Julio González: «Felipe González era el presidente más gastronómo, incluso bajaba a cocinar»

Julio González ha sido cocinero de los presidentes de la Democracia y sus familias durante más de tres décadas, lo que le convierte en un espectador de excepción de las costumbres y personalidad de los mandatarios españoles y sus no siempre fáciles esposas.

Eva Celada16/06/2014

Julio González de Buitrago posa con su libro "La cocina de La Moncloa" (Fuente: Pronto)Julio González de Buitrago ha sido jefe de cocina de La Moncloa durante treinta y dos años y ha convivido con cinco presidentes del gobierno, sus esposas y sus hijos. Sus experiencias en el palacio son únicas y se cuentan por miles las anécdotas y los acontecimientos vividos en el. Se jubiló en el 2011, coincidiendo con la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa, y en el libro que ha editado: «La cocina de la Moncloa» (Espasa) cuenta sus vivencias, que no han sido pocas, en una de las épocas más interesantes e inciertas de nuestra historia reciente.

En su opinion, ¿qué diferencia hay entre cocinar para una familia normal y la familia de un presidente?

No hay muchas diferencias, lo único que cuando son comidas oficiales hay que cuidar, además del producto, los detalles: que los manteles están bien planchado, los camareros perfectos, la vajilla impecable…

Háblenos de los presidentes, ¿es verdad que Adolfo Suarez comía tan poco y sólo cenaba una tortilla francesa?

Es cierto que comía muy poco, por ello había que hacerle la comida más gustosa posible. Por las noches siempre tomaba una crema de legumbres, la tortilla francesa también la tomaba pero no todas las noches, a veces un lenguado y otras le hacíamos los garbanzos que sobraban del cocido fritos, éso le encantaba. Era un hombre de gustos sencillos…

Y Felipe González, ¿era tan amante de la comida como se cree?

Sí, disfrutaba de la buena mesa, incluso a veces bajaba a la cocina cuando le mandaban un pescado de su tierra, que era Dentón, le gustaba hacerlo a la sal, él mismo, para su familia o sus amigos. Su plato preferido era el rabo de toro.

¿Y el presidente más fácil?

Julio González con Adolfo Suárez (Fuente: La Vanguardia)Zapatero y su familia, ya que siempre estaban a dieta, las niñas también, y llevaban un régimen muy estricto a base de verduras. Desde el primer minuto dijo que no quería ni natas, ni dulces, ni fritos. Yo creo que el presidente se sometía a su rígido régimen de alimentación para no discutir, porque en una ocasión que se quedo solo nos pidió un potaje de garbanzos con gambas y el segundo día rabo de toro. Tampoco era bebedor de vino, alguna cerveza sí y por lo demás agua.

¿Alguna manía gastronómica de los presidentes?

Aznar tenía que tomar en la comida y la cena helado de café, y a Zapatero le gustaban mucho las almendras fritas, que se llevaba por todas partes.

En la portada del libro está usted con la Reina Isabel II, ¿cómo fue su visita?

Lo que más recuerdo es que me hicieron hacer unas pastas de té y me dijeron que tenia que tener canela, pero no el color de la canela, así que hice tres pruebas, y en una de ellas en vez de echar mantequilla reduje la nata y puse la canela en infusión con pasta normal y sabor a canela con un color más bonito. Es una de las pastas que más le gusto a la reina.

¿Algún presidente le ha perdido una de sus recetas?

Sí, el señor Mitterrand la receta del ajoblanco.

Con cada presidente la organización doméstica cambia, todo se adapta a la nueva primera dama, quien a veces sustituye a otra de un partido opuesto y, como suele suceder, quiere evitar todo lo anterior, incluso aquellas cosas que sí funcionan…

¿Usted también viajaba con los presidentes cuando se iban de vacaciones? ¿Cómo eran esas salidas?

Portada de "La cocina de la Moncloa"Hubo de todo… Con los Aznar nos íbamos a Baqueira, donde ellos estaban en una casa y nosotros en otra. Recuerdo que la Señora Botella nos pidió unas navidades unas servilletas con motivos navideños. Hacía veinte grados bajo cero y no las encontrábamos, era un caos. También fuimos con Felipe Gonzalez en unas vacaciones, fui un par de días y en una cena informal le hice una crema de verduras y unos medallones de merluza; estaba invitado el señor Mitterrand y vino Felipe González con el médico del presidente francés a felicitarme. Durante tres días comieron esa crema, de lo que les gustaba.

Con cada presidente la organización doméstica cambia, todo se adapta a la nueva primera dama, que es quien se ocupa de los asuntos de la Casa, también de la compra a proveedores, que en principio se hacia en diferentes establecimientos y finalmente en Merca-Madrid. A veces una primera dama, que sustituye a otra de un partido opuesto, como suele suceder, quiere evitar todo lo anterior, incluso aquellas cosas que sí funcionan, como sucedió con Ana Botella y su antecesora Carmen Romero, cambiando la coordinación entre Zarzuela y Moncloa, lo que dio pié, según cuenta en su libro Julio Gonzalez, a varios problemas, aunque Botella nunca dió marcha atrás.