Desde los surrealistas lagos y montañas hasta su gastronomía callejera, un viaje que nos cambiará la vida. Eso sí, sin olvidar solicitar nuestra autorización de acceso a tiempo y cumplir la normativa sanitaria en tiempos de Covid.
Mucho más que naturaleza y amabilidad
Toda sitcom estadounidense que se precie nos ha mostrado en más de una ocasión, y como recurrente cliché, la extrema amabilidad canadiense. A menudo con sorna, también se nos ha hecho hincapié, por parte de personajes urbanitas poco avezados a la vida fuera de ciudad, en un profundamente hermoso paisaje donde prácticamente toda escenografía natural es posible. En conjunto, dos recursos que, si bien humorísticos, guardan una gran verdad entre líneas. Y es que Canadá es, sin lugar a dudas, un país cuya esencia nos acoge nada más aterrizar en su terreno. Pero, ¿quién ha oído hablar alguna vez de la curiosa gastronomía canadiense?
Pero, antes de nada, y aunque para viajar a Canadá baste tan sólo con llevar una maleta cargada de sueños –como así nos recordaría cualquier referente cinematográfico–, debemos tener en cuenta solicitar una autorización de viaje. Básicamente, un documento que, destinada a pasajeros sin visado, notifica al país de recepción sobre nuestra llegada y la naturaleza de ésta, encontrando tanto en modalidad turística como laboral nuestra eTA Canada necesaria para el viaje. Mención obligatoria, dado que su tramitación, como bien se advierte en Visaturismo.es –donde podemos solicitar fácilmente dicho certificado–, puede demorarse hasta 72 horas.

Un crisol gastronómico en nuestra boca
Para entender la cocina canadiense, es preciso en primer lugar tener en cuenta su herencia francesa y británica, pero también indígena, de gran influencia ya no sólo en la idiosincrasia de su gente, sino consecuentemente también en su comida. Además, y dada la extensión del territorio, ocurre que cada región y provincia guarda una especialidad gastronómica, sobre todo en función de los recursos de los que dispone abasto. Motivo por el que recorrer la hermosa Canadá es un viaje que no sólo podemos realizar con nuestros ojos, sino también con nuestras papilas. Afirmando que, también gracias a la influencia de la inmigración, los sabores canadienses se adaptan a todo paladar.
De este modo, en Canadá podemos encontrar todo tipo de manjares que van más allá del popular sirope de arce –de cuya producción mundial el país se encarga del 80%–, aunque forme parte de algunos platos como las oreilles de crisses, cortezas de cerdo fritas bañadas en este producto. Siguiendo con el espectro dulce de lo culinario, Canadá nos ofrece como comida popular los bagels, similares a los donuts pero de sabor más bien salado. Del mismo modo que, quitando las tartas de manzana que prácticamente comemos en cualquier parte, los beavertail –una masa frita a modo de tostada donde untar lo que nos plazca– amenizarán cualquier merienda o desayuno.

De la carne de bisonte a la poutine y los spaghetti squash
Dejando atrás los aperitivos dulces o vinculados al almuerzo, provincias francófonas como Quebec nos deparan platos como la poutine –patatas fritas con queso cheddar– o la tourtière –similar al pastel de carne–. Aunque las regiones próximas a la costa del Pacífico en Canadá nos ofrecen una gastronomía de tintes marinos como arctic char –un pescado que acepta casi toda floritura culinaria–, las provincias de interior y norteñas como Saskatchewan se centran en productos como la carne de bisonte. Retomando la gastronomía oceánica, las regiones próximas al Atlántico ofrecen platos con pescado y marisco cuya calidad no nos dejará nada indiferentes.
Pero no todo se limita a la carne. A causa de su terreno variado, Canadá también dispone de una buena agricultura mediante la que dar con platos donde abundan los arándanos, pero que del mismo modo recorren los brotes de helechos con apuestas como los fiddleheads o incluso las algas marinas cocinadas. En un impulso de creatividad y buen gusto, siendo dignos de mención los llamados spaghetti squash, pasta hecha de calabaza que se suele servir en el mismo interior de ésta adornando un plato la mar de divertido. En suma, erigiendo Canadá como una oferta que trasciende su paisaje de postal y abarca nuestro estómago como piedra angular de un viaje inolvidable.

Viajar con conciencia en el contexto Covid
Con todo, y además de la mencionada eTA Canada, cuyos requisitos podemos revisar en Visaturismo.es, debemos tener en cuenta la normativa sanitaria contra la Covid-19 para viajar al país. Recomendando viajar a Canadá transcurridos 14 días tras la última dosis de la vacuna, o en su defecto pasadas 72 horas tras la última prueba de contagio, es obligatorio llevar con nosotros el pasaporte Covid europeo. De lo contrario, es posible que no podamos acceder al país o, en otro caso, se nos obligue a realizar una cuarentena para asegurar nuestra seguridad y la de los locales.
Más que nunca, debemos ser conscientes de nuestros actos, a pesar de la aparente recesión del virus que ha gestado esta pandemia demasiado larga, y abogar por viajar con total seguridad y blindaje sanitarios. Con ello, sin olvidar tampoco nuestra autorización de acceso al país, obedeciendo así a la normativa de aquellos Estados que así lo exigen. Y, finalmente, cumplidas las exigencias, disfrutar de este viaje a Canadá que, rotundamente, cambiará nuestras vidas.