La historia de Casa Relvas comienza en 1997 gracias al proyecto iniciado por Alexandre Relvas en Herdade São Miguel, ubicado en la región portuguesa de Alentejo. El amor por esta tierra y la voluntad de continuar con un legado familiar que portaba en sus raíces el trabajo de la agricultura, llevó en 2001 a la plantación de 10 hectáreas de viñedo.
Hoy las hectáreas que ocupa este viñedo de la familia Relvas son 350. De 500.000 botellas al año a 600.000 botellas al mes. Un crecimiento exponencial que no hubiera sido posible sin un equipo formado por más de 100 personas que trabajan mano a mano para controlar la calidad del vino desde la tierra hasta la mesa.

Este crecimiento no es, para nada, descontrolado sino que se cimenta sobre los principios de calidad y rigor. Lo que motiva la producción de vino dentro de la familia Relvas es la voluntad de celebrar; el propósito de convertirse en el sabor de las buenas memorias.
El vino de Casa Relvas es una clara representación de cómo llevar un paisaje a la mesa. Cada botella de vino que produce guarda un cachito de los arcillosos suelos rodeados de alcornoques en los que se planta su uva. Es decir, cada copa de su vino, pretende extender los sabores de la tierra de la región de Alentejo

Y no solo eso, desde 2016, gracias a Antonio Relvas, representante de la generación más joven de la familia, se decidió extender el proyecto. En Alentejo, se vive entorno a la mesa en la que se reúne la familia y algo que no puede faltar en esa mesa es el aceite de oliva alentejano. Las raíces milenarias de este producto en Portugal han llevado a la familia a aplicar al cultivo del aceite aquellos conocimientos sobre la tierra que poseían gracias a la producción vinícola.