Enofusión ha crecido y madurado en ésta su segunda edición: se podría decir que ha pasado de joven roble con potencial a buen crianza. Todavía tiene camino que recorrer, pero la línea ascendente es clara: el doblar el espacio de exposición y catas, y el haber puesto un precio simbólico (20-25 euros) para cada acto, ha sido suficiente para que desaparecieran los nervios, multitudes y tensiones del pasado año.
Tuvimos que elegir entre el extenso plan que proponía la Organización y, con gran dolor por nuestra parte, al no poder acudir a catas como la de Bodegas Bilbaínas, nos centramos en el resto, que se presentaban como memorables en nuestras expectativas.
Bodega Numanthia: «Una cata de Leyenda»
Una doble vertical con vinos de las añadas 2006, 2007 y 2008 de los dos vinos bandera de la Bodega: Numathia y Termanthia. Muchos puntos juntos en la mesa y una oportunidad única de probar los grandes vinos de esta propiedad de LVMH.
Nos sorprendió con su exposición un mediático Manuel Louzada, enólogo de la Bodega, en la que nos contó historias de cepas centenarias con raíces de 7 metros de profundidad, de clima extremo, del potencial de viña, de la tinta de Toro y sobre todo de su enamoramiento de este proyecto y esta tierra zamorana. Transmitiendo sensaciones, como debe hacer un buen comunicador.
La cata en sí fue un precioso ejercicio comparativo de añadas y parcelas: los Numanthias con su potencia elegante, marcando la añada con nitidez y cautivándonos con un 2007 que era el terroir y terciopelo que busco en cada uno de los vinos que cato. En cata ciega me hubiera ido a Burdeos en un primer momento, y hubiera metido la pata. Los tres Termanthias con la misma línea que su hermano mediano, pero ya con la complejidad de los grandes. Recordó el Sr. Louzada sus cien puntos Parker en el 2004 sobre lo que escribimos en esta revista, y se puede asegurar que los vinos de esta viña de más de 120 años no le andaban muy a la zaga. El Toro más elegante, con perdón de los Hermanos Eguren y su Teso La Monja.
Una cata magistral, seguramente irrepetible.
A continuación llegó otra de las catas a priori más interesantes:
Colección Rolland VS Marqués de Riscal
No hubo versus. Dos líneas muy diferenciadas entre los riojas clásicos y modernos de Marqués de Riscal, por un lado, y los vinos del mundo y de Pomerol de Michel Rolland, por el otro. Juntos pero no revueltos.
Comenzamos por los segundos, con unos frutales y típicos Malbec argentinos. El primero un Mariflor 2010 restallante de frescura y amabilidad. Frescura que le da su situación a las faldas de los Andes. A continuación un Val de Flores mas serio, pero en el que el carácter frutal de la variedad seguía dominando sobre una suave madera. Vinos muy bien hechos. A continuación, y por seguir un orden, vinieron un Sudafricano Bonne Nouvelle 2004, un vino muy «Nuevo Mundo»: Merlot, Cabernet Sauvignon y la castiza pinotage, forman un vino redondo y sin fisuras, especiado, largo y potente, sin perder su punto de elegancia.
A continuación entramos en el viejo mundo con un Chateau Fontenil 2001, un vino de Fronsac en el que su escaso 10% de Cabernet Sauvignon destacaba perfectamente sobre el 90% de Merlot. Muy balanceado y muy bien hecho. Acabamos con un Chateau Le Bon Pasteur 2009, un Pomerol que no por joven dejaba de tener la complejidad que se le supone a un vino que considero grande. Sobre los 100 euros, sin ser de los más caros, se mostró denso con unos preciosos aromas de ciruelas. En resumen, una línea de vinos que forman parte de de la «Collection Rolland», en la que no pude detectar el más mínimo defecto.
Los riojas de Marques de Riscal nos descubrieron, para empezar, su nuevo Reserva 2007. Vino en el que la típica madera predominante ya no aparece. Sin lugar a duda una elección perfecta para una comida. A continuación un Gran Reserva 2004, que nos llegó con un «corcho» o TCA muy potente, y que aunque nos volvieron a dar vino de otra botella, no llegamos a disfrutar. En cualquier caso, mucho más clásico que el Reserva anterior.
El Gran Reserva 150 Aniversario que vino a continuación fue para mi, junto al Le Bon Pasteur de Rolland, el triunfador de la cata: Todo lo que tiene que tener un rioja Gran Reserva. Cada vez estoy más convencido que es en esta gama donde están las joyas de Rioja. Acabamos con el Marqués con dos Barones: Chirel 2008 y 2010. Muy jóvenes pero marcando el potencial de estos grandes riojas modernos, más concentrados que sus antecesores pero manteniendo el carácter Rioja.
Y llegamos a la muy esperada cata de Gonzalez Byass:
Las Botas del Gran Olor. Selección y Clasificación de Tío Pepe en Rama
Otra vuelta de tuerca con un recorrido por las distintas soleras y bodegas que conforman un Tío Pepe. Cada una con sus características únicas y en busca de las escasas botas que contenían lo que D. Manuel María González-Gordon llamaba «el gran olor«.
Comenzamos con el tesoro que contiene la bodega más moderna del grupo González Byass: Marqués de Bonanza. Allí descansa un vino muy especial dentro de la bota nº 82 de la solera La Perla 1/107. Un descubrimiento la finura y sutileza con que está dotado este vino, que se me antoja como perfecta iniciación a los generosos. Qué pena que no se embotelle por separado, pues es realmente singular.
Seguimos nuestro viaje hasta llegar a la Bodega las Copas, donde nos espera la bota nº 9 de la solera Marchanudo, uno de los mejores, si no el mejor pago de Jerez. Un vino mineral y salino en la línea de los grandes. Seguimos nuestro camino entre las callejuelas jerezanas pasando por la bota 101 de la Solera Constitución en la Bodega Tio Pepe, por la nº 32 de la solera Tio Pepe AB y por la nº6 re la solera Tio Pepe Rebollo, ambas de la Bodega Constancia. La emoción de estar probando lo mismo que cata Jesús Flores, el enólogo de Gonzalez-Byass a la hora de componer un Tio Pepe, hace de esta cata un momento mágico. La suma de grandes vinos, todos ellos en conjunto, no pueden dar otra cosa que un gran vino.
Por fin acabamos con el Tio Pepe en Rama 2012 ya finalizado, que continúa en línea ascendente de la anterior de 2011. Con el Fino viejo Tres Palmas y con el ya mítico Fino Cuatro Palmas que nos hace ascender a los cielos. Un vino que ya considero de culto.
Gran iniciativa de la bodega, que no ha dejado de sorprendernos con esta última cata. Desde estas líneas felicito a todas las personas del Grupo González Byass, que nos han emocionado en varias ocasiones en los últimos doce meses. Yo diría que casi todas las emociones han venido de mano de esta bodega.