La región portuguesa de Alentejo es grande (27.000 Km2) y está poco poblada (cuenta con unos 750.000 habitantes). Esto provoca que el paisaje y el ambiente sea rural, tradicional y su gente, sencilla y amigable. Por eso, una ruta por este territorio puede resultar muy agradable y placentera, además la gastronomía de nuestros vecinos es sabrosa y abundante.
Comer por todo lo alto…
El paisaje del valle del río Sado a su paso por Alcácer do Sal es de cine: los meandros del río en medio de un gran valle pleno de verdes arrozales y en su orilla derecha, en la base de un cerro, se sitúa el pueblo con sus casas blancas.
Al mirar hacia el río los puentes levadizos de hierro se ven en contraluz al atardecer. Esa imagen recuerda las fotos antiguas… En lo alto de la colina, el castillo y, justo debajo, la Cripta Arqueológica que muestra los restos de las ocupaciones que los diversos pueblos han dejado en esta loma, ocupada desde hace 2.700 años, aunque hubo algunos momentos de abandono del castillo que terminó convirtiéndose en un convento. Posteriormente se transformó en una Posada de Portugal. Un alojamiento que tiene su restaurante en la sala de Columnas y sirve platos tradicionales con un toque de alta cocina.

Las posadas portuguesas tienen una similitud con los paradores españoles, suelen ubicarse en edificios históricos, tienen una calidad notable y en sus restaurantes suelen reflejar la gastronomía local o regional con buena calidad.
Otro monumento histórico alentejano convertido en otra Posada de Portugal es el convento franciscano de Beja. Un edificio singular que mantiene el claustro, la sala capitular, una capilla, la gran iglesia… es una experiencia muy especial alojarse y disfrutar de la gastronomía en un convento del siglo XIII. Estos espacios transmiten mensajes históricos a quienes saben apreciarlo.
Un placentero sueño
La naturaleza ocupa mucho espacio en Alentejo. El sistema de aprovechamiento que en España se denomina dehesa allí también se practica, lo llaman: montado. Es una explotación agropecuaria muy completa: extraen el corcho del alcornoque, del que Portugal es el primer productor mundial, y que no daña al árbol; también el aprovechamiento de las bellotas, de las que hacen muchos productos, sobre todo veganos, para alimentación; y, por supuesto, crían ganado en un sistema sostenible con muchos siglos de existencia.
Esos mismos productos: la madera, el corcho y la piedra son elementos que están presentes en un alojamiento muy peculiar de Montemor-o-Novo el hotel Sleep&Nature. El sitio ideal para descansar, está diseñado para ello. El silencio del campo y la piscina, el SPA o los alrededores son relajantes. Y no hace falta salir para cenar o comer, su restaurante es suficientemente bueno para disfrutarlo. Todo en este alojamiento contribuye al descanso.
Para encantar el paladar en Alentejo
La calidad gastronómica alentejana se comprueba en cualquier bar de cualquier pueblo, porque los portugueses, como cualquier otro habitante peninsular, aprecian la buena mesa allá donde se sienten a yantar.
Existe un restaurante, en Grândola, que se ve muy diferente de cuando entras a cuando sales… Al llegar se ve un bar que podría ser un establecimiento normal, aunque pronto dejará de serlo, ya verás. En el momento en que se cata la primera cucharada de su sopa de marisco o su arroz con almejas y gambas la percepción cambia. Se convierten, de repente, en algunos de los mejores platos que hayas tomado. Es difícil hacerlo más sabroso e imposible mejorar su producto y su frescura. Sus recetas podrían ser las del mejor restaurante, pero esto no lo verás hasta que no salgas de comer. El restaurante Litoral es inolvidable, si se está en Alentejo, hay que ir. Merecerá la pena el viaje.

En Ferreira do Alentejo hay otra mesa que hay que visitar. El Patio dos Andorinhas es un lugar de experiencias, allí comerás pero la estancia será sensacional en muchos aspectos. La música en directo, tan íntima que tocará tu corazón, sus excelentes vinos de talha, en los que parece que te bebes las uvas, los detalles decorativos y la conversación con Rui, un maestro de la dialéctica, configuran un todo, una experiencia completa que te hará sentir una parte alentejana solamente existente en este lugar escondido entre las calles del pueblo.
Bares, qué lugares
La gastronomía popular alentejana es muy rica y se puede descubrir de una manera sencilla, a través de sus bares, de sus raciones, de sus petiscos (aperitivos) y de sus menús o como se dice en portugués el prato do dia. La calidad de la comida en esta tierra es siempre buena.
La Tasca do Filipe, en Aljustrel, está especializada en la carne a la brasa y no es difícil encontrar algunos vecinos que disfrutan cantando bellas canciones tradicionales con voces dignas de los mejores coros mientras comen o se toman un aperitivo. Toda una experiencia.

Hay que ir a Vila de Frades, la capital del vino de talha, para conocer bien este vino, el mismo que hacían los romanos. Un vino natural que elaboran en bodegas como Gerações da Talha. Te lo explican en la propia bodega que es una joya visual, lo catas y te enamoras de un vino singular que se elabora en muy pocos lugares del mundo. En la misma calle está el Centro de Interpretación del Vino de Talha para mayor conocimiento, además las ruinas de una bodega romana en San Cucufate, muy cercana, donde se admiran los ancestros de esa forma de vinificar milenaria.
Otra bodega con restaurante en el mismo municipio es País das Uvas. La cocina es casera y muy rica, el trato es excelente como casi siempre en Portugal y no se puede dejar de visitar su bodega, impresionante y antiquísima.