La diversidad y la riqueza de la geología de Almería (cobre, plata o yeso) han congregado una gran multitud de personas y grupos humanos desde hace milenios. Es un lugar atractivo. Ese peculiar acercamiento entre las montañas y el mar, a los que se añade un clima muy soleado, le han aportado esa identidad tan propia: ¡Cómo Almería no existe nada!
Entre la tierra y el subsuelo
Antes de construirse la pirámide de Keops, en Almería un grupo de unas 1.000 personas ya habitaban Los Millares, la ciudad-estado de la época del cobre más importante de Europa. Luis Siret, el arqueólogo belga que trabajó en Almería, dijo que esta provincia es un «museo de arqueología al aire libre». Así es, en el museo de Arqueología del castillo del Marqués de los Vélez, en Cuevas del Almanzora, se exponen piezas y se demuestra la importancia de otra cultura posterior a Los Millares: la del Argar. Este edificio también alberga la colección de pintura e, incluso, tiene uno de Picasso, en el museo de Antonio Manuel Campoy.
Cuevas del Almanzora recibe su nombre de las viviendas rupestres y del río. El hombre, desde hace mucho las excavaba y las ha habitado desde que teníamos una relación más estrecha con la Madre Tierra, tanto que no quería abandonar su regazo. La Cueva Museo es una de esas viviendas trogloditas que abundan allí, en ella se puede conocer perfectamente cómo se vivía dentro de la Tierra, sí, en las entrañas del planeta, y los utensilios que usaban habitualmente entonces.
Bajo tierra también están la multitud de cuevas que el agua ha formado en los yesos de Sorbas. Estas cavidades son un ejemplo díficil de ver, pues la mayoría de las cuevas que se visitan se forman en sustrato calizo; en yesos hay pocas y de esta magnitud casi ninguna. Están entre las mejores del mundo. Las cuevas de Sorbas centellean, brillan al ser iluminados por el frontal (linterna en el casco), pues los cristales de yeso se comportan como espejuelos, haciendo reflejos. Además, esconden muchos secretos que los guías desvelan al recorrerla. Hay varios niveles de dificultad para hacer la visita, pero desde el más secillo, verla es un espectáculo.
En la orilla del mar
El Levante Almeriense oculta unos tesoros bajo el agua que solamente se localizan al sumergirse en la playa de los Cocedores y ver lo que nadie podría imaginar. La superficie del mar oculta unos fondos con una diversidad de fauna marina y multitud de peces de colores difícil de igualar. Es increíble. Es fácil descubrirlo practicando snorkel con un guía y, sobre todo, haciendo buceo con botella, pero hay que saber el lugar exacto para encontrar esas maravillas. Es imposible calcular el tiempo, ya que dos horas viendo esa belleza parecen 20 minutos. Esta costa, además, permite hacer otros deportes naúticos en casi cualquier momento del año porque el clima no es frío nunca y el cielo suele estar despejado siempre.
Hace siglos hubo una época insegura en la costa, los piratas devastaban la costa haciendo razias. Para evitar esos desastres, Carlos III construyó unas baterías de defensa en la misma orilla. En San Juan de los Terreros hay una de estas fortalezas, que está en perfecto estado y aún conserva la leyenda sobre el dintel, caso raro. En ella está el Centro de Interpretación de la Geoda de Pulpí. Esta geoda es inmensa. La concreción de yeso ha formado unos macrocristales que son como gigantes diamantes de yeso. Verlo con las gafas en 3D es impresionante, sensacional. En breve el lugar se habilitará para hacer visitas, pero la entrada al interior de la geoda, que es muy delicada, no se permitirá para protegerla.
La Geoda también es el nombre de un restaurante cercano que está en Mar de Pulpí y en el que se come de maravilla en su terraza frente al mar. Buscan buena calidad en el producto y lo cocinan muy bien. Además, los amantes de los deportes náuticos pueden abrir el apetito allí mismo, ya que se puede practicar kayak o paddle surf, entre muchos otros, y casi en cualquier época del año, pues el clima es muy suave hasta en invierno.
httpv://youtu.be/p3qthO6f3Ec
De entre las rocas, el agua
Por encima de Níjar está el pueblecito de Huebro, donde se encuentra la roca caliza sobre la metamórfica: la primera permite pasar el agua y la segunda no, así un gran manantial, que brota en la unión entre rocas, es el nacimiento del río Huebro. Aguas que beben los vecinos directamente del nacedero. Allí, juntitos todos, tienen sus contadores. De este encuentro de rocas nace el agua y la Ruta del Agua, que recorre 22 que ya no se usan y están en ruinas, aunque varios conservan parte de su maquinaria. Escalonados descienden hasta Níjar… ¡Una ruta repleta de grandes paisajes y pequeños detalles!
En Almería se aprecia mucho el agua desde siempre y no la desperdician; lo explican de un modo muy geográfico en el museo de la Memoria del Agua de Níjar. Es un espacio dedicado al estudio y la divulgación del conocimiento de un recurso cada vez más escaso: el agua. Cuenta con una información sencilla para el público general y también buenos mapas, más técnicos, para los especialistas. Maximizar el aprovechamiento y el uso de este recurso necesario para la vida es fundamental en los tiempos que vivimos, debido a su escasez. Y en el futuro será aún más importante estimarlo…
El mejor aprovechamiento del agua y de la geología lo hace Baldo García, séptima generación de alfareros, y continúa aportando creatividad a su trabajo de toda la vida. Es toda una experiencia obrar con las manos en el oficio que, según la Biblia, sirvió para crear al ser humano. Baldo sigue creando sus obras en el alfar, a la vieja usanza, un producto artesano con los materiales recogidos de la naturaleza, como lo hacían los árabes, para no perder su identidad de alfarero tradicional.
No te puedes perder:
- En Vera, en el pueblo, hay que comer en el restaurante Casa Carmona. Platos y raciones de calidad con una bodega excelente. O en el restaurante Juan Moreno, que aúna calidad en el producto, buena cocina y buenos precios. Tiene unos vinos locales sensacionales, desconocidos y baratos.
- En Níjar hay que probar los panes y la repostería que elaboran en el Horno de san Martín de Vera.
- Tomar un buen pescadito en la orilla del mar en el chiringuito El Espigón de Garrucha. Casi sobre el agua y con unas raciones riquísimas de pescado y gambas. Sin lujos pero excelente. Y siempre corre una brisa que refresca.
- Probar los vinos de Cepa Bosquet. El tinto de uva Syrah es sensacional.
Información práctica:
- Hotel Valle del Este. Golf, piscina, spa, restaurante… Tranquilo y elegante. Buena relación calidad-precio.