Fiestas, vinos y los mejores pinchos de la calle Laurel de Logroño

La capital de La Rioja, Logroño, celebra en junio sus fiestas de San Bernabé y es un buen motivo para recorrer la ciudad, salir a tapear por la famosa calle Laurel y conocer alguna de sus bodegas.

Alicia Hernández06/06/2016
Recreación del Asedio en las fiestas de San Bernabé

Logroño celebra el tiempo de vendimia por todo lo alto, pero es en el mes de junio cuando la capital de La Rioja se echa a la calle para rememorar uno de los episodios más importantes de su historia en el que participan todos los vecinos. Son las fiestas de San Bernabé (del 8 al 12 de junio), patrón de la ciudad, y en ellas se recuerda la defensa heroica de los logroñeses frente a las tropas francesas en 1521. Es un buen momento para acercarse a Logroño, vivir la fiesta y disfrutar también de su buena gastronomía con el tapeo por la calle Laurel como plan imprescindible y la visita a alguna de las bodegas que tiene la ciudad.

¡Viva San Bernabé!

Reparto de pan, vino y sardinas

En 1521 André de Foix, señor de Asparrot y conde de Foix, al mando del ejército francés, ocupó Navarra y puso rumbo a Logroño en su empeño por llegar a tierras de Castilla, atravesando la ciudad. Unos 30.000 soldados franceses asediaron durante 17 días Logroño, pero los vecinos se negaban a entregar la plaza. Cuando ésta estuvo a punto de caer, llegaron las tropas castellanas con 4.000 soldados al mando del Duque de Nájera e hicieron huir al ejército invasor. El día 11 de junio Logroño celebró el triunfo jurando el voto de San Bernabé, festividad de ese día, que pasó a ser patrón de la ciudad.

Cuenta la leyenda que los riojanos sobrevivieron dentro de las murallas a base de peces del río Ebro, vino y pan, y por eso en las fiestas se conmemora ofreciendo estos mismos alimentos a todos los visitantes, en uno de los momentos más tradicionales para los logroñeses.

Desfile del San Bernabé por las calles de Logroño

Para recordar la historia, los vecinos se visten con trajes de época y participan en los pasacalles, Comedias del Sitio, el Asedio a la Ciudad y mercados durante todos los días de las Fiestas. Las recreaciones se han ido perfeccionando con los años, y en la actualidad se monta casi una superproducción cinematográfica.

El día de San Bernabé, el Procurador Mayor, actuando como representante de todos los logroñeses, porta la bandera de la Ciudad. A continuación se celebra Misa Mayor en la iglesia del turno (cada año va cambiando), para dar gracias y rezar por los difuntos defensores de la Ciudad, y se reparte también la carne de lidia entre los visitantes.

Logroño, en mitad del Camino

El Mural del Peregrino despide a los caminantes en Logroño

Si no tenemos oportunidad de visitar Logroño en sus fiestas de San Bernabé, podemos imaginar cómo era la villa en la Edad Media siguiendo alguna de las visitas teatralizadas, como la de Los Caminos del Vino que parten del Cubo del Revellín. Es un antiguo fortín convertido ahora en sala de exposiciones y eventos, con un adarve por el que se puede pasear (gratuito) y que se encuentra muy cerca de la Oficina de Turismo). Entraremos al casco antiguo por la que es puerta de salida para los peregrinos que atraviesan Logroño: la Puerta del Camino o de Carlos V, la única que queda en pié de la antigua muralla. En verano el trasiego de peregrinos es contínuo y, caminando por la calle Barriocepo (donde conoceremos que el subsuelo de Logroño está lleno de calados o antiguas bodegas), nos toparemos con un gigantesco mural dedicado a la ruta Jacobea en el que se reproducen los sellos de las etapas del Camino en La Rioja (y alguno de otra galaxia) como tatuajes grabados en el torso de un peregrino anciano. Muy cerca, una de las paradas obligadas para los caminantes es la Iglesia de Santiago. Dentro se encuentra la Virgen de la Esperanza, patrona de la ciudad, y la cripta de los condenados. Cerca de esta iglesia está la Plaza de la Oca, con el juego de la oca. Es una alegoría al Camino de Santiago francés, en la que aparece cada una de las paradas de la ruta jacobea.

Las torres de las iglesias se reflejan en el Ebro

El Ebro discurre al lado, como un paseo más, y está cruzado por cinco puentes entre los que llama la atención el puente de Hierro: fue el primero en construirse en España. Una riada se llevó el viejo puente romano y, durante mucho tiempo, los logroñeses cruzaban de un lado a otro en barcazas. El puente de hierro, el de Sagasta, data de 1882 y fue obra de Práxedes Mateo Sagasta, del que oiremos hablar mucho y bien en nuestra visita a Logroño, pues es un personaje que hizo mucho por su ciudad y llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España.

Las torres de dos iglesias dibujan el skyline de Logroño. Una aguja octogonal corona la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio, que data de los siglos XII y XIII. Y en la concatedral de Santa María la Redonda… que no es redonda, pero sí lo era la iglesia románica sobre la que se construyó, y de las que heredó el apodo, despuntan sus dos ‘torres gemelas’, a las que realmente les separa una diferencia de unos cuantos centímetros. Dentro de la iglesia se conserva una tabla, El Calvario, que se atribuye al mismísimo Miguel Ángel… Y hay que pagar 50 cts. para poder verlo.

Por la calle Laurel, entre ‘champis’, caretas y ‘cojonudos’

La calle más famosa del tapeo en España... ¿y el mundo?

La visita a Logroño se completa, irremediablemente, pateando su centro histórico (Calles Laurel, Albornoz, Travesía de Laurel, San Agustín, Portales, San Juan, Travesía de San Juan, Ollerías, El Carmen y Marqués de Vallejo), donde se impone el tapeo.

El curso del Ebro en la calle Laurel

Entre todas, la Calle del Laurel se lleva la fama, y salir por ella de pinchos es un ritual que hay que hacer al menos una vez en la vida. Lejos de ser algo reservado a los turistas, cada domingo el centro se llena de logroñeses, riojanos y muchos visitantes de todas partes dispuestos a disfrutar a lo grande del arte de tapear con buenos vinos de Rioja. En poco más de los 200 metros que ocupa esta calle se concentran más de 60 bares y, una curiosidad que hay que conocer, es que también se la conoce como la senda de los elefantes. Y es que, si se hace la ruta de bar en bar y de vino en vino, lo más probable es que terminemos un poco «trompa». Si nos fijamos en el suelo de la calle Laurel, el río Ebro va dibujando su curso por el pavimento… y si lo seguimos también iremos haciendo «eses».

Podemos guiarnos por el consejo de amigos y paisanos o coger un mapa para ir tachando los bares y pinchos que vayamos probando. Cada bar tiene su pincho estrella, su especialidad, como las patatas bravas del Jubera, la sepia del Abuelo, los champiñones del Ángel, la tosta de boletos del Donosti, el ‘matrimonio’ del Blanco y Negro, la tortilla de patata del Sebas, el Agus (bocata de pincho moruno) de El Tío Agus, la careta de cerdo de La Tavina o el ‘cojonudo’ del Muro, que lejos de ser un espárrago blanco de gran calibre, se trata de un bollito con picadillo de chorizo y un huevo de codorniz.

Así se toma el pincho del Soriano

En la gran oferta se tiene en cuenta también a los celíacos y existe un folleto: Logroño sin gluten, para ir a lo seguro, con sitios donde tienen una buena oferta como La Taberna de Baco (calle San Agustín). Si el día 10 de cualquier mes estás en Logroño, puedes unirte a la Kedada Veggie. A las 21 horas, en la Taberna de Correos (San Agustín 10), tiene lugar la cita para tomar parte en una ruta alternativa de pinchos vegetarianos y veganos por la calle Laurel.

Cada uno irá eligiendo y parando según sus gustos o lo lleno que esté el bar (las tapas se pueden tomar en la calle), pero hay algunos pinchos que hay que probar obligatoriamente, como son los champiñones del Bar Soriano. Sólo hace este pincho. Un primer consejo: a las dos cierra, así que no te despistes, porque te quedarás sin probarlos. Y un segundo consejo: pregunta cómo tienes que tomarlo, porque tiene «técnica». El pincho en cuestión es un trozo de pan con tres champiñones a la plancha y una gamba, pinchados con un palillo. El truco para no mancharse consiste en colocar una servilleta debajo del pan, empujar el palillo hacia abajo, coger el pincho y empezar a comer los champiñones de uno en uno. ¡Perfecto!

Careta de cerdo en La Tavina

Y es que los pinchos son una tradición en La Rioja. La calle Laurel se ha ampliado mucho en los últimos años y ya abarca también las calles adyacentes, como la calle San Agustín, donde hay que probar los rotos del Bar Los rotos y en el Soldado de Tudelilla, su ensalada. Menos ajetreo hay en la calle San Juan, con bares de siempre y otros locales renovados con modernos pinchos.

Pero como no solo de pinchos se puede comer, la calle Laurel tiene buenos restuarantes para probar lo mejor de gastronomía riojana como la menestra, alcachofas, bacalao a la riojana o las míticas patatas a la riojana, y acompar todo con los vinos con DOCa.Rioja. Algunos consejos: El Cachetero, El Muro o El Charro, con buenas carnes asadas y verduras de temporada. Y más moderno, al principio de la calle Laurel, La Tavina.

Torta de queso de Cameros de Tondeluna

En la calle Portales también hay buenos sitios para comer, como Asador Portalón (en Portales, 7), y otra buena recomendación es probar la cocina de autor en versión informal que Francis Paniego (2 estrellas Michelin en Echaurren, Ezcaray) prepara en su restaurante Tondeluna, bajo los soportales  del Muro de la Mata, 9. De aquí no hay que marcharse sin probar las croquetas de jamón con la receta de su madre, Marisa, las sugerencias de verduras del momento que tengan fuera de carta y de postre, la tosta de queso de los Cameros con helado de miel de DellaSera. Fernando Saenz es el maestro heladero riojano, el chef del frío, que elabora helados con los sabores de La Rioja (sombra de higuera, chocobarrica, lías de vino blanco…) que muchos cocineros utilizan en sus platos, pero que también pueden degustarse en la heladería DellaSera, en la calle Portales, 8.  

Catas y mucha historia en las bodegas de Logroño

Jesús realiza catas muy entretenidas en Bodegas Ontañón

El vino no podía faltar como atractivo turístico en Logroño. Hay que estar atento a las distintas actividades que se organizan en el Centro de la Cultura del Rioja (que cuenta con winebar, enotienda y ludoteca para que los niños se entretengan mientras los mayores recorren el museo) y en otros escenarios, como las catas teatralizadas que tendrán lugar en el Cubo del Revellín y la Feria de Vinos de la Rioja que se celebrará el 12 de junio en Riojaforum. Sin alejarnos apenas del centro, podemos empaparnos de la cultura del vino visitando algunas de las bodegas de la capital. Una de las más emblemáticas son las Bodegas Ontañón. Ocupan el lugar donde estaba la fábrica de los caramelos de café Viuda de Solano y, además de conocer y catar sus excelentes vinos (visita y cata de 3 vinos, 1o euros, todos los días a las 12h y fines de semana a las 17h), vamos a adentrarnos en el espacio artístico creado por Miguel Ángel Saínz para la familia Pérez Cuevas, propietaria de la bodega. Las vidrieras, esculturas y cuadros sirven para difundir la cultura del vino y la tradición viticultora de las gentes de La Rioja, con un mensaje lleno de sensibilidad dirigido a todos los públicos, incluidos los más pequeños.

Marqués de Murrieta ha reconstruido el Castillo de Ygay (s XIX), que nació como un chateau al estilo de Burdeos, para convertirlo en un museo de la historia del vino en La Rioja. Organiza visitas privadas, de 6 a 12personas, con paseo por el viñedo y una cata final. Cuenta con una zona wine deluxe donde se puede hacer cata de vinos por copa sin cita previa.

Cine de Verano en Bodegas Franco Españolas

Bodegas Franco Españolas es una de las bodegas con mayor solera, a la que se llega andando (Cabo Noval, 2) tras cruzar el puente de Hierro. Además de adentrarnos en su historia (ha cumplido 125 años) e instalaciones y catar los vinos, estas bodegas organizan actividades tan apetecibles como su Cine de Verano en la Bodega los jueves de junio y julio, por solo 3 euros. Antes, puedes ir a tomar unos vinos y pinchos.

En familia: Minichefs en el mercado de abastos San Blas

Un plan gastronómico y divertido para los niños en Logroño: AlimentArte

AlimentArte es un planazo. Puedes apuntar a los niños (entre 4 y 12 años, 6 €) a estas divertidas clases de cocina en las que primero saldrán a comprar por los puestos del mercado de abastos de San Blas de Logroño y luego cocinarán platos típicos, como las patatas con chorizo o los pinchos de champiñones, y otros más modernos como los wraps de pollo y verde. Se organizan todos los sábados de verano (de 11 h a 13,40h) y mientras ellos juegan a ser minichefs, los adultos pueden aprovechar para apuntarse a una visita guiada, a una cata, o salir de compras o pinchos por la ciudad.

Otra experiencia que podéis vivir en familia es la visita guiada por Finca de Los Arandinos, en Entrena (a unos 13 km de Logroño). Se trata de un recorrido virtual, en plena naturaleza, en una finca rodeada de viñedos y olivos. Hay que seguir una ruta a través del teléfono móvil y descubrir, con códigos QR, las distintas estaciones del viñedo (primavera, verano, otoño e invierno), los procesos de recolección y vinificación, y aprender todo sobre el vino de La Rioja. La ruta termina con una cata/picnic con 3 vinos y 3 pinchos en el mismo viñedo o, si el tiempo no lo permite, en la Vinería.

Y para dormir…

La oferta hotelera en Logroño es muy completa. Cuenta con hoteles de cuatro estrellas, como el Gran Hotel AC, el Carlton Rioja, el NH Herencia Rioja o el Husa Gran Vía; de tres estrellas bien situados y con encanto, como Portales o Calle Mayor; y la mayoría de ellos con un alto nivel de servicios, incluida la oferta gastronómica y de enoturismo. Los peregrinos del Camino de Santiago cuentan con una buena oferta de albergues, de distintos tipos y capacidad.

Hotel-Bodega Finca de Los Arandinos

Finca de Los Arandinos es un hotel-bodega con una arquitectura vanguardista, rodeado de viñedos y olivos y situado a unos 15 minutos de Logroño. Dispone de 14 habitaciones diseñadas por dos de los creadores más importantes de España: el diseñador David Delfín y el arquitecto Javier Arizcuren. Su restaurante, Tierra, cuenta con el chef Diego Rodríguez que realiza una cocina de kilómetro cero, con platos de esencia riojana que se armonizan con los vinos de Finca de Los Arandinos. Para completar la experiencia, el spa dispone de tratamientos de vinoterapia.