A nuestras abuelas no había que decirles qué era sostenible y qué no, se guiaban por el sentido común y también por lo que no quedaba más remedio que hacer, que solía ser cocinar lo mejor posible con lo que había. Hoy, la posibilidad de elegir cualquier producto de cualquier zona del mundo, e incluso alimentos preparados y procesados, ha convertido nuestra alimentación en una ruleta rusa y un peligro realmente serio para la sostenibilidad del mundo.
Por ello nos hacemos eco de este Decálogo para la Alimentación Sostenible en la Comunidad: Declaración de Gran Canaria 16, elaborado por una treintena de expertos en nutrición, nacionales e internacionales, y dirigido a mejorar la sostenibilidad alimentaria en todo el planeta. Algunas de las recomendaciones, y no lo digo en broma, eran propias de nuestras abuelas:
1.- Elige y come alimentos de proximidad. Escoge productos del territorio en mercados locales
El transporte de los alimentos desde lugares remotos a sus puntos de consumo representa un componente importante de la huella ambiental de la alimentación, fundamentalmente por el consumo de energía y su consiguiente contaminación. Además, la compra de productos locales en mercados locales incide positivamente en la economía y desarrollo local, en la reactivación del entorno rural y en la protección del paisaje y los ecosistemas.
2.- Consume alimentos de temporada, preferentemente
Los alimentos de temporada respetan las estaciones y las condiciones climáticas propicias, proporcionando productos con mejores características organolépticas y nutricionales. Además, los alimentos adquiridos en su temporada suelen ser más económicos y sostenibles.
3.- Revaloriza alimentos y recetas tradicionales y locales
La educación alimentaria es un elemento fundamental para la cultura e identidad de los pueblos y, por ende, la protección del patrimonio gastronómico y culinario en la comunidad debe suponer una prioridad para la propia sostenibilidad alimentaria.
4.- Aprende a comprar y cocinar en compañía
En familia o con amigos, el aprendizaje de unos hábitos alimentarios saludables pasa por conocer los alimentos, las técnicas culinarias y las habilidades básicas para comprar e incluso para producir los alimentos e ingredientes.
5.- Planifica los menús y las compras. Intenta reducir los desechos, evita el despilfarro de alimentos y recicla adecuadamente en el hogar y en la comunidad
La planificación de las compras y los menús debe obedecer a criterios de sostenibilidad: salud, medioambiente, economía y cultura. Por ello debe evitarse el derroche y el desperdicio que se genera a lo largo de toda la cadena alimentaria (productor, distribuidor, consumidor). Intenta reciclar adecuadamente tanto los desechos alimentarios como sus envases, practicando también la solidaridad alimentaria.
6.- Prioriza los alimentos vegetales. Modera el consumo de carne y derivados, y lácteos
La producción de alimentos animales (sobre todo carnes rojas, derivados cárnicos y lácteos por procedimientos intensivos) produce una huella medioambiental mayor que la de los elementos vegetales (cereales, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y frutos secos), especialmente por la mayor emisión de gases de efecto invernadero, mayor consumo de agua y recursos energéticos y mayor utilización de superficie terrestre. Además, tu salud lo agradecerá.
7.- Utiliza la biodiversidad terrestre y acuática de forma sostenible para asegurar su continuidad
La pérdida de biodiversidad durante las últimas décadas, tanto en especies vegetales como animales, puede comprometer la sostenibilidad del sistema alimentario mundial y llegar a comprometer la seguridad de los alimentos y deteriorar la calidad y variedad alimentaria. El consumidor, aunque tiene una responsabilidad menor sobre estos aspectos de la alimentación, debe ser consciente de su importancia y trascendencia de manera proactiva. Fíjate en la información disponible en el punto de compra y, si no la ves, pregunta.
8.- Interésate por la sostenibilidad y la equidad de los procedimientos agrícolas, ganaderos y pesqueros
La sostenibilidad es importante a lo largo de toda la cadena alimentaria (producción, transformación y distribución), tanto en productos animales como vegetales. El medio ambiente suele ser más vulnerable a la producción intensiva que a los sistemas tradicionales de producción, cría o pesca y, por ello, hay que fomentar los sistemas alimentarios armónicos y sostenibles.
9.- Disfruta de la convivialidad y del placer de la comida, siempre con equilibrio y moderación
Convivialidad y placer son elementos fundamentales del acto alimentario que le imprimen identidad; no obstante, estos deben combinarse con el equilibrio, la variedad y la moderación para evitar que lo lúdico y festivo se convierta en excesos y derroche.
10.- La Dieta Mediterránea representa uno de los ejemplos más emblemáticos de alimentación saludable y sostenible
La Dieta Mediterránea, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, representa uno de los modelos alimentarios más saludables, tradicionales y sostenibles del planeta. Su preservación y promoción no sólo tiene efectos sobre la salud y la calidad de vida de las personas y de la comunidad, sino también sobre la salud de nuestro planeta. Deben fomentarse y desarrollarse acciones comunitarias que promuevan los patrones alimentarios saludables de proximidad ligados al territorio (terrestre y acuático), la Cultura, la equidad y a la Economía.