Ni siquiera un día de lluvia desapacible puede alejar a los golosos de uno de los escaparates que más durante más tiempo ha hecho y sigue haciendo salivar a los madrileños. Las luces del interior de la turronería Casa Mira contrastan con la penumbra de la carrera de San Jerónimo y hacen todavía más irresistible la llamada de los dulces, así que no hacen falta más argumentos para entrar.
Cruzar el umbral de Casa Mira es casi un viaje en el tiempo. Aunque la ubicación original de una de las primeras turronerías de la capital se encontraba en la Plaza Mayor, la tienda se conserva prácticamente intacta desde 1855. No cuesta trabajo imaginarse a las señoras de la jet set decimonónica dándose un capricho los domingos, o a los niños con miradas de fascinación pegando sus naricillas al escaparate, para ver más de cerca el mítico expositor giratorio -toda una novedad-, cuando fue instalado a mediados del siglo pasado.

De generación en generación…
Supervisando el buen funcionamiento de la tienda desde las alturas con mirada amable y atenta se encuentra el retrato de Don Luis Mira, el fundador de este bastión donde siempre es Navidad porque siempre hay turrón. Carlos Ibañez Méndez, su tataratataranieto habla de él con la admiración con la que los niños hablan de los héroes de leyenda. “Era natal de Jijona, la ciudad del turrón, y con aproximadamente 20 años decidió montar una tienda en Madrid.
En aquella época, a mediados del siglo XIX no era tan fácil recorrer los 400 kilómetros hasta la capital y a medida que iba avanzando iba vendiendo turrón. Cuando llegó a Madrid, en 1942 montó una tienda en la Plaza Mayor, muy cerca del Palacio Real y más tarde se trasladó a la carrera de San Jerónimo. Al ser uno de los primeros en vender en la capital y tener esa localización privilegiada aquello tenía que ser un éxito sí o sí”.

Y sin duda lo fue puede que incluso mucho más de lo que este joven de Jijona se hubiera atrevido a soñar. Casa Mira se convirtió en el proveedor oficial de turrones de la Casa Real, entre otros reconocimientos y distinciones que pueblan las paredes del despacho de Carlos de diplomas y medallas. Un despacho que lleva ocupando desde 2011 cuando con 19 años comenzó a trabajar para cumplir ese sueño de continuar con la tradición familiar. “Siempre me gustó estar aquí. Salía del colegio y me venía a la tienda y en Navidad me ponía en la puerta a repartir turrón a la gente” evoca Carlos recalcando que “es un tremendo honor estar aquí. Lo único que quiero es seguir prolongando año a año esta historia”.
Una historia que en 180 años solo se puso en pausa durante la Guerra Civil y en los primeros meses de la pandemia. Sin embargo, en este último caso podría decirse que los descendientes de Don Luis Mira han salido incluso reforzados. La situación les empujó a modernizar sus medios impulsando la venta online a través de su página web, desde la que en la actualidad realizan envíos a toda España y a nivel internacional.
Su éxito: seguir las recetas de siempre
Pero aunque eso del progreso tiene sus ventajas, el obrador es el feudo de la tradición. Las recetas y los procesos artesanales son la herencia más preciada de la familia que mantiene sus elaboraciones inalteradas. Recetas que tienen su origen en la presencia árabe en la península y en las que la calidad de las materias primas como la miel, las almendras o los piñones marcan la diferencia. En este sentido Casa Mira mantiene su vinculación con su Jijona natal de donde proceden muchos de sus proveedores. “El nivel de la calidad de la materia prima, y por tanto del producto final no puede bajar, es nuestra seña de identidad”, subraya Carlos.

Y eso es lo que buscan precisamente en Casa Mira los clientes nacionales, que especialmente en estas fechas se decantan por los productos clásicos. “El turrón blando, el de Jijona y el duro, el de Alicante, son los productos que más elaboramos, son nuestra columna vertebral. Empezamos a aumentar la producción con aproximadamente dos meses de antelación en los que duplicamos la plantilla” explica Carlos.
Como es lógico la Navidad es el agosto de Casa Mira y estas fechas son días duros en los que los turnos de trabajo, lejos de familia y amigos pesan más. Por eso Carlos insiste en la importancia de la unidad de la familia y de los trabajadores, algo que aprendió de su abuela y que se esfuerza por mantener.

Pero a pesar de la intensidad del trabajo todavía le quedan fuerzas para probar el turrón en Nochebuena ¿Sus favoritos? “no podría decantarme por uno solo, tenemos muchos productos, pero un buen turrón Jijona cuando está blando, jugoso no tiene comparación; el marrón glacé también me gusta mucho por mi abuela, que le encantaba; las nueces, un producto de la tienda de mazapán de yema con dos nueces bañadas en un fondant, y el turrón de yema tostada con el azúcar crujiente por encima…esos son mis favoritos de estas fechas” concluye Carlos.