José María Rodríguez, aprendió el oficio de la cocina de la mano de grandes chefs de la talla de Sergi Arola o Joan Roca, durante su etapa académica en Cataluña, donde se formó estudió en la Escuela de Hostelería y Turismo de Sant Pol de Mar. Además, posee experiencia en el extranjero (Bélgica, Francia, Suiza o Reino Unido), donde trabajó en restaurantes de renombre y codo a codo junto a estrellas Michelin de quienes absorbió toda su sabiduría.
Rodríguez reconoce que, aunque su etapa de aprendizaje trabajando en aquellos restaurantes fue muy positiva, su sueño desde muy pequeño era el de recorrer el mundo. “Empecé a ahorrar desde que empecé a trabajar y ahora viajo por el mundo con una mochila y un móvil, buscando los pueblos originarios de continente en continente, país a país”.
La aventura de este cocinero, natural de Cádiz, comenzó hace catorce años cuando, impulsado por su amor al surf, decidió viajar a la isla indonesia de Bali, donde terminó prendado de su riqueza gastronómica.
«Cuando terminaba de surfear, siempre iba a comer a algún puestecillo callejero que encontraba de paso, casi siempre atraído por el olor que desprendían sus fogones… un día vi a una señora cocinando a la que le pregunté qué es lo que hacía. Ella, al verme interesado y tras ganarse mi confianza, me invitó a entrar a su casa, allí comenzamos a cocinar juntos, quedé fascinado».
Después de este primer contacto, Rodríguez, decidió alquilar una moto para moverse por la isla y conocer nuevos sabores y técnicas culinarias locales. Tras Indonesia, su travesía continuó por otros países del Sudeste Asiático como Tailandia, Laos, donde, confiesa, probó el búfalo de agua, Camboya o Vietnam, lugar en el que descubrió platos como el ‘Balut’, huevo de pato fertilizado con embrión en desarrollo, muy popular también en otros países de la zona como en Filipinas.
Tras recorrer el sur de Asia, dio el salto al continente americano. «Anduve por Argentina, Brasil, Paraguay…Y por países andinos como Bolivia (donde comió ‘caldo de cardán’, elaborado con genitales de toro y papas andinas) o Perú, la gente es maravillosa por allí. Además, la cocina local de esa zona ofrece una variedad de productos y texturas inmensas debido a la diversidad de alturas».
Pero su odisea no concluye en esas tierras, ya que su espíritu aventurero le llevó a África, donde convivió y cocinó con el pueblo Bereber en el Sáhara marroquí, donde le sorprendieron gratamente los crepes hojaldrados o el cordero asado a la brasa, entre otros. “Este es el legado que se refleja en este trabajo de investigación que me ha costado mucho esfuerzo”… su documental.
«BOCADO EN LA TIERRA», SU AVENTURA EN IMÁGENES
El documental titulado ‘Bocado en la Tierra’ cuenta la peculiar aventura del «guisandero». Se trata de “un recorrido por la antropología, la etnografía, la investigación de diferentes súper alimentos, las técnicas culinarias ancestrales, el estudio de los aspectos físicos y por la manera de interpretar el mundo de los pueblos nativos”.
Rodríguez se conmueve cuando recuerda los lugares a los que ha tenido la suerte de viajar en los que ha descubierto la diversidad de sus climas, sus entornos, sus paisajes, su historia y, por supuesto, su cocina…
Según asegura, en el patrimonio culinario de los pueblos nativos, se encuentran reflejados aspectos de la cocina española. «Es la expresión más clara de cómo los nativos han transformado los recursos y la historia de nuestra tierra, en algo que nos identifica, nos distingue y a su vez nos une en nuestra diversidad: el recetario de nuestra riqueza gastronómica nacional».
Recetas que ha intentado compartir, «no desde una mirada arbitraria o personal sino más bien intentando difundir aquellas que representen de verdad a aquellas familias y pueblos que las han preparado desde siempre con respeto, generosidad y orgullo«.
Si queréis saber más sobre este cocinero errante lo podéis hacer a través sus redes sociales y canales de Gastrósofo Bohemio en Facebook, Instagram y Youtube.