Al observar la lluvia no nos damos cuenta de todos los beneficios que conlleva ese regalo del cielo. ¡Ver llover es una delicia!
La lluvia limpia el aire y le da humedad, lava las calles, llena los embalses y los acuíferos, riega nuestros campos alimentando las plantas y los cultivos, etc.
Y al final esas aguas, a través de los ríos, llegan de nuevo al mar para empezar el ciclo del agua una vez más.
Las plantas conservan una gran parte de agua en su interior y sus frutos también. La mayor parte de las uvas, del mosto y del vino es agua. ¡Más de 4/5 partes del vino son de agua! Después del agua el mayor porcentaje le corresponde al alcohol, luego al glicerol, etc. Esa relación existente entre estos líquidos me trae recuerdos de la relación entre los ríos y el vino. Algunos ríos europeos están muy asociados al vino, por ejemplo el Rin o el Danubio, sus riberas están llenas de viñedos que producen vinos de mucha calidad. Por tanto, las aguas que riegan los viñedos son, en muchos casos, de río.
En España pasa algo parecido, por ejemplo el Sil está directamente relacionado con la D.O. de Ribeira Sacra como el Guadiana lo está con muchos vinos extremeños.
Así ocurre con muchos otros, pero los ríos más importantes para el vino en la Península Ibérica son el Ebro, que riega La Rioja o la Terra Alta, y, sobre todo, el río Duero en su recorrido internacional tanto por España como por su tramo portugués, allí el llamado Douro es, por ejemplo, el río del vino de Oporto.
En la película «Entre copas» los protagonistas recorren una zona vitivinícola de California visitando bodegas y disfrutando del mundo del vino. Los españoles tenemos mucha suerte pues tenemos la oportunidad de recorrer rutas enológicas muy diversas, siempre y cuando el conductor no beba para contribuir a la seguridad del viaje. Algunos recorridos siguen el curso de esos ríos, pero lo mejor es alternar en un mismo viaje dos zonas diferentes, por ejemplo, visitar la Ribera del Duero y La Rioja, y así comparar sus paisajes, sus vinos, sus ríos, su gastronomía… Es un viaje peculiar pero, sobre todo, es un viaje por algunas de las mejores bodegas, viñedos y ríos españoles.
Uno de los lugares de mayor concentración de bodegas de calidad en España está junto al río Duero entre las localidades de Quintanilla de Onésimo y Peñafiel.
En esta zona están esas bodegas que todos conocemos y que a todos nos suenan aunque nunca hayamos probado sus caldos: Protos, Vega Sicilia o Viña Mayor, entre otras, son algunas de esas míticas bodegas. A esta zona privilegiada se le denomina la «Milla de Oro del Vino».
El valor de estos monocultivos es tan elevado que son deseados por los grandes capitales de cualquier sector productivo; todo rico, empresario o famoso quiere tener aquí su propia bodega.
El turismo enológico lleva pocos años en España y eso es bueno porque no está masificado, además las bodegas ya están preparadas para esta actividad y podemos disfrutar de un viaje muy singular. Se necesitarían muchos días para visitar todas las bodegas de esta zona, así que veamos dos que nos servirán de ejemplo.
La pequeña elevación en la que se asienta la bodega de Viña Mayor fue el motivo por el que la elegí para conocer la primera de Ribera del Duero y acerté. Desde sus instalaciones las vistas del valle eran magníficas. En la lejanía se veían perfectamente los horizontales bordes blancos del valle erosionados por las aguas y en su fondo, junto al cauce, el bosque de galería de álamos cubriendo por completo el curso de agua. Entre los bordes y el fondo se abrían extensos campos de perfectas rayas verdes y grises, los viñedos. ¡Qué paisaje tan bonito!
El interior de la bodega está inmaculado: la maquinaria, las barricas y los toneles de acero están muy limpios, incluso, brillan. El aroma a vino lo invade todo, da gusto. Esto es importante, pero el vino es el protagonista principal. Al degustarlos se percibe que sus caldos son excelentes y su relación calidad-precio es de las mejores.
Su vino, denominado Secreto es lujurioso para los sentidos. Sus aromas contienen todo el recuerdo de la viña y a la vez transmite las sensaciones del proceso de madurez que recibe de la madera. Al beberlo cierro los ojos e imagino cómo el río Duero llega hasta los racimos, se convierte en zumo, fermenta, se une a la madera… En fin, llega hasta mi paladar y lo saboreo.
Viña Mayor es una bodega que está en el territorio de Quintanilla de Onésimo, un pueblo pegado al río y que tiene un puente, junto a él hay un antiguo molino harinero que ya no funciona como tal. Hoy esta antigua aceña se ha convertido en un atractivo hotel, es un edificio precioso en el que contrasta la decoración minimalista y moderna con la estructura de un molino de agua tradicional. El Hotel Fuente de la Aceña tiene sus muros en el río y esto le da frescor, un sonido muy relajante y, sobre todo, mucho encanto. Aquí tienes la posibilidad de observar el Duero casi bajo tus pies desde el restaurante mientras comes o saboreas un vino. Lo disfrutas junto al mismo río que regó la viña de la que procede; de nuevo tenemos el vino y el agua.
Aguas arriba encontramos un afluente del Duero por la izquierda: el Duratón. Entre ambos ríos se asienta Peñafiel y arriba, vigilante, está su majestuoso castillo encaramado en un cerro. Uno de los más conocidos baluartes defensivos del medievo español que asoma sobre las brumas invernales al amanecer simulando ser un barco entre vaporosas ondas marinas varado en medio de Castilla. La fortaleza, símbolo del municipio, que fue parte importante de la defensa de la línea divisoria entre el mundo cristiano y el musulmán hoy ha cambiado su uso. Aún así sigue siendo un bastión muy significativo para la comarca porque ahora es el Museo Provincial del Vino. La historia de este castillo fronterizo en tiempos de la Reconquista es muy especial y, desde sus almenas, las vistas de Peñafiel y sus alrededores son las mejores. Desde aquí se ve perfectamente la plaza del Coso o el río Duratón antes de dar sus aguas al Duero, al gran río del vino, que es el tercero en longitud de la península, el segundo en caudal y el primero por el tamaño de su cuenca y por la cantidad de buenos vinos. Casi se puede decir que la cuenca del Duero es Castilla-León.
La vista de Peñafiel desde el castillo también contempla a sus pies unas bodegas muy importantes: las de Protos. Es la primera bodega, no en vano su nombre que procede del griego significa eso mismo: «Ser primero«. En 1927 esta bodega fue la primera de la Ribera, ahora 83 años después además sus bodegas tienen el privilegio de ser también las últimas, o sea las más modernas porque el pasado 16 de diciembre de 2010 se inauguraron sus nuevas instalaciones. Una magnífica obra perfectamente integrada en el entorno. Una edificación que realza su imagen y la del pueblo. Así se suman 20.000 metros cuadrados más para elaborar uno de los vinos más conocidos y apreciados de la zona.
Es una bodega formada por 5 grandes bóvedas parabólicas en una parcela triangular (lo que le añade encanto a la obra) que simulan ser unas grandes barricas al pie del magnífico castillo. Ya las antiguas bodegas de Protos eran toda una maravilla con 2 kilómetros de galerías subterráneas en el corazón del cerro en el que se asienta su castillo. Al visitar la antigua bodega uno se introduce bajo el cerro justo debajo de la pétrea construcción defensiva como si se quisiera penetrar en su intimidad. Impresiona pensar hasta dónde llegan las bodegas.
Remontando el Duero se llega a otra de las capitales del vino, Aranda de Duero, Burgos. Ésta es la única provincia que tiene parte en la Ribera del Duero y en La Rioja, aunque aquí sea solamente un municipio, y la única por la que pasan el Duero y el Ebro. Burgos nos sirve de nexo en esta ruta entre ríos y vinos; y nos sirve para cambiar de aguas y de vinos, para llegar a La Rioja.
La Rioja es una comarca afortunada y el Ebro, su principal río, es el ibérico más caudaloso, el segundo más largo de la península y el único de los tres grandes completamente español. Otro río que riega viñas, que se mete en las uvas y, que en parte, te bebes al catar un rioja. El Ebro pasa por Haro y Logroño y cruza toda la D.O. La Rioja, él trajo las tierras fértiles de su vega para que las vides fructifiquen y su zumo se convierta en uno de los mejores vinos.
La Rioja es una comarca afortunada, al norte la sierra de Cantabria hace de barrera para los vientos fríos y por el sur se encuentra protegida de la continentalidad de la península por la sierra de la Demanda.
Si a esto le añadimos que el Ebro tiene su vega de tierras fértiles en medio, la mezcla sale a pedir de boca. Los viñedos tienen las condiciones perfectas para dar unos frutos de calidad excelente.
En esta comarca el Hotel Cosme Palacio nos ofrece hospedaje, restauración, su bodega y además la posibilidad de dormir sobre los depósitos de vino, hoy en desuso, de la antigua bodega Palacios en Laguardia. Dormir en una bodega es una experiencia muy singular para los que son amantes del vino y además, para hacer una ruta enológica no hay nada mejor que estar alojado junto a la cuna del vino, parece que te predispone más. Una bodega en la que además se come muy bien porque el restaurante es de los mejores de la zona. El hotel Cosme Palacio tiene el mismo nombre que su gran vino y es un lugar ideal para iniciar visitas a pueblecitos preciosos, a una ciudad como Logroño o ver otras bodegas de otra comarca de renombre internacional: La Rioja.
Las rutas enológicas tienen muchas posibilidades en España, incluso, es bueno conocer dos o más en el mismo viaje para poder comparar sus calidades, cualidades y disfrutar de sus caldos y también de sus paisajes, en este caso, asociados a los ríos más importantes del vino en la península Ibérica.
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