La crisis sanitaria, en la que estamos inmersos, no ha hecho más que fortalecer los argumentos que evidencian el dañino impacto que nuestra sociedad origina sobre el medio ambiente y, por consiguiente, en el planeta. Un frágil equilibrio que, desde hace varias décadas, está profundamente descompensado. Y eso siendo muy optimistas.
Gran parte de este desequilibrio es consecuencia de nuestros hábitos de consumo y alimentación. Nuestra dieta afecta de tal manera en la Tierra y en sus recursos que, lejos ya de ser un mero problema, nos sitúa ante una emergencia climática. Según datos de la FAO, el organismo de la ONU para la agricultura y la alimentación, se estima que en 2050 la población mundial aumentará hasta los 9.700 millones y la demanda de carne se elevaría en un 70% para poder alimentar a tantos millones de bocas. Un crecimiento exponencial de difícil encaje en un sector, el de la ganadería, responsable del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 25% del consumo de agua y tierra de todo el planeta. Para hacernos una idea, solamente para conseguir 1 kilo de carne de ternera son necesarios la friolera de 15.000 litros de agua y cerca de 2.400 litros para producir una sola hamburguesa, unas alarmantes cifras para un recurso cada vez más escaso. Estos son solo algunos de los motivos por los que urge buscar alternativas más sostenibles y amigables para nuestro mundo.
El futuro ya está aquí

Hace tan solo unos años la producción de carne en laboratorios nos habría parecido ciencia-ficción, hoy en día es una palpable realidad en la que trabajan unas pocas compañías en todo el mundo.
Una apremiante carrera en la que participa la española Biotech Foods, una empresa vasca inmersa en el desarrollo y producción, de lo que algunos definen como carne ética, desde 2017. “Nuestra visión es que la carne cultivada sea una fuente de proteína animal para todo el planeta y las generaciones futuras, en condiciones seguras y respetuosas con el mundo animal y el medio ambiente”, explican.
¿Cómo se elabora?
El proceso consiste en generar proteína animal a partir de una muestra celular obtenida, mediante biopsia, de ave, cerdo, vaca o pez sin necesidad de dañarle o sacrificarle. Al tejido muscular extraído se le proporcionan nutrientes naturales (aminoácidos y vitaminas) en un ambiente y atmósfera controlados a una temperatura de 37°. Tras varias semanas, donde las células proliferan en unos biorreactores, se obtiene una “masa muscular” de alto contenido proteico, libre de grasa así como de hormonas y antibióticos. Este exhaustivo método permite una producción que consume menos recursos: un 99% menos de tierra, 75% menos agua y emite un 90% menos de gases de efecto invernadero que con el método de cría intensiva y elaboración industrial. Estamos pues antes un “sistema de producción de carne mucho más eficiente y sostenible en todos los sentidos”, apuntan desde Biotech Foods.

Aunque conviene tener en cuenta que esta masa obtenida no es aún apta para el consumo, de eso se ocuparán las industrias de procesado de carnes. Por lo tanto, antes de llegar al consumidor final, deberá pasar por una transformación. “Uno de los formatos clásicos en los que la carne cultivada llegará al mercado será la hamburguesa, producto sobradamente conocido por los consumidores y que no está en ningún caso clasificado como ‘ultraprocesado’”, aseguran.
Una solución y algunas incógnitas
La solución a la sobreexplotación de los recursos naturales pasará por la comercialización a gran escala de estas carnes de laboratorio. Un alivio evidente que, sin embargo, no resuelve todos los problemas y que plantea además numerosas preguntas. Una de las cuestiones más acuciantes es que el consumo de carne sigue siendo elevadísimo, pese a las recomendaciones de los expertos sanitarios. Aunque la ingesta de carnes rojas ha disminuido a nivel global, los españoles somos el segundo país europeo que más carne consume a diario (257 gr por persona, según Greenpeace), muy por encima de la cantidad recomendada por la FAO, que establece un máximo de 20 gr. La carne de laboratorio llenará las despensas pero también seguirá alimentando una larga lista de dolencias y enfermedades derivadas de su excesivo consumo.
La urgencia de un nuevo modelo alimentario para hacer frente a la demanda está fuera de toda discusión. Y no menos importante que sea un modelo respetuoso y sostenible. ¿Será la carne de laboratorio el “Santo Grial” que pondrá en jaque los argumentos éticos y de salud que veganos y vegetarianos aducen para no consumirla? Y, ¿qué impacto económico supondrá en el sector agropecuario la comercialización de estos productos? Numerosos interrogantes planean sobre la que promete ser la próxima revolución alimentaria. El debate se sirve a gusto del consumidor.