En plena temporada de esquí, te damos algunas pistas para que disfrutes de la gastronomía de montaña en una de las estaciones más visitadas del Pirineo: Baqueira-Beret, en el Valle de Arán (Lleida).
La cocina aranesa es muy particular. La influencia francesa está muy presente tanto en los productos como en las elaboraciones. Es una cocina rural, contundente pero a la vez exquisita y muy reconfortante. La olla aranesa es el estandarte de su recetario, donde abundan también los patés y los platos con pato.
Hay lugares ya clásicos a los que merece la pena ir a cenar tras una jornada de esquí, algún día para darse un homenaje, como es Casa Irene (en Artíes), el restaurante más prestigioso del valle de Arán y con una merecida fama. Tiene dos menús degustación y otro que cambia cada día. No es barato, pero la calidad se paga, y es que en la carta se pueden encontrar auténticas exquisiteces como Liebre a la Royale con soubise de remolacha o Civet de jabalí al chocolate amargo, sin renunciar a su olla aranesa.
Otro de los consagrados donde se come de maravilla es Casa Peru, en Baguergue, famoso por su cocina casera con los mejores productos del valle. Su tortilla de patata es imprescindible, y muy recomendables sus guisos, como las albóndigas de ciervo, y las carnes a la parrilla.
Para cenar de manera más informal, pero igualmente deliciosa, puedes probar a ir de pinchos en Urtau. Está en la plaza de Artíes, y se puede comer en «miniatura» hasta el postre. Con sucursales en Bossots y Vielha, la taberna de Artíes tiene mucho encanto por su ubicación. Es la casa madre, desde que abrió en 1963, ofreciendo platos típicos de la zona, como los callos o los caracoles. En los 90, por sugerencia de un cocinero, introdujeron los pinchos y hasta hoy: tienen hasta 70 diferentes. Hay que dejarse aconsejar en los vinos y aprovechar la posibilidad de probar grandes caldos por copas. Lo dicho, la esencia vasca de pinchos de calidad entre montañas.
La Vinoteca Eth Cerer, en Unha (617 652 418), una aldea de cuento de Salardú, es uno de esos lugares que uno guardaría casi como un secreto para que preserve su magia. Por la comida, por los vinos, por el ambiente, por el no sé qué… el caso es que este restaurante-vinoteca de comida típica aranesa y vinos muy bien elegidos es muy especial. Paredes de piedra y madera, chimenea, viejas vigas, vistas al valle y un personal atento y agradable han conseguido una clientela fiel que repite cada temporada. Tiene dos menús, de 14€ y 18€ (9€ el infantil). De su carta es obligatorio empezar con el pan de cristal con tomate y fuet, probar los patés de la casa, la olla aranesa, por supuesto, los huevos rotos con virutas de foie, el magret de pato con salsa de pistacho, las carnes de ternera, el bacalao… Los postres también son caseros y muy buenos ¿Una recomendación? Mejor dos: la tarta de queso y el mousse de chocolate. La selección de vinos es excelente y lleva el sello del dueño, Charly, un apasionado de la enología. Pero lo más auténtico del restaurante es su camarero, Matthew, o Mateo, ya verás por qué… Y la música de fondo, fantástica, sobre todo para nostálgicos de los noventa. Lo más normal es que la sobremesa se alargue con el último trago de vino y los primeros gin tonics (de 5 a 7 €), que los bordan.
Para reponer fuerzas o comer la última jornada de esquí antes de volver a casa, te recomendamos una hamburguesa de lujo en Hamburguesería-Crepería Escornacrabes (973 644 081). Está a la entrada de Baqueira 1.500 (a la izquierda, frente al hotel Montarto). Cuenta con dos plantas que, a diario, se llenan a la hora de la cena. La carne es de excelente calidad y los precios muy ajustados. La hamburguesa o crêpe, bebida, algún entrante para compartir y postre, te saldrá por poco más de 15 euros.