Desde hace 8 años, la isla balear de Menorca acoge una iniciativa que junta dos de las artes más «disfrutonas» de nuestra época: el cine y la gastronomía. El Cooking Films Menorca es un festival de cine gastronómico apuesta por los productos menorquines, por sus mejores chefs y por los espacios más emblemáticos para acompañar la proyección de películas y cortometrajes relacionados con la cocina.
La idea principal consiste en acercar a los amantes del cine a la gastronomía y viceversa, creando un ambiente óptimo en el que degustar platos relacionados con las proyecciones. La edición de 2023, celebrada del 1 al 4 de junio, ha reivindicado la calidad de lo local, el valor de compartir entorno a una mesa y el legado familiar entre fogones.
El Cooking Films Menorca 2023 se inauguró con una cena Sa factoria des Baixa y el preestreno de El Sabor de las Cosas Simples. Durante la segunda jornada se estrenó Sa cuina des Records, un corto obra de dos jóvenes menorquines: Àlex Arroyo como director y Pau Sintes, mejor Joven Chef Europeo 2022, como protagonista. La noche del 2 de junio, la velada se trasladó hasta el Hotel Faustino Gran donde se proyectó La Brigada de la Cocina.

El sábado por la mañana fue el turno de los más pequeños, quienes pudieron conocer de primera mano a los productores locales de la Finca S’Ullestrar y ver cortos infantiles en los que la naturaleza era la protagonista. La noche finalizó en Melià Cala Galdana, dónde la cena estuvo acompañada de Historias para no contar.
El festival terminó el domingo con la proyección de la película Esperando a Dalí junto a una cata de productos locales y una cena en el Hotel rural Biniarroca dónde los asistentes vieron La vida padre.
El sabor de las cosas simples
El sabor de las cosas simples es un viaje gastronómico en el que el protagonista descubre que la cocina sabe mejor rodeado de buenos amigos y el calor familiar. El conocido actor Gerard Dépardieu da vida a un chef francés que viaja hasta Japón para reencontrarse con el hombre que años atrás le había derrotado en un concurso gastronómico preparando un simple plato de ramen. La búsqueda del Umami, esencia de lo delicioso, se entremezcla con la búsqueda de las cosas esenciales en la vida. La proyección de esta película se realizó en el restaurante Sa factoria des Baixa en Mahón y Guillem Tutusaus fue el encargado de elaborar los platos que acompañarían al film.

El cóctel de bienvenida es ligero y refrescante, pero con un toque cítrico que despierta los sentidos del espectador, justo en el momento en el que la vida del protagonista queda contra las cuerdas tras un ataque al corazón. Tras este evento, el chef de la película Gabriel Carvin decide visitar a un viejo amigo en su barco pesquero para descubrir qué es lo que realmente lo tiene atormentado. Nuestro chef en Sa factoria des Baixa, Guillem Tutusaus nos lleva hasta esa embarcación encargada de la recolección de perlas a través de la introducción: una deliciosa ostra fresca aderezada con aceite de oliva hecho en Menorca. Acompañando este manjar, un paté de alcachofa y un tatin de mejillones con camot y yema.
El nudo de la película transcurre ya en Japón, el chef francés ha aterrizado y ha convencido al nipón para que le muestre cuál es el camino para alcanzar el Umami. Sin salir de Menorca, el olor de los platos que llegan a la mesa nos trasladan hasta el país asiático. El atún acompañado de una suculenta mahonesa picante, el Okonomiyaky de calamar y bacon o la gyoza de sobrasada sésamo y fresa ponen a trabajar las papilas gustativas y nos permiten reconocer todo tipo de sabores. Una divertida combinación gastronómica que permite a los allí presentes explorar la geografía a través de los platos más simbólicos.

Los consejos que el chef japonés va dando comienzan desde la cría del cerdo, carne que luego se añadirá al ramen, y llegan hasta la necesidad de la familia para conseguir sacar adelante el trabajo con cariño y delicadeza. El cerdo aparece en el desenlace de los platos en forma de Wellington acompañado con setas y tomillo; mientras que el culmen se sirve en pequeñas latitas y se come con palillos. Un delicioso ramen, con las setas más sabrosas, que nos lleva hasta ese pequeño local japonés en una fría tarde de invierno. Un caldo caliente que nos lleva hasta lo más seguro del hogar. De postre, un crepe de naranja, yuzu y chocolate que sabe a final feliz, tras el regreso a Francia del protagonista.
La brigada de la cocina
La brigada de la cocina se proyectó en el Hotel Faustino Gran de Ciutadella, dónde el chef Matías Salvia se encargó de convertir en comestible la película. El entorno no pudo ser mejor seleccionado, una antigua casona en mitad de Ciutadella transformada en un hotel cuidadosamente decorado. El patio impregnado de olor a azahar, las mesas cubiertas por manteles blancos colocadas entre olivos y las pequeñas guirnaldas de luces creando un ambiente acogedor en una noche ya estival. La trama de la película, también francesa, versa sobre una chef de élite que pierde su trabajo y debe empezar de nuevo siendo la jefa de cocina de un hogar de acogida para niños inmigrantes.
Mientras este enredo se va descubriendo ante los ojos del espectador, el chef de Faustino Gran se propuso que todos los comensales se enamorasen de los productos menorquines a través de los entrantes. Bombas de queso curado de Menorca, croquetas de pulpo con alioli de ajo negro y cigarrillos de sobrasada y miel. Todos en el mismo plato y para compartir en mitad de la mesa. Todos una explosión de sabor deliciosa que hizo inevitables las conversaciones sobre quién es el merecedor de las últimas piezas que quedan en el plato. Nada como la generosidad de entregar los últimos bocados tan suculentos a quien está sentado a nuestro lado. Y lo dice alguien que se quedó con el último cigarrillo de sobrasada bañado de deliciosa miel de Menorca del plato.

Para quienes no pudieron disfrutar del film, la magdalena de Proust da nombre a un fenómeno en el que una sensación (en este caso un sabor) nos evoca a un recuerdo. Un plato cuya base es la remolacha lleva a la protagonista hasta su infancia y sus primeros pasos en la cocina. Por ello, la segunda propuesta del chef esa noche fue un plato a base de texturas de remolacha, acertadamente combinada con las notas cítricas de la naranja y la acidez de la fresa. Un plato sencillo, pero estremecedor, que permitía cerrar los ojos y evadirse hacia una pequeña huerta menorquina una fresca tarde de primavera.
El momento álgido de la película llega cuando los jóvenes del centro que se unen a la brigada de la cocina sirven su primer pase como cocineros. En la película se ve como sale la carne adornada con romero por las puertas del comedor, en el jardín del Hotel Faustino Gran se huele este plato gracias a la ocurrencia de Marías Salvia de pasar la ternera asada sobre una base de carbón junto a hojas de romero. El humo impregna el patio justo antes de que la carne aparezca en nuestros platos. Justo en su punto, un producto de una calidad excelente que dejó el listón por las nubes antes de recibir el postre. Una oda a la fresa a través de una suculenta tarta, chocolate y helado entorno a la misma materia prima que permitió a los asistentes saborear la dulzura del trabajo bien hecho, del compromiso con unos valores y del cuidado de quienes más lo necesitan.
Cooking Films Menorca, compartir el placer

En definitiva, el Cooking Films es una apuesta divertida, diferente y muy elaborada que permite a los menorquines y menorquinas disfrutar de un plan alternativo a las puertas del verano. Y no solo a ellos, quienes comienzan a acercarse a la isla para la temporada de verano pueden acudir a estos eventos como una forma deliciosa de conocer la gastronomía local, a los cocineros autóctonos y alojamientos diferentes a aquellos en los que pasan la noche.
La idea de sentar a varios grupos en mesas alargadas, coger del centro los bocados suculentos e intentar descifrar entre todos los comensales qué es lo que el chef ha querido representar con cada plato consigue algo fundamental, que la gastronomía y el cine se compartan. Cada uno de los asistentes se convierte en crítico de cine y en crítico gastonómico al hacer su aportación en la conversación. Personas que quizá no habían reparado en su buen paladar se ponen a pensar en qué comentario soltar sobre el plato que están probando. Y así se consigue generar un ambiente distendido en el que disfrutar de dos artes tan placenteras como el cine y la cocina.