Bodega Campo Viejo

Campo Viejo: tradición y contínua innovación

fsedeno19/04/2012

A las afueras de Logroño, sobre una meseta con vistas a la ciudad, se ubica la Bodega Campo Viejo, con el rio Ebro a sus pies, mirando de frente a la sierra de Cantabria. El escenario es magnífico y el tiempo nos acompaña: contamos con un cielo azul y limpio que nos permite observar a lo lejos las nevadas cumbres de la estación de ski de Valdezcaray. El acceso a la bodega está bien indicado, pero hay que tener la precaución de seguir las sencillas instrucciones que nos darán al concertar la visita para llegar sin contratiempos.

Bodega Campo Viejo

La bodega se integra perfectamente en el paisaje, exteriormente se muestra muy sobria, con elegantes líneas rectas, sin sobresalir en el paisaje del altiplano logroñés. Llegamos al parking de visitas atravesando las rectilíneas hileras de viñas, aún peladas en espera de la primavera. Al entrar en el edificio encontramos unos amplios espacios, totalmente accesibles, con una maqueta de la bodega y los viñedos que la rodean y varias salas multiusos donde se pueden organizar comidas, eventos o reuniones de empresa, además de la barra para las degustaciones y la tienda de sus vinos y productos relacionados donde nos encontramos con los productos gastronómicos que Carme Ruscalleda ha creado con Alcorta, que también se elaboran  aquí, y con los populares productos cosméticos de vinoterapia que tanto éxito tienen por sus cualidades antioxidantes entre otras.

El edificio visible es una mínima parte de las instalaciones y está bien  integrada en el terreno, armonizando sus líneas rectas con el espacio en el que se ubica, pero lo verdaderamente interesante se encuentra abajo, soterrado bajo las viñas que le rodean.

Dormitorio Campo ViejoInaugurada en 2001, el edificio es obra del arquitecto Ignacio Quemada, que lo ha diseñado con un estilo limpio, sencillo y luminoso. En la planta de abajo explican la historia de la bodega, que según sus propietarios  se remonta a tiempos de los romanos cuando a los veteranos legionarios se les recompensaba los servicios prestados a Roma con tierras de viñedos en un lugar de Villar de Arnedo llamado Campus Veteranus, de donde proviene el nombre de Campo Viejo.

Jaulas con botellas en la bodega

 

En la entreplanta, a unos diez metros de profundidad, la visita continua por una serie de pasillos con salas para el vino donde se guardan las diversas añadas con el fin de que sirvan de referencia y de material para las catas verticales que muestran la evolución de los vinos con el tiempo. También hay una bien equipada sala de catas, con todas las facilidades tecnológicas para que los enólogos hagan sus coupages.

Accedemos a una enorme nave de guarda donde, en jaulas, duermen incontables botellas a lo largo de pulidos pasillos de cemento. Llama la atención la pulcritud y el perfecto orden de toda la instalación. Desde esta misma entreplanta, a través de una cristalera, se puede ver la auténtica dimensión de la bodega, posiblemente sea una de las más grandes de Europa.

Detalle de la sala de barricasYa con una idea de la magnitud de la bodega aún nos queda la sala de barricas, a la que descendemos, aún mas, por unas pasarelas hasta un mirador donde, al encenderse las luces, poco a poco, se descubren las 70.000 barricas que, apiladas en seis alturas, maduran el vino. Impactante imagen la de una nave subterránea, con el final apenas visible. Subimos por la pasarela y aún nos reservan una última sorpresa: accionan el mecanismo que, al otro lado de la gran nave, sube una persiana metálica que se abre en un gran ventanal al exterior en una de las laderas de la meseta, dejando que la luz natural inunde parte de la enorme sala.

Valdezcaray nevado, al fondo, desde Campo ViejoTras la visita llega la degustación de los vinos en el porche de la bodega. Probamos cuatro variedades del Campo Viejo y de Azpilicueta,  incluso el premiun de Azpilicueta: Félix Azpilicueta. El ambiente resultaba muy agradable, y había varias personas que habían venido de Argentina y trabajaban en el grupo de empresas de la bodega Pernod Ricard. La cata se acompañó con picos camperos y fuentes de salchichón y chorizo.

El precio de la visita es desde 6 euros y se puede reservar llamando al teléfono 941 279900 (Contacto: Álvaro García Ogara). Las visitas se realizan de lunes a viernes a las 11, 13 y 16h, y los fines de semana a las 11 y 13h. Para no perderse, aquí tenéis la ubicación exacta de la bodega.