca los taninos están marcados y tiene viveza y una bonita untuosidad. Un vino de perfil muy Atlántico, más del estilo de la Rioja Alta

10 años de los vinos de las Bodegas Roda2003 fue, a diferencia del anterior, un año mucho más cálido, con un invierno bastante húmedo y una primavera suave y con humedad, lo que favoreció una muy buena brotación. El verano, con unas temperaturas máximas altas y puntas de 40 grados, fue el más cálido de la década, además de muy seco, con lo cual las viñas tuvieron que sufrir y esforzarse para obtener agua, tarea en la que las viejas son especialmente eficientes. Sobre todo, por su poca carga de frutos, por lo que aguantaron bien el estrés hídrico. La vendimia de aquel año comenzó con algo de lluvia, posteriormente el tiempo mejoró, sin llegar a comprometer la salubridad de la uva. El vino se muestra mucho más mediterráneo con mucha fruta roja y algo de fruta negra compotada, taninos muy dulces y redondos, justo lo contrario que el año anterior, una cosecha más típica de La Rioja Baja. Es curioso cómo Haro, en la zona media de la Rioja, juega con los estilos según el año. Hay quien dice que en el equilibrio se encuentra la virtud…

2004 fue un año húmedo con buena brotación de la vid, aunque alguna granizada de agosto afectó a algunos de los viñedos. En septiembre las temperaturas altas, alternándose con precipitaciones, amenazaron con la presencia de la botritis, pero el buen tiempo se estableció a finales de mes hasta el final de la vendimia. Por ello, los incipientes brotes de hongos se secaron y no fueron a más, produciéndose una cosecha excelente. El resultado de esta añada es muy expresivo en nariz, elegantemente complejo, con bastante alcohol pero muy bien integrado y con taninos muy redondos y elegantes, y un retrogusto largo, muy vivo y agradable.

2005 vino marcado por un invierno relativamente suave y una primavera escasa de agua, por lo que la brotación fue temprana. En junio hubo lluvias que beneficiaron mucho a la vid y continuaron con un verano seco, que produjo un envero temprano, pero que se corrigió con un septiembre fresco y seco, que frenó ese adelanto en la maduración. Las lluvias llegaron el 12 de octubre, prácticamente cuando la bodega tenía la vendimia acabada, y no llegaron a afectar a la cosecha, en lo que resultó una de las mejores de su historia. El resultado es un vino muy denso con mucho cuerpo, más fruta negra de la que esperamos en Roda, más al estilo de Roda I, en nariz especiado y más presencia de barrica, un vino serio.

2006 fue un año bastante favorable, con un otoño lluvioso y una primavera que ayudó a una buena brotación y buen cuajado. Las tormentas de principio del verano proporcionaron agua en buen momento. El resto de la estación fue fresca y seca, y septiembre y octubre acabaron el ciclo vegetativo con altas temperaturas, provocando una vendimia temprana. En nariz el vino se muestra este año especialmente expresivo, con mucha fruta roja madura y especias. En boca resulta un vino muy elegante, que pudo pasar desapercibido en su día después de las espléndidas cosechas de 2004 y 2005, pero la finura que está demostrando con el paso del tiempo lo hacen importante.

2007 fue un año fresco, con muchas lluvias en primavera, razón que hizo que apareciese el mildiu en toda la región, provocando una baja productividad. La brotación fue bastante normal y el verano fresco y seco provocó un retraso en la maduración que dio lugar a una larga y tardía vendimia. Las condiciones descritas y la baja producción causaron unos granos de uva con muy alta calidad, que se tradujeron en un vino muy expresivo, con mucha fruta roja y negra en equilibrio, alguna madera bien integrada y taninos muy bien redondeados. Un vino muy largo y de perfil bastante Atlántico.

Bodegas Roda, en la localidad riojana de Haro2008 fue un año frio y húmedo. Después de un invierno seco, la primavera llegó con precipitaciones muy abundantes y el verano resultó muy seco, pero fresco. El otoño compensó con días soleados y noches frescas, lo que trajo consigo unas uvas bastante sanas y de excelente acidez, pero con menos azúcar de lo habitual, dando lugar a un vino mucho más ligero y bastante menos expresivo, de los que traen recuerdos de otras épocas y estilos riojanos, nada que ver con la alta expresión.

Acabamos la cata con el año 2009, que resultó bastante cálido, con un invierno y primavera lluviosos, buena floración y cuajado. El verano fue muy seco y caluroso, lo que provocó algo de estrés hídrico que las viñas viejas soportaron bien. A mediados de septiembre llovió algo, aportando algún alivio a la viña, vendimiando temprano y con buen tiempo, llegando la uva, a pesar de las lluvias de septiembre, con buen estado sanitario. El vino resultante es de una expresividad muy mediterránea, de fruta roja con un tanino dulce, cálido y sedoso, con el alcohol bastante vivo, pero equilibrado y con buena acidez, que le permitirá evolucionar.
[table colalign=»center|center» colwidth=»50|50″]
Año#ITE (Integral Térmica Eficaz)
2000#1583
2001#1600
2002#1439
2003#1750
2004#1675
2005#1543
2006#1853
2007#1549
2008#1401
2009#1669
Promedio#1606
[/table]