Una vez pasado agosto, solemos desechar los destinos de litoral de nuestra lista de posibles. Sin pensar en todo lo que nos perdemos. No solo por lo que cambia la costa en épocas menos calurosas, sino también por la gran cantidad de actividades o destinos que existen en esas montañas del prelitoral. La Costa Daurada es uno de esos destinos que sorprende y nos ofrece todo tipo de planes, en cualquier época del año.
La costa del Vendrell
La luz del sol otoñal le otorga un colorido diferente a aquellos espacios que creímos reservados solo para el calor estival. Creemos que el litoral es un paisaje reservado para el verano, sin embargo, conocer los enclaves costeros en otras épocas del año es uno de los paseos más sorprendentes y espectaculares. Y no solo por la agradable brisa marina, también por la cantidad de flora y fauna que albergan estos lugares y que en ocasiones queda escondida tras la invasión de sombrillas y toallas del verano.

Uno de los espacios en los que mejor podemos apreciar esta transformación del paisaje se encuentra en la Costa Daurada. Nos referimos a las playas del Vendrell, donde lugares tan conocidos como Sant Salvador, Coma-ruga o El Francás nos sorprenderán como nunca. Una costa de más de 7 km de longitud, de arena fina, por la que pasear tranquilamente escuchando la bruma del mar, observando el infinito horizonte del mar y la gran cantidad de aves que cruzan este área en su tránsito migratorio.
El enclave natural de Les Madrigueres es una de las joyas de la corona del la Costa Daurada. Ubicado en el barrio marítimo de Sant Salvador del Vendrell, se trata de un espacio litoral de unas 30 hectáreas en el que observar una gran diversidad de paisajes y fauna. Paseos que transitan desde las dunas de fina arena hacia lagunas de costa con cañaverales y juncales, hasta zonas de matorral mediterráneo. Una de las recompensas más buscadas por quienes visitan este espacio es conseguir avistar al chortilejo patinegro, un ave en peligro que habita en este entorno. Y las sorpresas no acaban aquí, ya que escondido entre esta vegetación, cerca de la playa, se puede ver un búnker de la Guerra Civil.

Pero, no todo está a la vista. Los más valiente, esos que adoran el mar y son capaces de darse un chapuzón incluso en diciembre pueden adentrarse en la reserva marina de la Masía Blanca, cerca del puerto de Coma-ruga. Este espacio alberga prados marinos, zonas arenosas y un pequeño arrecife de coral. Cabe añadir que hasta esta reserva llega el manantial termal de Brisamar, cuyas aguas están a 19ºC durante todo el año. Consecuentemente, zambullirse en una ruta de snorkel en cualquier época del año no es una idea tan arriesgada. Además, la barrera de coral y la biodiversidad marina se pueden apreciar entre los 4 y los 16 metros de profundidad.
Parc Natural de la Serra de Montsant
Pero, como ya hemos mencionado en otras ocasiones, las posibilidades que nos ofrece la Costa Daurada no se limitan al litoral. En el interior de Tarragona existen un sinfin de actividades para los gustos de todos los viajeros. Si lo que buscamos una vez llegado septiembre es naturaleza, montaña y turismo activo, la Costa Daurada sigue siendo el destino perfecto. Una enorme y clara muestra de ello es el Parc Natural de la Serra de Montsant; donde puedes realizar senderismo, escalada u otras actividades deportivas al tiempo que paseas por las primeras huellas humanas en este territorio.
Numerosas rutas, para todos los niveles recorren los rincones de la abrupta formación rocosa que es la Serra de Montsant. El Parque ofrece ocho itinerarios para conocer la flora autóctona, once caminos que recorren la Sierra comenzando desde diferentes pueblos de la zona y, además, cinco rutas culturales que incluyen la tradicional Red de Caminos del Priorat. Quienes busquen más adrenalina tienen la posibilidad de recorrer el Montsant a través de su vía ferrata o completar toda la vuelta al Parque en BTT.
Uno de los paisajes más impresionantes es el del desfiladero de Fraguerau. Paseando junto al río Montsant, que atraviesa el macizo desde su zona Norte hacia la Oeste, podemos observar cómo la naturaleza ha ido modelando este paisaje calcáreo a su antojo a lo largo de los siglos. El majestuoso desfiladero se abre en el embalse de Margalef otorgándonos una amplia visión del paisaje.

Ahora bien, el Parc Natural de Montsant no solo es testigo de las modificaciones naturales del paisaje. En adición, al pasear por este enclave podemos observar como la acción natural y la humana han ido dando forma al macizo. Los riscos y cuevas fueron en el pasado el espacio ideal para la vida de los ermitaños. En consecuencia, las ermitas proliferaron por toda la montaña; como por ejemplo la ermita de Sant Bartomeu (siglo XII). Aunque los humanos llevan habitando en esta zona desde el Neolítico, como certifican los yacimientos arqueológicos de las Cuevas del Fem y del Hort de la Boquera.
Tanto las playas del Vendrell como el Parc Natural del Montsant son claros ejemplos de la riqueza paisajística, natural y cultural de la Costa Daurada. Un destino inagotable, con un enorme abanico de posibilidades para explorar y para deleitar a todo tipo de viajeros. Desde los más inquietos y aventureros hasta aquellos que buscan un destino para relajarse y descansar de la ajetreada rutina, en cualquier época del año.
*Foto de Portada: Mar de nubes desde la Serra de Montsant. © Joan Capdevila