El frío no es ningún impedimento para planear un viaje a La Rioja y disfrutar de sus muchos atractivos en Navidad. Sumergirse en una fabulosa Fiesta Medieval, probar turrones y dulces artesanos, vivir la Historia a través del vino, ilusionarse como niños ante un Belén de figuritas de Playmobil o conocer la gastronomía riojana en una cocina centenaria son los planes que te proponemos y a los que no vas a poder resistirte.
1. Invitados a una boda medieval
Una viaje a la Edad Media. Eso es lo que ofrece Santo Domingo de la Calzada durante varios días, cuando el casco antiguo calceatense retrocede en el tiempo y recupera el ambiente de siglos pasados durante la celebración del Mercado Medieval y las Ferias de la Concepción, de 6 al 11 de diciembre. La ambientación es fabulosa y en ella participan buena parte de los vecinos, quienes organizan una programación muy completa que traslada al visitante desde el primer momento al medievo, a hace más de 800 años, cuando el Rey Alfonso X «El Sabio» concedió a la ciudad el privilegio de hacer una feria anual destinada a la provisión de todo tipo de alimentos y enseres. Hoy se recrea aquella feria en el entorno de la Catedral, la Plaza de España, la Calle Mayor y la Plaza de la Alameda, con una amplia variedad de puestos de venta y multitud de animaciones que dan vida a malabaristas, bufones, músicos, gaiteros, reos, hadas… Una de las representaciones más aclamadas es la Boda Medieval, en la plaza del Santo, con la recreación de los ritos ancestrales. Además de venta de productos, se organizan talleres de elaboración de productos, desde quesos y yogures a licores, con degustación, exposiciones, feria de antigüedades, cine, teatro, juegos populares y visitas guiadas nocturnas a la catedral de Santo Domingo de la Calzada.
2. En familia: Belenes llenos de vida
La Catedral de Santo Domingo de la Calzada es uno de lo hitos del Camino de Santiago a su paso por La Rioja, famosa por el milagro del Gallo y la gallina que le sucedió a una familia de peregrinos, y del que nació la frase: «Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada». Esta iglesia es la única que posee un gallinero gótico con gallos y gallinas vivas, y la leyenda que rememora la historia. Su visita es siempre muy recomendable, pero si viajas con niños, hasta enero no podéis perderos los tres belenes que se montan dentro. El primero es el Belén Monumental Napolitano, con un gusto por el detalle y la composición de la escena muy especiales. Este año el gran maestro y creador de belenes Nicola Macciariello ha supervisado personalmente este belén, que ocupa más de 40 m de superficie. Pero a los más pequeños les encantará otro Belén que se encuentra en el claustro de la Catedral: el Belén de Playmobil. Montado a lo largo de una gran superficie, recrea multitud de escenas cambiando de escenarios y situaciones con estos pequeños muñequitos que tanto gustan a los niños. Y otro más: el Belén Mecánico, un belén que cuenta con más de 100 piezas móviles traídas desde Italia para confeccionar un belén muy animado y para toda la familia. Veremos como un pueblo entero se mueve y se dedica a sus quehaceres. Para terminar, la catedral expone una maravillosa muestra de filatelia, Los 300 mejores sellos de la historia de Correos.
Muchas otras localidades riojanas poseen belenes que merece la pena conocer, como el de Sorzano, con unas 600 ‘figuritas’ con movimiento o el Monumental de Arnedo. Pero si hay que elegir el más espectacular, ese es sin duda el Belén Viviente de Alcanadre. Cada Navidad, en el Monte Viso, con más de 50 alcanadreses participando en su representación, podemos contemplar escenas basadas en las Antiguas Escrituras, desde el momento de la creación hasta el nacimiento de Jesús en el pesebre, entre un buey y una mula, todo real, incluido al niño. Este Belén Viviente nació en el año 1971 y ha ido creciendo tanto que ya se realizan distintas representaciones a lo largo de la Navidad: 25, 30 de diciembre y 1 y 6 de enero, a las 19,30 h.
3. La Historia del Vino en mayúsculas

La Rioja es un destino indiscutible para empaparse de la cultura del vino, y ahora que las labores en el campo han terminado la propuesta es adentrarse en las bodegas para conocer su historia y sus vinos, y catarlos, por supuesto. En Briones se encuentra Bodegas Vivanco, una bodega impulsada por la familia Vivanco y dedicada a elaborar vinos muy cuidados, uniendo la tradición de La Rioja con nuevas elaboraciones y especializados en la crianza en roble. Pero su joya es el magnífico Museo Vivanco de la Cultura del Vino, perteneciente a la Fundación Vivanco, único en el mundo y que recoge en 4.000 metros cuadrados la colección cultural de la familia bodeguera riojana Vivanco, con piezas de enorme valor (arqueología, escultura, pintura…) que nos llevan desde las culturas más antiguas, como la egipcia, griega o romana, hasta nuestro pasado más reciente, en un viaje a través del vino como hilo conductor.
El recorrido por las distintas salas nos muestra todo el proceso del vino, desde la plantación de la viña hasta que llega a la botella, con una puesta en escena museística muy impactante, a través de audiovisuales, grandes fotografías y la exhibición de piezas originales extraordinarias. Además de la exposición permanente, hasta abril de 2017 estará habilitada la exposición Pensando en vino. 40 años de Coleccionismo, que muestra 67 fondos documentales que recorren el vino desde el siglo XV hasta la actualidad: incunables, manuscritos originales de Louis Pasteur o Pablo Neruda, fotografías de Cartier-Bresson, carteles publicitarios de Alphonse Mucha o el vino que naufragó con el Titanic. La visita lleva su tiempo (cerca de dos horas para recorrerla completa) y se convierte en un viaje inolvidable lleno de pequeñas y grandes historias relacionadas con el vino, y miles y miles de piezas curiosas, como la colección de sacacorchos ¡con más de 7.000! Es muy recomendable conocer antes la bodega (con cata final), que comparte espacio con el museo y está excavada en un terreno rodeado de viñedos y con unas vistas espectaculares a los pueblos de Briones y, al fondo, San Vicente de la Sonsierra.
4. Dulce Navidad
Los escaparates de las pastelerías de Logroño se llenan de dulces navideños, que atraen aún más las miradas de niños y mayores. Muchas de ellas elaboran desde hace semanas sus productos de temporada, artesanos, que nos descubren algunas de las recetas más tradicionales de la dulcería riojana. Turrones de almendras procedentes de La Rioja Baja, mantecados, polvorones, girlachas y, especialmente, productos elaborados con yema de huevo, un ingrediente con el que los pasteleros riojanos son auténticos maestros. Date una vuelta y prueba alguna de las especialidades de Pastelería Estela, Pastelería Agus, Flor y Nata, Iturbe, Tupinamba, Isasi, Berta, La Mariposa de Oro, Milhojas, La Palmera o la Pastelería Viena. En esta última, situada en el paso del Espolón, María nos explica que, además de los tradicionales turrones de almendra, yema y guirlache, hay que probar los más originales, como el de cava y el de vino, y entramos en su cava de bombones (que se mantiene a una temperatura de entre 15-17ºC) para llevarnos como souvenir los bombones de racimo de uva y los de aceite de Quel. Otra oportunidad que nos brinda la Navidad es volver a tomar y comprar los helados artesanos del maestro heladero Fernando Sáenz, que abre en estas fechas su heladería DellaSera, en la calle Portales.
5. La cocina de Cachetero
En plena calle Laurel de Logroño, una de las mecas del tapeo en toda España, se encuentra el Restaurante Cachetero Comidas. Abrió en 1910 y sigue siendo una de las mejores representaciones de la gastronomía riojana, un lugar mítico por el que han pasado los personajes más conocidos en cada época y han dejado su firma enmarcada en las paredes del local: Ernest Hemingway, Anthony Quinn, Jacinto Benavente, Miguel Delibes, Celia Gámez… La cocina está ahora en manos del cocinero bilbaíno José Luis Vicente Gómez, más conocido como Txebiko. Su carta defiende los sabores tradicionales, pero Txebiko impone su autoría en cada receta. Es un cocinero muy formado y un entusiasta del buen comer, una pasión que transmite a los comensales en cada plato y que se contagia aún más cuando aparece por la sala para comprobar que todo va a su gusto. Ha recogido el testigo de los fundadores de Cachetero, venera las recetas de su última cocinera, Pilar Sábado y las pone al día con todo el respeto. En invierno hay que disfrutar de sus platos de verduras de temporada, como el cardo y la borraja, de sus creaciones con trufa, de la que es un verdadero experto al igual de las setas, de la caza y de los asados de cabrito y de cochinillo, ¡impecable! Dispone de un menú degustación con 5 platos de medias raciones por 28 euros.
Y para dormir….
Parador de Santo Domingo de la Calzada. El parador ocupa un antiguo hospital del siglo XII, junto a la catedral, levantado por Santo Domingo para acoger a los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago. De estilo regio y elegante, posee salones majestuosos y un vestíbulo repleto de arcos góticos y artesonados de madera.
Los Calaos de Briones. Un hotel rural con encanto dotado de todos los servicios y localizado en un entorno privilegiado, en mitad del bonito pueblo de Briones, ofrece a los viajeros alojamiento con modernas instalaciones en un edificio del siglo XVII restaurado con el respeto que merece una población declarada Conjunto Histórico Artístico. Hay que destacar el restaurante, a cargo de la cocinera Nuria Couto, con una cocina riojana reinterpretada que está cosechando muy buenas críticas.
Hotel Calle Mayor (Logroño). Un pequeño hotel urbano con doce habitaciones que se asoman al centro histórico de Logroño a través de un palacete del siglo XVI completamente restaurado y situado en la calle por donde discurre el Camino de Santiago: Marqués de San Nicolás, 71. Una obra arquitectónica que conjuga pasado y presente. Del pasado permanece el arco de medio punto que le sirve de acceso, sus piedras de sillería, sus vigas de madera, sus rejas y barandillas de forja. Su diseño actual es minimalista, en el que predominan los colores claros y neutros, que invitan al descanso y desconexión.