Este año la gente va a gastar mucho menos en Navidad, la tasa de paro es alta, y rara es la familia que no tiene un parado cerca o que no ve peligrar su puesto de trabajo, siempre lo digo: gastar menos no tiene porqué ser sinónimo de comer peor. La buena comida no es cara, sólo es distinta, y a veces, hasta más sana y recomendable, sólo es cuestión de conocerla y saberse algunos trucos. La típica cocina casera estas Navidades un poco engalanada puede ser una gran solución. Unas patatas a lo pobre con un puñadito de almejas; un pollo casero guisado al que se le ponen unos gambones en el último momento; un pastel de salmón con sucedáneo de caviar; un cóctel de marisco con langostinos congelados o una maravillosa lombarda con frutos secos. ¿Qué hay mejor que esto?. Y los segundos, ¿vamos a volver al besugo millonario, al solomillo estratosférico? Con lo buenas que estan unas caballas al horno con patatitas panaderas o un redondo de ternera relleno…
Por otra parte, la planificación de los menús navideños pasa por saber cuántos van a comer y qué días, no es lo mismo la cena de Nochebuena que la de Nochevieja: esta última puede ser más original, menos formal incluso, hasta podemos hacer una cena cóctel colocando en bandejas sobre la mesa la comida, y tomándola como nos vaya apeteciendo. Algunos supermercados garantizan los mismos precios durante todo el año, por ejemplo Mercadona, que tiene el mismo precio en sus langostinos en diciembre o en marzo (al menos eso dicen), sin embargo lo normal es que, al estar en una economía de mercado, lo que significa que el precio lo marca la oferta y la demanda, si hay mucha demanda lo lógico es que los precios suban porque hay menos producto para todos. Por esta razón muchas personas compran antes los productos y los congelan, estos días son los mejores para hacerlo: hay muchísima variedad a unos precios estupendos.
La base de la congelación de calidad es congelar muy rápido y descongelar muy lento. No todos los congeladores de las casas ofrecen la posibilidad de congelación rápida, ni todos los productos quedan igual. Por ejemplo, si congelamos una rodaja de merluza posiblemente quedará mejor que si congelamos verduras, ya que previamente hay que escaldarlas. Otros productos como las gambas, langostinos, el pulpo… que se compran tanto en estas fechas es mejor comprarlos de calidad congelados que comprarlos frescos y congelarlos, ya que se congelan nada más ser pescados y su calidad y sus propiedades nutricionales se mantienen intactas. El 38% de los españoles consume congelados al menos 3 veces a la semana y un 32% al menos una vez. Las verduras congeladas forman parte de lo que se llama «el convenience food» (cocina cómoda), después las patatas peladas y cortadas para freír, las pizzas, la merluza sin preparar, el pan, los langostinos, las croquetas, los surimis, las carnes y pescados empanados, los salteados, las gambas, el marisco, el calamar listo para rebozar, los pescados, las gulas, la bollería…
¿Qué congelados debemos tener en el congelador?
Los de producto en crudo, tanto verduras como pescados, mariscos… Las masas me gustan también, los hojaldres, algunos productos como las gambas, por ejemplo, -mejor sin pelar- son muy prácticas para improvisar un revuelto o un arroz, y se descongelan bien. Ha calado bastante entre la gente la idea de que el mejor aliado de la falta de tiempo y de la salud es el congelado, pero congelado no debiera ser sinónimo de cocina preparada, sino de despensa útil a la que acudir para tener variedad de alimentos. Si hacemos en casa unas lentejas, un pescado en salsa, unas croquetas o una salsa de tomate, es muy práctico guardar una parte y comerla otro día. Pero hay niños que como único pescado comen barritas de merluza: eso es una barbaridad, según los estudios en este tipo de preparados hay mucho rebozado y poco pescado, además de los añadidos de sal…
¿Qué congelados son más aconsejables para Navidad?
Dependiendo de los menús, aconsejaría comprar en fresco todo lo que pensemos que vamos a comer; por ejemplo, si vamos hacer unos aperitivos, un cóctel de marisco, después un besugo al horno con guarnición y después un carpaccio de frutas tropicales con helado. Compraría croquetitas, bocaditos de queso, hojaldritos, congelados – listos para freír o para el horno. A mí me gustan más las gambas y gambones que los langostinos, pero cualquiera de ellos sirve para el cóctel, también se le pueden añadir unos mejillones: también se venden congelados pero ya cocidos, algunas marcas los venden con su propio jugo, o unas gulas, que también se venden congeladas y están muy buenas. El besugo, al igual que los pescados grandes, se vende entero y limpio. Se debe dejar descongelar en el frigorífico al menos 48h y después se hará como siempre. La guarnición puede ser una guarnición tipo que vendan mezclada y saltearla con un poquito de jamón, para después incorporarla en bandeja aparte, o bien coger patatitas de cucharilla -las venden precocidas bastante buenas- y saltearlas con un poquito de mantequilla e incorporar después.
¿Cuáles son las claves para ahorrar en la comida en Navidad?
- Organizar el menú, incluyendo algún plato de cocina tradicional con algun elmento de lujo: por ejemplo, patatas a la importancia con unas almejitas.
- Comprar en fresco sólo lo que necesitemos y preparar algunas alternativas en congelado.
- Comprarlo todo de la mejor calidad, es la única forma de no tirar después comida ni perder tiempo.
- Utilizar productos que no son típicos de la Navidad, por ejemplo el salmón: con él se puede hacer desde pasteles fantásticos, al horno, a la tártara o el pollo por pavo: si lo compramos bueno y lo guisamos con dándole el toque mar y montaña con unos langostinos, quedará fantástico y es muy original.
- Las ensaladas son económicas, fáciles de hacer y muy resultonas con escabechados, con queso de cabra, bacón, con gulas y lima…
- Pedirle a la familia que en vez de traer cosas impredecibles que traigan alimentos: unos vino, otros un quesito, otros el postre… Así se trabaja menos y todos colaboran.
- No comprar para un ejército, al final sobra demasiada comida y se tira excesivamente.
- Adaptar el menú a los gustos de todos, si no acabaremos haciendo demasiados platos diferentes, si a tres no les gusta el pescado, hacer carne.
- Abusar de los aperitivos, si tenemos poca comida, a veces se apuntan quienes no esperábamos, es el momento de sacar la artillería pesada: croquetas, empanadillas, hojaldritos, gambas en gabardina, pequeños montaditos, cuando acaben con los aperitivos no tendrán a penas apetito…
- No permitir el picoteo en la cocina: de esa forma, comen y no cunde sobre la mesa.