Son casi las ocho de la mañana. La Puerta del Sol, prácticamente vacía si no fuera por el trajín de la carga y descarga. Trajín que se hace más intenso a medida que avanzamos por la Calle Arenal hacia el Teatro Real. Y, de pronto, en una pequeña callejuela, algo singular. Una fila de madrugadores que esperan impacientes dobla la esquina de un pasadizo. Efectivamente, están ansiosos porque la chocolatería más famosa de Madrid abre sus puertas dentro de no mucho y ellos hoy tienen la suerte de empezar su día con unos churros con chocolate de San Ginés.

Sin embargo, las personas que hacen fila no serán los únicos en empezar el día con porras y churros, gracias a la colaboración entre la Chocolatería San Ginés y World Central Kitchen. Desde hace tres semanas, los trabajadores de la chocolatería preparan cajas con churros y porras destinados a refugiados ucranianos que llegan a España.
Churros y porras para desayunar en Pozuelo
Encima de la barra de San Ginés se comienzan a apilar cajas marcadas con una «C» o con una «P» todas las mañanas, desde . No hace falta ser un lince para intuir qué se esconde dentro: churros o porras. En concreto, 300 churros y 250 porras se apilan en un lateral de la barra para que los miembros de World Central Kitchen puedan trasladarlos a su centro en Pozuelo de Alarcón.

Allí, World Central Kitchen tiene preparado un food truck encargado de atender las necesidades alimentarias de todos los refugiados ucranianos que llegan al Centro de Formación de la Seguridad Social de Pozuelo, ahora habilitado como centro de acogida. Cada día amanecen en este centro 500 personas, que esperan ser atendidas en una de las 20 citas por hora que la Policía ofrece para hacerles el NIE.
Mientras tanto, desde las seis de la mañana, los voluntarios de World Central Kitchen (WCK) se ponen manos a la obra y les preparan el desayuno: café, leche, agua, chocolate, fruta, zumos, sandwiches y… churros y porras de San Ginés. Quique Romero, cocinero de WCK ha sido hoy el encargado de recoger el cargamento de hoy y llevarlo a su destino, para empezar el día con energía. Empezar, empiezan con los churros; pero no acaban hasta las nueve y media de la noche, cerrando los días con más de 3.500 comidas servidas.

Envío de tabletas de chocolate a Ucrania
Pero la iniciativa no acaba en el día a día. Y esto hace tremendamente feliz a Nonna Mykhanchuk. Nonna es ucraniana, llegó hace trece años a España y lleva siete trabajando en la chocolatería San Ginés. Al hablar de su empleo y de sus compañeras, le brillan los ojos. De hecho, confiesa sinceramente que han sido indispensables para poder afrontar lo que está ocurriendo en su país.
Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, Nonna empezó a darle vueltas a cómo podía ayudar a sus compatriotas y familiares. Investigando, encontró una asociación religiosa que se encargaba del envío de ropa y alimentos tanto para civiles como para militares. Esta camarera ucraniana miró a su alrededor buscando qué enviar y encontró la respuesta en su trabajo: chocolate.

La chocolatería San Ginés y su maestro obrador Ricardo Vélez no dudaron en ponerse manos a la obra para ayudar a Nonna y a las familias ucranianas que lo necesitasen. Del ímpetu de Nonna nació la iniciativa de enviar 600 tabletas de chocolate hasta Ucrania, 300 de chocolate negro y 300 de chocolate con leche.
Por encima de ser una comida energética muy valorada entre las filas del ejército, el envío de este chocolate significa mucho más para Nonna: «Significa mucho, muchísimo. Viendo como mis jefes y mis compañeros colaboran, me dan ánimos. Parece que todo puede acabar antes y que la gente no va a sufrir tanto«.