Desde que el restaurante La Postal (en Zamarramala, Segovia) restauró un viejo vagón de tren y lo convirtió en comedor, sus mesas son las más solicitadas. Esta primavera ha organizado unas «rutas» gastronómicas ferroviarias que harán viajar al comensal por las viejas sendas de los trenes que unían la meseta con el Norte y cruzaban la costa cántabra. Pero habrá más, durante todo el año, que llegarán a Valencia, Andalucía, Castilla La Mancha y regresarán a Segovia.
En marzo, la ruta unió Segovia y Santiago de Compostela. Y ahora, para las cenas de jueves a domingo del mes de abril, La Postal propone un menú que arranca en A Coruña, con un Pulpo a la Mugardesa, pasa por Astorga, con una Tosta de pan candeal, cecina astorgana y tomates de El Bierzo, sigue con Conejo y alubia roja de León, y tiene «final de parada» en la Croqueta de arroz con leche y salsa ligera de Cabrales, ya en tierras asturianas, en Gijón.
Con vinos y licores de la zona, este menú tiene un precio de 28 euros.
El tren, siempre tan evocador
Todo el mundo quiere comer «a bordo» de este elegante coche de los años 50 del siglo pasado, bautizado con el nombre de Antonio Machado, escritor muy vinculado a Segovia. El tren fue fuente de inspiración para el escritor y poeta andaluz, que quedó prendado de las tierras de Castilla.
Desde las ventanas del vagón se disfruta del paisaje que encandiló a Machado, «En Segovia, una tarde, de paseo, por la Alameda que el Eresma baña«, así como de una vista única del Alcázar de Segovia, donde siempre que podía paseaba con Guiomar por sus jardines, definiéndolo como «aquel castillo de hadas».