El Museo de arte contemporáneo Thyssen-Bornemisza dedica un espacio en el ático del edificio a la terraza, dirigida por el Antiguo Convento Catering, en el que está permitido fumar y se necesita reservar con antelación.
Su temporada de apertura se inauguró el 28 de junio y concluirá el 27 de septiembre, coincidiendo con la exposición de Antonio López, quien ya ha visitado en más de una ocasión el Mirador, un enclave con una ténua iluminación y espacio para ofrecer cenas a cerca de un centenar de comensales.
Nombre: Mirador del Thyssen
Dirección: Paseo del Prado, nº 8, Madrid
Teléfono: 91 429 39 84
Página Web: http://elmiradordelthyssen.com/
Tipo de cocina: Creativa
Entorno: Acogedora zona chill out a la entrada y alargada terraza con mesas
Servicio: Escaso, aunque atento, dirigido por el Metre Sumiller David Núñez
Accesibilidad: Buena, se entra por el Museo
Ambiente: Turistas, visitantes del Museo y parejas
Aparcacoches: No
Precio: Medio-alto
Fecha visita: Cena, miércoles 6 de julio de 2011
Cocina:
Comenzamos la cena con un aperitivo: Patatas a las dos salsas, a la vez que nos dan a elegir entre tres tipos de panes, entre los que destaca el de cereales.
Llega el primer entrante: Terrina de foie con bomba de frambuesa, emulsión de mango y crujiente de frutos secos y cacao (23€), un foie muy correcto que untamos en unas tostas de pan, buena combinación de sabor con la mermelada.
Continuamos con Manjar blanco, cigalas ibéricas y migas al tomillo (21€), un caldo falto de consistencia, con una presentación diferente a la habitual para realizar la fotografía, en la que se incluyen las cigalas. El último entrante es Maridaje de quesos y salazones (27€), que comenzamos probando desde el queso más suave y tierno al más fuerte, el de cabra.
A continuación nos sirven los segundos: Solomillo de pluma ibérica en mar y montaña, al que llamar «tierra, mar y aire», (27€), un plato con elementos no muy integrados, además de no estar en su punto, como es el caso de la cebolla, dura, y del marisco, seco, aunque la carne sí estaba jugosa; y Lomo de atún rojo con tiradito de ají, crema de ajo y puerro confitado (29€), un lomo muy limpio con un sabor picante y guarnición para olvidar. Terminamos con Lomito de cordero relleno de patatas panaderas (28€), con escasa jugosidad de la carne.
Llega la cocina dulce, Frutas exóticas, sabayón helado y caramelo de gatanga y azafrán (8€), de ración generosa, elaborado con diferentes frutas: rabután, carambolo, fruta del dragón, papaya y melón, con un gran contraste debido al helado de almendra que lo acompaña.
Le sigue el Bizcocho templado de chocolate negro, frambuesas y cremoso de yuzu (9,50€), correcto. Concluimos los postres con un plato venido de lejos: Pantxineta árabe de crema y frutos secos (9,50€), sugerente a la vista, pero sin mucho sabor.
La cena, con sugerencias de Eva Viera, Metre del Mirador, se cierra con Mignardises (3€), unas canicas con chocolate y gelatina de ginebra con tónica.
Los platos pueden maridarse con una amplia carta de vinos, que pueden pedirse por copa a partir de 4,75€.
Observaciones:
Para poder cenar en El Mirador del Museo Thyssen es necesario realizar una reserva antes, por lo que hay que planear la asistencia a esta terraza con antelación.
Calificación:
El Mirador es un sitio agradable para cenar por lo emblemático del edificio, pero gastronómicamente le falta calidad y sobre todo, técnica en las preparaciones. Con ese nivel de precios, no se pueden poner pescados y carnes secas o vegetales crudos, haciéndolos pasar por braseados. Da la impresión de que nos encontramos ante una cocina de ensamblaje y no muy bien resuelta. Cabe destacar la profesionalidad del servicio de sala, que apenas da a basto.
Por otra parte, la terraza no cuenta con una buena iluminación ni con espacio suficiente entre mesas para hacer de la misma un lugar agradable. Por tanto, una buena idea con mucho que mejorar.