El nombre Ibérica, que dio nombre a nuestra península, proviene del río Ebro. Es uno de los cursos de agua más afortunados que existen en Europa. A lo largo de sus 910 km. pasa por algunos de los paisajes más bonitos y espectaculares de la península; su cauce atraviesa cañones, pueblos, ciudades y dos capitales de comunidad autónoma: Zaragoza y Logroño. Sus aguas riegan sotos frondosos y multitud de huertas y viñedos, e incluso atraviesa áreas semidesérticas. Además, nace en una magnífica surgencia de agua en Fontibre, de aguas procedentes del pico Tres Mares y se entrega al mar en uno de los más perfectos deltas del mundo.
Si nos remontamos en el espacio y el tiempo, veremos cómo hace dos milenios los romanos remontaban el río utilizando barcazas de poco calado y tirados mediante bestias por los caminos de sirga. Contaban con uno de los mejores puertos fluviales del Imperio Romano en Caesaraugusta: la actual Zaragoza, pero no era el final del camino líquido. El río era navegable hasta la tierra del vino. Y hasta allí navegaremos…
Salón junto al río
Muchos son los viñedos que se asientan en la vega del gran río, e incluso hay también bodegas, pero solamente una, Bodegas Roda ubicada en el Barrio de la Estación de Haro, en La Rioja, tiene un calado centenario (siglo XIX) que termina en un balcón sobre el propio río Ebro, con un «salón» con su mesa y sus sillas al aire libre y cuyas paredes son los árboles y la roca; y las vistas, la corriente de agua y sus orillas. Un lugar íntimo, único y con mucha historia. De estos mismos calados partían los vinos a Francia cuando, en el siglo XIX, primero el oidium y luego la terrible filoxera, arrasaron los viñedos galos, pero se iban en el tren, y por eso es el Barrio de la Estación.
El mismo calado que acaba en el Ebro empieza en el Bar de Vinos Roda, este establecimiento sirve para cumplir con una costumbre de esta tierra: tomarse un vino. Y si la cosa va a más, se puede hacer la visita recorriendo la bodega del siglo XIX y acabarla haciendo una cata y tomando un lunch en ese salón al aire libre. Además, esta bodega está acompañada por otras cinco centenarias en el mismo barrio, y entre las seis suman en total más de 700 años de tradición, de elegante arquitectura, con buenos vinos y siempre junto al río, por el que continuamos, ahora, aguas abajo…
El balcón de las estrellas
Muchas viñas están plantadas junto al río y algunas vides se alimentan directamente de sus aguas, pero muy pocas tienen el privilegio de estar situadas sobre el río, en un balcón, y divisarlo. El lugar de Bodegas Valdelana está en el municipio de Elciego, en Álava, pero uno de sus viñedos: el Jardín de las Variedades (llamado así porque cuenta con 135 variedades de uva) es un balcón sobre un meandro ibérico, porque es del Ebro, que está repleto de árboles y encanto. Hasta esta zona llegaban los romanos remontando el río, pero hoy es más fácil y llegamos en coche para sentarnos en esta atalaya privilegiada, tomarnos un vino y disfrutar de la sierra de la Demanda, del río y del gran valle pero, sobre todo, del ocaso y de las estrellas… Al atardecer las vistas mejoran su color a cada segundo, hasta que el tinte de luz da paso a la noche y las estrellas empiezan a tintinear. Se ve hasta la Vía Láctea. Llega el momento del Maridaje Estelar, y los sentidos se exponen a música, estrellas y constelaciones, a las palabras de Juanje Valdelana y a sus vinos. Es tiempo de disfrutar y sentir placer…
La ruta de las Civilizaciones es otra actividad que propone Bodegas Valdelana. Esta ruta empieza visitando el museo Etnográfico que tienen en las antiguas bodegas del siglo XV y XVI, en cuyo calado tienen una capilla.
Después se continúa visitando el dolmen de la Chabola de la Hechicera y la ermita de Berberana que son algunos hitos que la historia de los diferentes pueblos han dejado en esta tierra. Por esos lares existe la aútentica Vitis vinifera, clonada de aquel vino que sirviera para consagrar en el Oriente Próximo hace unos dos milenios. ¡Fabuloso!
Trazos, letras y uvas
El fabulista Félix María de Samaniego nació en Laguardia en 1745 y ya entonces su familia tenía en propiedad la finca de La Escobosa, que ya producía vino en el siglo XVIII. Estos viñedos actualmente pertenecen a Bodegas Solar de Samaniego, una bodega que tiene una curiosa relación con sus clientes en forma de cofradía y que cuenta con 65.000 cofrades. Serlo es sencillo y barato, pues simplemente haciendo la visita y una compra, por ejemplo, ya se consigue y da derecho a muchas cosas: es como ser socio.
Los trazos, las letras y las uvas forman el hilo conductor de esta bodega: la Tienda-Librería, un espacio diseñado por Lázaro Rosa-Violán, sirve para leer y catar; la sala de Fábulas&Barricas, para tomar un vino mientras se leen las fábulas escritas en las barricas o se ve el vídeo; la sala de Fincas, un espacio para conversar junto a las acuarelas de los paisajes de sus viñedos; y, por supuesto, también está el sitio más impresionante de todos, al que le llaman Catedral del Vino, con los «grafittis» gigantes en los depósitos.
Los trazos de Guido van Helten cubrieron los depósitos de hormigón de los años 70, que tienen 13 m de altura. Y lo hizo casi sin despegarse de los tanques. Es el llamado Espacio Medio Millón o Catedral del Vino, por la inmensidad del lugar y sus «frescos». La imagen embriaga más que el vino, pero hay que verla en vivo allí. Sintiéndose pequeño, estando boquiabierto y retorciendo el cuello para mirar hacia arriba durante largo rato, porque no cansa, impacta… Son imágenes que no se olvidan y sus modelos son de carne y hueso, de hecho a alguno lo vemos trabajando por allí para compararlo.
No te puedes perder
- Visitar Haro, sobre todo durante la Batalla del Vino, la Cata del Barrio de la Estación o el Carnaval del Vino.
- Visitar Laguardia y ver el pórtico policromado de la iglesia de Santa María de los Reyes.
- Recorrer en bici o a pie, al menos, un tramo del Camino Natural del Ebro.
- Practicar actividades inolvidables, como montar en globo o el Maridaje Estelar.
- Comer o cenar en el restaurante La Cueva: tradición y buena relación calidad-precio.
Información práctica
El Autobús Turístico del Vino es el modo más seguro para recorrer la zona y poder disfrutar del vino sin tener que conducir.