Los días, meses, años y siglos de Historia pasan a nuestro alrededor como algo fugaz, etéreo y volátil. Sin embargo, cada acción o gesto de las comunidades deja su huella en el patrimonio del pueblo. Un legado que permanece inquebrantable y que otorga identidad. Por ello, no podemos conocer un nuevo destino sin acercarnos primero a su cultura. Uno de los ejemplos más bonitos es la Costa Daurada, donde los elementos culturales declarados Patrimonio de la Humanidad campan a sus anchas, al alcance de cualquier turista que quiera adentrarse en su riqueza.
Pinturas Rupestres de Montblanc y Capçanes
Habiendo tanto de lo que hablar, lo mejor es empezar por el principio. Empezar pues por los restos más antiguos que certifican la presencia de grupos humanos en la provincia de Tarragona. Gracias a yacimientos arqueológicos en los que aparecen restos de herramientas de piedra, material para cocinar o restos de ajuares se ha podido determinar que en la zona hubo grupos humanos hace más de 8.000 años. Pero los restos más impresionantes son las pinturas rupestres en tonos negros, ocres y rojos en las paredes de cuevas y resguardos rocosos.

Una de las mejores formas de conocer la Prehistoria en la zona es visitar el Centro de Interpretación del Arte Rupestre en Montblanc. Allí también tendrás la oportunidad de comprobar con tus propios ojos el mensaje dibujado en piedra que ha sobrevivido imborrable durante los siglos. Otro de estos sobrecogedores espacios son las cuevas de Capçanes. Ambas cuevas forman parte de los 757 yacimientos con pinturas rupestres en el arco mediterráneo, incluidos desde 1998 en la lista de Patrimonio Mundial.
Tarraco, un viaje a la época de los romanos
Creada como un asentamiento militar romano para la conquista de la Península Ibérica durante las Guerras Púnicas, Tarraco se convirtió en una ciudad estratégica para los romanos. La importancia que tuvo Tarragona en esta época se percibe al pasear por las calles de esta urbe de la Costa Daurada. Rozando la muralla, imaginando el jolgorio del anfiteatro con vistas al Mediterráneo, paseando por el foro, etc.. Además, los romanos dejaron impronta de su valía para la ingeniería por ejemplo en el acueducto de les Ferreres, conocido como «Pont del Diable», y en la Vía Augusta, la principal calzada en la Península.

Este gran legado, le valió a la ciudad de Tarragona la denominación de Patrimonio de la Humanidad. En la actualidad, gracias a la gran oferta de tours que existen en la ciudad de Tarragona (ruta arqueológica, ruta romana, paseos que cuentan la Historia para niños…) podemos viajar al pasado sin movernos del presente. Aunque la mejor forma de sentir la fuerza de los caballos corriendo en la arena del circo o las luchas feroces entre gladiadores en el Anfiteatro es visitar Tarraco durante el mes de mayo, cuando se celebra el Festival Tarraco Viva.
El monasterio medieval de Poblet
De los restos romanos a la Edad Media. En la provincia de Tarragona es posible hacer un recorrido por todos los periodos históricos. Para acercarnos a la época de doncellas, caballeros y señores feudales es imprescindible visitar el monasterio cisterciense habitado más grande de Europa. Nos referimos al Reial Monestir de Santa Maria de Poblet, construido en 1150 por Ramon Berenguer IV. Aunque esta abadía ganó importancia verdaderamente a partir del siglo XIV, cuando fue convertida en panteón real de la Corona de Aragón.

Dentro de este conjunto medieval se encuentra la Capilla de San Jorge, la Puerta Dorada, la Capilla de Santa Catalina, el Palacio del Abad... Y, por supuesto, dentro es imprescindible pasear por el claustro, el refectorio, la biblioteca y la Iglesia Mayor. Este es el monasterio más grande de los que conforman la Ruta del Cister y, además, aunque haya espacios abiertos al público, es el único que sigue habitado por una comunidad de 30 monjes; en consecuencia la UNESCO lo clasificó como Patrimonio de la Humanidad en 1991. El Monasterio de Poblet es una oportunidad más para observar cómo el legado histórico sigue vivo.
Construir con piedra seca
Ahora que ya hemos avanzado en nuestra ruta por las localidades de la Costa Daurada habrás podido comprobar que todos ellos tienen un modelo de construcción común. Efectivamente, al recorrer las calles de estos pueblos, el paisaje se llena de construcciones hechas con piedra seca, sustentadas por bancales, márgenes de despedregar y barracas de viña o de vuelta. Lo singular de esta forma de construir es que no existe ningún material que una las piedras y, por ello, se ha ganado el distintivo de Patrimonio Inmaterial.

Y, a pesar de no existir entre las piedras ningún material que las una, ¡todavía siguen en pie! De hecho, en el Pla de Santa María puedes realizar la Ruta de la Capona o Ruta de les Barraques para conocer las construcciones más típicas entre los agricultores y pastores que extendieron el cultivo de la vid y el ganado por los campos tarraconenses entre los siglos XVII y XIX.
Collas Castelleras en Valls
El origen de los Castells, torres humanas, es un tanto incierto; aunque al parecer proviene de danzas tradicionales realizadas después de las procesiones en Cataluña, Valencia, Baleares durante festividades religiosas. Esta última parte, en la que los participantes levantaban ayudándose los unos a los otros grandes columnas verticales, tomó rápidamente consistencia propia. Es en Valls, ciudad ubicada en la comarca de Alt Camp en Tarragona, donde se tiene constancia de estas actividades desde el siglo XVIII.

En consecuencia, la Costa Daurada es el mejor lugar para conocer los castells y Valls es la cuna de esta tradición. Allí, los participantes, conocidos como castellers, se organizan en collas castelleras para ensayar durante todo el año. Los días más importantes para los castellers llegan cuando hay diada castellera. En el caso de Valls, el día de San Juan (24 de junio) y el día de Santa Úrsula (21 de octubre). Ambas jornadas son la ocasión perfecta para visitar Valls, adentrarse en su Plaça del Blat y conocer de primera mano una tradición centenaria que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.
Dieta Mediterránea
Y, como colofón, todo este recorrido por el Patrimonio de la Humanidad que alberga la Costa Daurada lo podrás acompañar del legado más valioso dentro de nuestra cultura. Una herencia que comprende desde el respeto a la tierra y a sus productos pasando por las recetas más genuinas y la transmisión de saberes, tradiciones y anécdotas alrededor de la mesa. Todo ello es lo que la UNESCO incluye como Patrimonio Inmaterial dentro del título Dieta Mediterránea.

El paisaje de olivar, vid, campos de cereales, colinas para el pastoreo y puertos de actividad incesante hacen posible una inagotable oferta de materia prima. Estos productos se han transformado a lo largo de los siglos entre fogones domésticos, donde se compartía generación tras generación el conocimiento. Como consecuencia, a día de hoy, nuestro viaje por la Costa Daurada pueda ir acompañado de una gastronomía histórica y deliciosa.