¿Funcionan los alimentos funcionales?

11/07/2011

A diario, nuestra cesta de la compra se ve abordada por productos enriquecidos con omega-3, ricos en calcio, fitoesteroles, fibra… Todos ellos son los alimentos funcionales, pero ¿qué hace funcional a un alimento? En este artículo os ofrecemos todas las claves para entender este creciente segmento de la industria alimentaria.

La nutrición ha experimentado un cambio en nuestra sociedad: Hemos pasado de buscar una nutrición adecuada, que nos aporte los nutrientes necesarios para satisfacer las necesidades de nuestro organismo, a buscar una nutrición óptima, en la que además de lo anterior se incluyan alimentos para mejorar nuestra salud general y prevenir futuros riesgos. En este contexto nacen los alimentos funcionales.

¿Qué son los alimentos funcionales?

Un alimento se considera funcional cuando, además de destacar por sus propiedades nutritivas, contiene ciertos elementos, cuyo consumo diario dentro de una dieta equilibrada ayuda a mantener o mejorar nuestro estado de salud y bienestar. No existe una definición universalmente aceptada para los alimentos funcionales, ya que se trata más bien de un concepto que de un grupo de alimentos.

Aunque este tipo de alimentos puede ayudar a mejorar nuestra salud, hay que valorarlos y tomaros en su justa medida, sabiendo que resultan beneficiosos y son un buen complemento para la salud, pero que no curan ni previenen por sí solos ninguna enfermedad y que tampoco son indispensables para llevar una dieta equilibrada. Son una «ayuda» para personas que padecen ciertas alteraciones, como diabetes, colesterol, sobrepeso… y es conveniente consultar con un profesional antes de incluirlos en la dieta.

¿Qué propiedades tienen?

Podemos agrupar los alimentos funcionales en seis grupos diferenciados según su objetivo para la salud:

1) Crecimiento y desarrollo:

Alimentos en enriquecidos con hierro, yodo, ácido fólico, ácidos graso, calcio…, leches de fórmulas infantiles con nutrientes específicos, y en general alimentos para que ayuden tanto a la madre durante el embarazo como al crecimiento y desarrollo del niño.

2) Metabolismo de sustancias:

Pueden estar relacionados con el mantenimiento o la pérdida de peso, por ejemplo, productos ricos en fibra; el control de azúcar en sangre, sin azúcar; el colesterol, enriquecidos con Omega-3; o el desgaste por la actividad deportiva, como las bebidas isotónicas.

3) Antioxidantes:

Sustancias que actúan frente al efecto de los radicales libres sobre el ADN, las proteínas y los lípidos. Ayudan a reducir el riesgo de enfermedades como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.

4) Sistema cardiovascular:

Suelen ser alimentos enriquecidos en ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados (omega-3 y omega-6), antioxidantes, fitoesteroles, ciertas vitaminas del grupo B (B6, B9, B12) y fibra, ya que contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares.

5) Función del tracto gastrointestinal:

En este sentido, encontramos alimentos probióticos (yogures y otras leches fermentadas con bacterias ácido-lácticas), prebióticos (alimentos con fibra soluble como los fructo-oligosacáridos) y los enriquecidos en fibra.

6) Funciones psicológicas y conductuales:

En relación con el apetito y la sensación de saciedad, el rendimiento cognitivo, el humor y el manejo del estrés. Se engloban en esta área, entre otros, los alimentos ricos en fibra, de alto valor de saciedad; con aminoácidos específicos; sustancias excitantes del sistema nervioso, como cafeína, ginseng, etc.; o tranquilizantes, como melisa.

Un poco de historia

Aunque la idea de tomar ciertos alimentos para conseguir unos determinados beneficios es muy antigua, el concepto del alimento como fármaco no surgió hasta los años 80 en Corea del Sur, cuando las autoridades consideraron que era necesario desarrollar alimentos que mejoraran la calidad de vida cubriendo ciertas «deficiencias pandémicas» para controlar los gastos sanitarios.

Debido al éxito de estos productos se hizo necesaria una legislación consecuente que evitara la publicidad engañosa para el consumidor. En España, cuando un producto está enriquecido con algún nutriente, el etiquetado debe mostrar la información nutricional donde se puede ver la cantidad real que contiene de dicho nutriente. Además, a la publicidad no pueden atribuírsele propiedades preventivas, de tratamiento o curación de una enfermedad. La Unión Europea exige también que estos efectos estén científicamente probados.

Habla el experto

Los alimentos funcionales han creado, desde su comienzo, una gran esperanza entre los consumidores, pero tampoco han estado exentos de polémica. Todavía no hay un consenso en los estudios científicos sobre sus beneficios y existen resultados variables, que ven desde los que verifican sus efectos hasta los que critican su empleo. Para aclarar en la medida de lo posible estas dudas hemos acudido a Caridad Gimeno, médico nutricionista y responsable de la unidad de nutrición de la Clínica Quirón de Valencia.

Nuestra experta explica que este tipo de alimentos se pueden incluir en la dieta en situaciones denominadas de «estrés fisiológico», como la lactancia, la actividad física…, intolerancias alimentarias, exclusión voluntaria de ciertos alimentos que no nos gustan, ingesta inferior a la necesaria, por ejemplo, de hierro o calcio, dietas para patologías crónicas, como diabetes, obesidad, osteoporosis, enfermedades cardiovasculares…., y para la prevención de enfermedades.

«Los alimentos funcionales continúan siendo alimentos, no son píldoras y sus efectos deben producirse a las cantidades habituales de la dieta», explica Caridad. «Su consumo no debe alterar los hábitos alimentarios saludables, la dieta equilibrada y su seguridad debe estar garantizada para el conjunto de la población».

Los expertos también advierten que uno de los problemas de estos productos es que al encontrarse en una gran gama de alimentos puede darse un sobreconsumo: «El exceso de determinados nutrientes como las vitaminas puede producir toxicidad«, comenta Caridad Gimeno. Por ello, se recomienda seguir la cantidad recomendada por el fabricante para conseguir los efectos deseados.