Hay personas que quieren hacer un cambio a una dieta más ligera o, directamente, a una dieta vegetariana, pero o bien no se animan o no saben cómo hacerlo. Básicamente, no saben qué comer al principio.
Las razones pueden ser de lo más variopintas: problemas de salud, sobrepeso, hinchazón y malas digestiones, necesidad de sentirse mejor o con más ligereza, alimentos que comienzan a caer mal… Es decir, hay una necesidad interior de cambiar. La primera pregunta que surge es: ¿por dónde empiezo?
Las nuevas y modernas corrientes vegetarianas han querido recoger este testigo y una propuesta que se suele lanzar a la sociedad es ¿por qué no practica usted «un día sin carnes»?. El ex Beatle Paul Mc Cartney es todo un abanderado en esta causa y propone los lunes sin carnes, incluso con libro de recetas. En la ciudad belga de Gante, donde también hay mucha conciencia vegetariana, se propone los jueves. Sea el día que sea para comenzar un cambio, es una excelente opción eliminar las carnes de la dieta un día a la semana, esto es: nada de jamón y embutidos, ni pollo, ni carne, ni pescado, ni marisco. Opte por comer ensaladas, pasta, arroz, legumbres, verduras salteadas, huevos, quesos frescos, yogures, pan integral, sopas, menestras, fruta fresca. Es muy accesible, tanto para hacerlo en casa como para salir a comer fuera.
Al final se ve que no es tan terrible, y mucha gente lo extiende a dos días o lo hace todo el fin de semana. En una segunda etapa, la idea es espaciar cada vez más el consumo de carne roja (léase carne, embutidos, butifarras, etc) y reemplazarlo por carnes blancas, como pollo y pescado.
En este estadio se quedan muchas personas, que acabarán siendo vegetarianas con el tiempo.
Resumiendo, para iniciarse, comenzar por «the day meat free» y, sobre todo, prestar atención a cómo se siente uno. Roma no se construyó en un día, y un vegetariano tampoco, a no ser que se haya nacido en un hogar «sin carne».