En la frontera entre Murcia y Albacete nace una gran sinergia bajo el nombre D.O.P. Jumilla. El Consejo Regulador de esta denominación de origen agrupa a viticultores, bodegas y cooperativas ubicadas entre el municipio murciano de Jumilla, que le da nombre a la organización, y seis municipios del sur de Albacete. En total, engloba una extensión de 22.700 ha y 41 bodegas que representan el carácter y la forma de hacer tradicional en esta zona del sureste español.
Nacimiento de la Denominación de Origen Protegida
En uno de los enterramientos de conjunto arqueológico de Coimbra del Barranco Ancho, aparecieron un par de pendientes de oro con forma de racimos de uva que atestiguan la importancia del cultivo de la vid en la región ya desde el siglo IV a.C. Más de 2.500 años de tradición vitivinícola que quedaron recogidos en 1966 bajo la D.O.P Jumilla, a fin de proteger el legado cultural e histórico de la región.
La producción de vino en Jumilla es milenaria, como así lo es su transporte y venta a otros espacios de la Península Ibérica. Ya en el siglo XVIII, los vinos de Jumilla eran famosos en Francia; lo que demuestra la fortaleza de la producción de vino en esta región. Por ello, a partir de los años sesenta se percibió la necesidad de proteger la forma de vida de la zona, atravesada transversalmente por la cultura vitivinícola en todos los pueblos que forman la D.O.P. Jumilla.

La cultura del vino convierte la frontera que separa Murcia y Albacete en una mera demarcación artificial. En consecuencia, la D.O.P. Jumilla es la única denominación supra-autonómica de España. Es decir, Murcia y Castilla La Mancha trabajan mano a mano para proteger los vinos de Jumilla y a sus productores. Esto queda reflejado en la costumbre de alternar en la presidencia de la organización entre bodegueros y viticultores, de Murcia y de Albacete.
Características del clima y el suelo del territorio Jumilla
Una de las particularidades de esta tierra es que está rodeada de una barrera montañosa de gran altitud, de hasta 1300m. Esto hace que los campos de Jumilla estén inmersos en una especie de microclima, donde a pesar de estar al lado del Mediterráneo se nutren de un clima de interior. Estas montañas bloquean las nubes que se forman en el mar y hacen que el régimen de lluvias sea muy escaso, favoreciendo que haya pocas humedades.

Los viñedos plantados en Jumilla están muy bien protegido, más allá de la D.O.P, el aire y su peculiar suelo lo protegen de las plagas. En este punto, chocan los vientos de la Meseta con las brisas marinas, por lo que el viñedo está siempre aireado; lo cual previene infecciones. Además, los suelos mayoritariamente calcáreos y arenosos. Esto hace que la tierra esté oxigenada, que los insectos no puedan subir a las cepas y mantiene la sequedad de la viña. Estas características hicieron que Jumilla fuese una de las regiones menos afectadas por la Filoxera y que, a día de hoy, mantenga cepas en pie franco.
El trabajo tradicional que une la D.O.P Jumilla
Esto convierte la zona en un enclave perfecto para el cultivo ecológico; de hecho, el 99% de la producción sigue este sistema. Un tipo de cultivo que simplemente aplica el respeto a la tierra que tienen bodegas que han convivido y trabajado, algunas durante más de 200 años de forma ininterrumpida, en la misma tierra. Las bodegas y vinicultores de la zona comparten un territorio, pero también una forma de hacer. La inmensa mayoría de cultivos son de secano, por lo que la densidad de plantación no es my amplia, cada viña necesita unos 6-7 metros cuadrados para poder obtener humedad del suelo y nutrirse de la bruma matutina.

En Jumilla, la variedad autóctona es la Monastrell, la que ha perdurado a lo largo de los años y la que ocupa el 70% de la producción. Ahora bien, los productores de Jumilla fueron unos de los primeros en salir al mundo y volvieron a las tierras de la D.O.P dispuestos a experimentar con nuevas variedades. En la actualidad, se trabaja con ocho variedades de uvas tintas: Monastrell, Tempranillo, Syrah, Garnacha Tintorera, Cabernet Sauvignon, Garnacha, Merlot, Petit Verdot. Así como ocho cepas distintas de uvas blancas: Airén, Macabeo, Sauvignon Blanc, Chardonnay, Moscatel, Verdejo, Pedro Ximénez, Malvasía.
El carácter de los vinos de Jumilla
Por su carácter mediterráneo, los vinos de Jumilla son vinos que nacen del sol. La vendimia se hace en octubre; es decir, la uva madura expuesta al imponente sol del sureste todo el verano. Esto hace que el azúcar y el alcohol se concentren; sin embargo, las bodegas y viticultores saben tratar estas características para conseguir vinos totalmente equilibrados. Potenciando los taninos suaves y sedosos para conseguir vinos de trago muy amable.

La diversidad de suelos, altitudes y disposición de la viña hacia el Norte se traduce en tonos de acidez muy interesantes. En cuanto a la variedad estrella de la región, la uva Monsatrell es muy equilibrada entre acidez, taninos redondos y alcohol. Es una uva cuyo mosto tiene mucha fruta, mucha personalidad. Cualquier sumiller que se preste sabe reconocer un vino de Jumilla al instante con estas características.
Desde la D.O.P. Jumilla no pueden estar más orgulloso de todos sus productores y productos. Sin embargo, este año están de especial enhorabuena; ya que Casa Castillo Pie Franco ha obtenido 100 puntos Parker, la máxima puntuación de este prestigioso premio mundial. Dos conclusiones se pueden obtener de esto. En primer lugar, la añada 2020 ha sido extremadamente buena en la región de Jumilla, al contrario que en el Norte de la Península. Por otro lado, atestigua que hay personas siempre trabajando por mejorar la calidad de los vinos de Jumilla para colocarlos donde se merecen a nivel mundial, como es el caso de José María Villar, con más de treinta años de dedicación entregada a la Bodega Casa Castillo.