Entrar al Hotel Orfila es hacerlo a la excelencia con la perspectiva de otra época: desde el olor a fresco a la iluminación, desde la atención a los exquisitos bouquets florales, todo lleva a otro tiempo, que en este caso sí es, necesariamente, mejor. Todo ese ambiente hace temer que quizá el restaurante se haya quedado algo rezagado… pero afortunadamente no es el caso.
Nombre: Hotel Orfila
Dirección: Orfila, 6 – Madrid
Teléfono: 91 702 77 70
Página Web: www.hotelorfila.com
Tipo de cocina: Creativa
Entorno: Comedor amplio, elegantemente decorado e iluminado con gusto, que da acceso al jardín renacentista: una belleza.
Servicio: Amable y eficaz
Accesibilidad: Buena.
Ambiente: Clientes del hotel y parejas o pequeños grupos, amantes de la gastronomía.
Aparcacoches: Cuenta con aparcamiento.
Precio: El menú degustación cuesta 80 euros, aunque se puede comer a la carta por 50-60 euros, según pedido y vinos.
Fecha visita: Miércoles, 26 de junio de 2013
Cocina:
Comenzamos con un aperitivo de Cangrejo con caviar de Riofrío muy elegante y refrescante.
Le sigue Anchoa 00 marinada, salmorejo de tomate asado y Quinoa Real, que está mezclada con jalapeños (22 euros), un conjunto atrevido, con buena calidad de productos.
Después probamos la Anguila ahumada con arope de calabaza y yogurt-sichimi (24 euros). La anguila está muy bien integrada en el plato, pero le falta algo de contraste salino para ser un mar y montaña potente.
A continuación llega una Sopa de Melón y Sandía Roberto de Tudela, crema y notas cítricas (16 euros) con buena cremosidad e impecable presentación, a la que le faltan texturas y un poco de contraste sobre el dulce, que lo abarca todo. Seguimos con un atrevido Rape al vapor de Bangkok, espuma de coco-albahaca y citronella, un sabor muy Thai, pero a la vez elegante.
Continuamos con un clásico: el Pichón de Bresse asado y reposado con jugo intenso, técnicamente perfecto, con buen punto de todos sus ingredientes y una carne con profundidad aromática.
Nos adentramos en el primer postre con un Camembert al calvados y confitado de boletus: muy original la mezcla, el confitado sorprendente, interesante el plato. Tiempo de Albaricoques (10 euros), nos dice que hemos terminado el menú: un postre con puro sabor a esta fruta veraniega, en el que bien se podría haber incluido algún elemento de contraste.
Con todo el menú tomamos dos vinos que nos aconsejo el sumiller Christofer Rubio: uno blanco Finca Las Caraballas verdejo rueda (25 euros) y un tinto Martín Berdugo (24 euros). El pan es correcto, disponiendo de diferentes variedades
Observaciones:
Si se desea cenar en la terraza conviene reservar, ya que suele estar llena.
Calificación:
El jovencísimo Rubén Arnanz ha dado un giro nuevo a la cocina del restaurante, que siempre ha tenido un velo de clasicismo, y no es que el chef no sea clásico, porque algunos de sus platos lo son, pero mezcla con valentía un Picón de Bresse con un Rape Thai y el menú no se resiente, por el contrario, lo enriquece. Aún tendrá que pulir algunas cuestiones, sobre todo en la mezcla de texturas (sólo lleva unos meses en el restaurante), pero su cocina es vibrante, imaginativa y a la vez elegante. En algunos de sus platos se notan sus influencias, a veces francesas, a veces exóticas, pero en el conjunto se percibe claramente elegancia y una cierta sofisticación urbana y, sobre todo, mucho sabor e intención.