Detalle de uno de los divertidos muñecos que adornan el museo

El Museo de la Patata Frita de Brujas

Eva Celada05/05/2011
Detalle de uno de los divertidos muñecos que adornan el museoDetalle de uno de los divertidos muñecos que adornan el museo

Comer patatas fritas en Bélgica es el deporte nacional, y es frecuente que haya puestos callejeros en diferentes plazas donde se sirven junto a salsas, normalmente mayonesa, de mostaza o la que denominan salsa española picante.

Tal es el amor del pueblo belga por este sencillo alimento que se consideran las patatas como uno de los elementos de unión del país dividido en tres zonas que no siempre estan bien avenidas. Quizá por ello en Brujas se ubica el que posiblemente es el único Museo de la Patata Frita del mundo el Friet Museum, en el que en tres plantas se se puede ver desde la iconografía de las patatas fritas: carteles, anuncios, dibujos… hasta el origen de la patata en Bélgica, su utilización, su relación con Santa Teresa de Jesús, que fue quién la introdujo en Flandes a través de uno de sus conventos allí ubicado, ya que se las daba a los enfermos porque consideraba que mejoraba su salud… y hasta un puesto tipo carrito bastante grande, similar a los que se utilizaban a principios de siglo.

Este cartel es una muestra de la iconografía sobre la patata frita que se muestra en el Friet MuseumEste cartel es una muestra de la iconografía sobre la patata frita que se muestra en el Friet Museum

En la planta baja de este museo, que podría denominarse Quich, hay una especie de cafetería donde se pueden tomar patatas fritas recién hechas y donde te ofrecen además las indicaciones para realizarlas correctamente: la variedad de patata con la que se hacen es la Bintje, y deben ser patatas frescas, cortadas y peladas justo antes de freír.

La fritura se realiza con grasa de buey no refinada, la llamada «blanc de boeuf», y el secreto de lo buenas que estan es, posiblemente, que se preparan en dos frituras: la primera durante 6 minutos a 130-140º C, se dejan reposar durante diez minutos y después, justo cuando se van a tomar, se vuelven a freír a entre 165 y 170º durante entre uno y medio y tres minutos, se escurren bien, agitándolas y se sirven.

El museo alberga todo tipo de material relacionado con las patatas fritasEl museo alberga todo tipo de material relacionado con las patatas fritas

La entrada al museo cuesta seis euros para adultos y cuatro para niños. La visita, hecha con tranquilidad, viene a durar unas dos horas, incluída la degustación de patatas, y realmente merece la pena. Es curioso que, aunque las patatas fritas con grasa animal puedan parecer poco sanas, se ven escasos gordos en Bélgica, quizá porque gran parte de su población se traslada en bicicleta, lo que nos lleva a una reflexión: ¿Hasta que punto la alimentación es el factor predominante de la obesidad?

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