El otro día decidí dar un paseo por algunos de los pueblos de La Alcarria en la provincia de Guadalajara. Empecé visitando el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana. Las ruinas de los edificios monumentales me impresionan por lo que fueron, por lo que vieron, por las gentes que lo ocuparon… Siempre que observo una de estas joyas intento imaginar lo que fue y ya no es. Hoy en día este excepcional monasterio está dedicado a celebraciones. A pesar de su estado impresionan dos imágenes: el claustro, que es una joya de renacimiento en España, y la iglesia, en ruinas y convertida en un jardín muy especial. Desde este lugar se divisa una panorámica espectacular del pueblo de Lupiana. Desde aquí arriba Lupiana se muestra como un pequeño municipio con su iglesia en lo alto, pero parece tener el atractivo suficiente como para que sea mi siguiente parada.
Lupiana es un pueblo que cuenta con muchos encantos. En lo alto del pueblo está la iglesia de San Bartolomé, del siglo XVI, y en la plaza del Ayuntamiento, aparte del edificio consistorial que es un edificio precioso con atrio, galería y torrecilla de hierro para el reloj, está la picota del siglo XVI. La concesión de la picota por parte de Felipe II significaba que el municipio tenía jurisdicción propia.
Lo que más me gusta de esta zona es, sobre todo, la tranquilidad. Es fácil oir el canto de los pájaros, lo ríos en la distancia o el viento soplar en los arbustos, pero incluso se puede escuchar perfectamente una conversación a más de 100 metros. En lugares como éste nos damos cuenta de la perfección del sentido del oído. Es posible que descubras muchos sutiles sonidos que en la gran ciudad quedan incluidos en el rumor del tráfico.
Los suaves relieves calizos de La Alcarria esconden valles maravillosos, con ríos de aguas limpias que corren, suenan y salpican entre las piedras. Las vegas de estos ríos son sitios fértiles repletos de vegetación, huertas o árboles. El curso de alguno de estos ríos se puede recorrer por caminos que siguen la vega y que se encuentran fácilmente en los pueblos. Caminando por alguno de estos caminos y después de haber dejado el pueblo atrás habrás entrado en un mundo aparte, un lugar que aunque cerca de la capital de la provincia, está muy lejos de parecerse a ella. El más atractivo de estos ríos quizá sea el Ungría que pasa por Caspueñas, un pequeño pueblo que tiene todo el encanto que han perdido la mayoría de los pueblos españoles al crecer de modo desmedido. «Sigue como hace años y eso es bonito en estos tiempos», dicen sus habitantes.
Además junto a ese mismo río Ungría podemos sentarnos y disfrutar de las viandas que nos ofrece el restaurante La Regadera. No hay que olvidar la rica gastronomía que esta tierra nos ofrece como los productos de la matanza, el cabrito, las nueces o la popular miel. En este restaurante, aparte de disponer del mejor lugar para descansar y respostar nuestro depósito, podemos charlar con Ángel, que es agallonero, o sea natural de Caspueñas, y un enamorado de la vida rural.
Después de comer se puede bajar la comida paseando por la vega del Ungría. Cruzando el puente se gira junto a la fuente de La Canaleja a la izquierda para salir del pueblo y entrar en el valle. Poco a poco los sonidos de la tranquilidad aparecerán y desaparecerá el nerviosismo que trajimos de la ciudad...
Galería fotográfica:
- Restaurante La Regadera en Caspueñas
- La Alcarria, Guadalajara
- Iglesia del Monasterio de Lupiana
- Iglesia de Caspueñas
- Claustro del Monasterio de San Bartolomé en Lupiana
- Caspueñas, Guadalajara