En la pequeña ensenada de La Linera, entre Figueras/As Figueiras y Castropol, los pueblos marineros más occidentales del Principado de Asturias, se crían la única ostra ecológica de España. Lo constatan Nuria Núñez y el biólogo Eduardo Martín, fundadores de Acueo, la empresa de ostras con sede en Castropol que ha puesto en el mapa gastronómico este manjar «que no es nada exclusivo o de lujo -explican-, es un bocado natural que está al alcance de cualquiera y que gusta mucho por su sabor y también por las cualidades nutricionales». De hecho, los fines de semana es fácil que la terraza del caseto donde las sirven, en el paseo del puerto marítimo de Castropol, se llene de visitantes que acuden a probar las ostras con vistas a la ría donde nacen.

La ría del Eo, una frontera natural que separa Asturias y Galicia, es el lugar perfecto para la crianza ecológica de esta joya de la gastronomía. «El curso del río Eo es muy corto (unos 14 km2), está libre de vertidos y cuando sube la marea, las aguas fluviales se mezclan con las marinas lo que supone una gran riqueza de nutrientes para las ostras que nacen en las ‘mesas’, que es el tipo de bateas que utilizan porque la profundidad de la ría es pequeña», detalla el biólogo de Acueo.

La variedad de ostra que se cultiva es la Crassostrea giga, del tipo cóncava o rizada, también conocida como francesa. Cuando alcanzan la medida deseada, pasados unos dos años o dos años y medio, se lleva a cabo la captura y las ostras pasan un par de días por la depuradora que está en el mismo puerto de Castropol. Después se aplica un lavado con agua dulce, se envasan por tamaño y se etiquetan con el indicativo de producto ecológico y el sello del Principado de Asturias.
Somos la Ostra

Si te acercas a Castropol, puedes probar las ostras en la terraza de Acueo, pegada a la ría. Se sirven durante todo el año, acompañadas de un culín de sidra o de una copa de vino, pero el momento de mayor animación y cuando este molusco cobra todo el protagonismo es durante el Festival Somos la Ostra, a principios del mes de mayo, que este año ha llegado ya a su IX edición.

Bajo la gran carpa en el muelle de Castropol se organizan demostraciones de cocina con elaboraciones muy originales y suculentas con este molusco bivalvo a cargo de la Escuela de Hostelería del IES Tapia de Casariego y del IES Valle de Aller, también de los cocineros de la zona, degustaciones, música y muchas otras actividades como el concurso de abridores de ostras o la competición de traineras.
Villas marineras y fabulosas playas
Un paseo por la ilustre villa de Castropol, que luce los títulos de Pueblo Ejemplar y Bien de Interés Cultural (BIC), nos descubrirá un casco histórico en el que destaca tanto la arquitectura civil como la religiosa de los últimos tres o cuatro siglos. Veremos palacios y casas blasonadas, capillas, iglesias y plazas que muestran su pasado más glorioso. Destaca la capilla de Santa María del Campo, la única que se salvó del incendio de 1587 que arrasó el pueblo, y la esbelta torre de la iglesia de Santiago Apóstol, rematada en aguja, que es parada la ruta jacobea por Asturias.

La antigüedad que destilan sus piedras unido al aroma marinero de sus fogones y su vocación náutica hacen de esta villa un lugar único, de vistas panorámicas espectaculares ya que su elevación sobre la Ría del Eo convierte a la parte alta de Castropol en un imponente mirador cuya perspectiva desemboca en el Cantábrico. Destaca la capilla de Santa María del Campo (la única que se salvó del incendio de 1587 que arrasó el pueblo), así como su arquitectura indiana.

Hacia el interior de la ría se encuentra A Veiga/Vegadeo. Entre puentes y palacios (existe una ruta de palacios), ríos y mazos, huertas y caserías y los caminantes que transitan el Camino de Santiago de la costa, discurre la vida de la villa. La Cruz de Paramios, en Monticelo, el típico crucero a pie de camino que servía a los peregrinos para hacer una parada y rezar. Como consecuencia de los distintos caudales que desembocan en el Eo, Vegadeo es un terreno donde existe una arraigada cultura del agua y los ingenios hidráulicos, por ello una de las visitas más recomendables es la del mazo de Meredo o Suarón, que además cuenta con área recreativa.
Su estratégica situación fronteriza marcó la historia de la zona y ahora se recuerda con la Ruta del Estraperlo, sin olvidar su condición de ribera fluvial, lo que se percibe con nitidez en la Senda de la Ría del Eo. La capital, A Veiga/Vegadeo, es una animada localidad con abundante actividad comercial y ferial.

Cerca del Atlántico, a los pies del puente de los Santos se encuentra As Figueiras/Figueras. Desde su coqueto puerto pesquero disfrutarás de una estampa imborrable. Esta serena y privilegiada localidad cuenta con una amplia tradición pesquera y conservera, pero destaca también su industria de construcción naval, cuyas primeras referencias en este enclave se remontan al siglo XVII. Sus empinadas calles sirven de transición entre las casas marineras, en la parte baja de la localidad, y las más pudientes, en la atalaya.
Recorrer As Figueiras/Figueras subiendo hasta sus miradores, vivir el ajetreo del puerto deportivo, centro de la vida social, la Torre del Reloj y la capilla de San Román, construida en el siglo XIX gracias al Gremio de Mareantes, es una . Y aprovecha el paseo para conocer el palacio de Pardo Donlebún y el Palacete Peñalba, construido a principios del siglo XX por el arquitecto militar Ángel Arbex, uno de los discípulos de Gaudí, y que integra el Art Nouveau en la arquitectura indiana. Las terrazas del puerto, los palacios con vistas panorámicas, el astillero, los pantalanes que miran a la encaramada Castropol y a la inmensidad de la Ría del Eo.

Si nos acercamos al mar, nos encontraremos con la playa de San Román, una pequeña cala de acceso rodado situada en la villa de Figueras, entre los astilleros y el Puente de los Santos a la que sólo se puede acceder en bajamar. Es una playa de arenas gruesas, la que más suele llenarse en verano.
La playa de Penarronda la comparten los concejos de Castropol (Barres) y Tapia de Casariego (Santa Gadía). Está considerada Monumento Natural porque entre su flora se encuentra la Malcomia littorea, es decir, alhelí de mar, una especie en peligro de extinción, que no está presente en ningún otro lugar de Asturias. Forma parte de la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón y, además, es una belleza con su forma de concha alargada y con una roca redonda en el centro que da nombre a la playa, y debido a sus vientos y el fuerte oleaje, es una de las preferidas de los surfistas.
Cocina asturiana con sabor marinero

La cocina del concejo de Castropol es, sobre todo, marinera. Sorprende por el protagonismo de los productos de la ría, las ostras y las almejas, que pueden probarse en una receta muy típica de la zona, cocinadas en un guiso con fabas. La oferta gastronómica es amplia y variada. Hay restaurantes infalibles como Casa Vicente, que dispone tanto de taberna de vinos y tapas, como de restaurante. Casa Cachón, Pena Mar, el Mesón La Santina y El Castelo completan las opciones más recomendables por la zona. En As Figueiras/Figueras, tienes que tapear por el muelle o sentarte a la mesa del restaurante Penalba, que mantiene inamovibles en su carta platos tan emblemáticos como la merluza a la sidra o las fabas con almejas.
El concejo de Tapia de Casariego, muy cerca de Castropol, es un buen destino gastronómico y el desfile de pescados (besugo, bonito, pixín, centollo, bogavante…) o una buena caldeirada de mariscos, típica de Tapia, la capital, serán un acierto seguro.

Merece la pena adentrarse un poco más hacia el interior para conocer la cocina de Elio Fernández en su restaurante Ferpel Gastronómico, en Ortiguera. El chef ha heredado el oficio de sus padres y le ha dado una vuelta a esa casa de comidas imprimiendo un sello personal a una cocina en la que imperan los productos que anuncian una comida cargada de verdad, con los panes de centeno y maíz que elabora a diario, la mantequilla para untar que se hace con la leche de las vacas del pueblo y los buenos guisos con elaboraciones delicadas que conquistan enseguida al paladar. Las ostras del Eo también aparecen en sus platos y, puestos a sorprender, eso hizo en el último Festival Somos la Ostra, donde preparó algunas recetas con las que los visitantes de la feria disfrutaron de lo lindo.
Foto portada: Pelayo Lacazette