Muchos hemos visitado siempre los mercados cuando viajamos: son espacios donde se puede tomar el pulso al lugar que se visita. Algunos puestos son de personas que llevan allí toda la vida, y ofrecen un testimonio de la gente, sus costumbres y, en definitiva, su cultura. Esos mercados se han reconvertido para sobrevivir. Algunos, como el Maravillas de Madrid, ha incluido un parking gratuito si compras y servicio a domicilio, incluso con carritos de super; otros, como el de San Miguel, también en Madrid, se han reconvertido en un espacio, al principio mixto, entre puestos de venta de producto y degustación, aunque cada vez hay más de los segundos. El éxito de este mercado, similar en su concepción a otros internacionales como el de Sao Paulo, ha animado a algunos emprendedores a crear espacios similares. Así, con una filosofía parecida, se ha creado el Mercado de San Antón en Chueca, con la novedad de que se puede comprar el producto en la pescadería o carnicería, y en el restaurante de la última planta lo preparan (o lo destrozan, según se mire, y hablo por experiencia propia).
Ahora nos encontramos con Isabela, un nuevo «mercado gourmet» en Madrid. Aquí la venta de producto es mínima y casi todos los puestos están orientados a la degustación, 38 en total, todos ellos iguales, como si fueran chiscones, con un fondo de cocina y todo el personal vestido igual.
La estructura del espacio, que como ya deducirán de lo leído no es un mercado, tiene cuatro plantas. La última está sin habilitar y, al parecer, el cocinero Joaquín Felipe, actualmente chef del restaurante Europa Decó, abrirá un restaurante en ella para Junio, aunque está aún esta sin confirmar. En la segunda planta se supone que se toman los platos calientes, aunque en ella también hay puesto de sushis y helados.
En la inauguración, llena de famosillos (¿quizá amigos de Isabela?) arrasaban los puestos de marisco, cocina peruana, sushis… y, por supuesto, la cervecería con exclusiva de Mahou-San Miguel, una cerveza que muy gourmet no es, por cierto. Cazuelita de arroz St. James por 7 euros que. para ser un día de locura. no estaba mal. Viena La Baguette, una de las mejores panaderías de Madrid, también estrena puesto en Isabela con menos afluencia de público que otros, pero con unos panes y tartas excelentes: la Sacher, sublime.
Curioso resultaba también el puesto de productos derivados del ganso, normalísimos tirando a mediocres los sushis de Makitake, interesante el puesto de Riofrío con sus foies y verduras, que quizá tendrán que delimitar, porque toda la oferta esta muy especializada. La demostración de que España es croquetera la ofrece en el espacio Croquetas y Olé; las mismas se pueden degustar allí y también llevar a casa: ésta es una buena opción, aunque la croqueta que probé de queso resultaba bastante mediocre, y es que ahora a los que se dedican a hacer croquetas les ha dado por la «bisutería gastronómica», que diría Nancho Novo, término que me apropio citando la fuente. Las croquetas son blandengues, de sabores indeterminados y con la cobertura así, así… Lo que más me ha gustado de todo el mercado ha sido el puesto de helados, con los mini conos de la variedad que se desee, el de manzana exquisito, por 1,20 euros.
En la planta de abajo hay un espacio de ¿descanso? y las plantas donde hay puestos se complementan con zonas para tomar lo que se compre, así como terrazas. Lo mejor, los 250 puestos de trabajo que genera el centro, también la arquitectura exterior de Requena y Plaza. Y lo peor, la uniformidad interior.Quien crea que eso va a favorecer el consumo se equivoca: el tapeo español es diversidad, de colores, sabores y hasta sonidos, el uniforme es un espanto y los colores corporativos de los puestos otro. La esencia de lo que somos -y a este espacio vendrán muchos extranjeros- tiene mucho que ver con un cierto caos latino, una cierta imprevisión en las formas y en muchos casos en los fondos. Sin embargo en Isabela no huele a comida, no suena a comida, la comida parece virtual…
El pseudo-tendero del puesto de jamón le dice al hijo del dueño: «no saco jamón porque tu padre me ha dicho que no saque«. El chico del puesto de las hamburguesas flamblea unas chuletas más tiesas imposible; el ganso se degusta en forma de paté en unos rollitos de bizcocho… Me refugio con mi amigo Matías (magnifico fotógrafo gastronómico), en Viena La Baguette, viendo pasar una marea de gente y me pregunto si esos serán los gourmet del futuro, o si todo es un espejismo…