Pradorey abandona su proyecto de Rueda y se estrena en su bodega de Ribera de Duero burgalesa con este Blanco, ‘el singular’, que entra directo a su listado de Los Imprescindibles. Para elaborar el ‘blanco de la casa’ utiliza variedades de Castilla y León que siempre vendimian de noche (viogner, albarín y verdejo), concretamente de Codorniz (Segovia), Grajal de Campos (León) y Nava del Rey (Valladolid).
Lo elaboran en su novísima bodega de blancos, una ampliación construida en plena pandemia en la bodega, donde además de contar con un viñedo experimental, han plantado 10ha de variedades blancas en su finca Los Quemados, de donde saldrán los próximos vinos, para sus creadores, «lo mejor está por llegar».
Pradorey Blanco (2020) se fermenta en hormigón y acero inoxidable entre 15 y 20º y luego tiene una crianza mixta en barricas de roble americano y francés y en depósitos de hormigón durante cinco meses. Este proceso es muy diferente al del blanco verdejo estándar, algo de lo que la bodega se siente muy orgullosa.
Nota de cata
El resultado es un vino fino, elegante y fresco de un amarillo intenso, con notas de frutas de hueso y blanca madura, recuerdos a frutos secos y notas balsámicas de vainilla y torrefactos.
En boca es equilibrado, sedoso y amplio, de acidez moderada, con persistencia y recuerdos en el retrogusto de frutas de hueso. Características por las que se puede decir que es un vino muy gastronómico, perfecto para acompañar una comida de principio a fin.
Armoniza muy bien con pescados blancos grasos y azules suaves; con una paella de marisco; las pastas frescas con base de nata o queso; y puede ser el compañero ideal de la cocina asiática.
A su gran versatilidad y a ese carácter cautivador, se suma el bonito continente, una estilizada botella digna de colección.
Precio: 9 €.
