Acaba de cumplir un año y Kuc place to be comienza una nueva etapa con Cristina Ybarra al frente de este restaurante que en sus primeros meses ya obtuvo mención de honor como restaurante revelación en los premios de la revista Metrópoli. En este recién estrenado otoño, Cristina sigue dirigiendo la sala y consolida su propuesta gastronómica incorporando nuevas recetas. La sala es pequeña por lo que la propietaria puede atender a los clientes.
En nuestra visita probamos los platos de la carta, comenzando con las Croquetas de jamón ibérico y carrillera, con buena cobertura y cremosidad. El Tataki de atún con ajoblanco y aceituna negra (17 euros, 9,50 la media ración), tiene una buena presentación pero el conjunto no es equilibrado. Correctos los Mejillones al curry, aunque la salsa toma todo el protagonismo y el Roastbeef con crujiente de parmesano y vinagreta de encurtidos (16 euros la ración completa y 9,50 euros la media), esta cocinado en su punto y tiene sabor, pero el parmesano y la vinagreta lo descompensan. El Steak tartar clásico (19 euros/ 11 euros), se elabora con buena carne de ternera aunque no se adereza en la sala. El salmón 40º crujiente con ceviche de ciruela (19 euros/9 euros) esta muy bien tratado, perfecto de cocción y con una guarnición que lo equilibra. Nos gustan menos los postres con un Milhojas de hojaldre y una Textura de chocolate que tienen varios defectos técnicos, este último con un bizcocho demasiado duro. Ambos tienen un precio de 6 euros.

Tanto en sus mesas altas como en su comedor se puede degustar esta carta y además, sugerencias fuera de ella, un menú diario por 16 euros (de martes a viernes) y un medio menú de 9 euros. El día que fuimos, uno de los platos eran Lentejas. En su carta de vinos también hay nuevas propuestas, manteniendo la filosofía de pequeños productores y vinos singulares. Los vinos por copas oscilan entre los 3,50 y 4,50 € champagnes desde 8,50€ y generosos desde 5€.
Su decoración está protagonizada por el negro, dorado y blanco roto, con terciopelos y elementos decorativos como los espejos antiguos heredados de la familia de Cristina; el resultado es un restaurante sencillo, que sin apenas adornos está lleno de personalidad donde además se puede tomar un café a la hora del desayuno, picar algo entre horas, tomar una copa o un cóctel después de trabajar y, por supuesto, comer y cenar.

En definitiva la cocina del chef Oscar Rodríguez lo podría tener todo, pero le falta ajuste, también en la sala. Los platos tienen demasiados elementos discordantes que los desequilibran, y los clásicos carecen de detalles que los eleven a excelentes, como el caso del Steak Tartar que se presenta con patatas chips o los postres, donde debiera haber sabor a manzana no lo hay. El servicio de sala dirigido y protagonizado por una sola persona que entra en cocina y deja a los comensales mirándose unos a otros, al igual que el trato que les dispensa, tampoco es correcto.
Calle Santo Tomé, 6. Madrid Teléfono: 912 108 709