Guía Repsol 2016

Cada año recibimos la Guía Repsol y tengo la impresión de que cada año decimos lo mismo sobre ella. Esta edición, como otras anteriores, viene con tres volúmenes: las rutas de alimentos y bebidas, muy bien diseñadas con 34 nuevos itinerarios: Los caminos del queso Manchego o las Berenjenas de Almagro son algunos, como el Pimentón de la Vera de la página 178. Todas ellas muy someras, quizá demasiado. En cuanto a la Guía de Turismo con los Mejores Restaurantes, coincidimos con el resto de los años: se referencian las ciudades o localidades, se hace una breve introducción, se referencian los restaurantes destacados, incluso algunos con soles y también los hoteles, pero sin mayores sorpresas.

Las introducciones son las de siempre, ningún descubrimiento, sin criterio definido sobre las elecciones (lo mismo tienen un sol Botín (Madrid) que está sólo recomendando, como lo tiene Al Trapo, también en la capital), y algunas zonas como Valencia parecen más activas, más reales, mientras que otras como A Coruña no te las crees, un sol ¡As Garzas! y Domus sólo recomendado… En definitiva, la Guía Repsol, un año más, nos deja ese sabor agridulce de una guía que debiera ser un referente y que no llega, no llega porque no hay inspectores profesionales, porque los miembros de las Academias de Gastronomía regionales, que se supone que son los que dan los soles o los quitan, y que no todas están operativas en cada zona, tampoco son profesionales en muchos casos, ni hay criterios uniformes sobre lo que se pide para dar un sol. Da la impresión de que en unos sitios el sol es más caro que en otros, o demasiado barato…

En definitiva, la impresión es que está hecho lo difícil… pero al final le falta solvencia y cierta credibilidad. El otro día me decía una compañera que debiéramos apoyar más a la Guía Repsol y tiene razón, lo único que pude contestarle, es que ¡ya me gustaría!