
Cada vez es más común encontrar cervezas artesanales envasadas en lata, y muchos de vosotros os preguntáis el por qué. Existe gente con prejuicios hacia este formato, hasta el punto de pensar que si es lata es una mala cerveza (reminiscencias de las cervezas en lata de las marcas blancas de los supermercados o recuerdos de la niñez de los sabores metálicos). Lo cierto es que las latas de aluminio han ido evolucionando hasta tal punto que, prácticamente hoy en día, son todo ventajas. Aquí os las descubrimos de una forma objetiva.
Lo primero que hay que saber es que las latas actualmente tienen una capa transparente oculta en su interior, una fina lámina flexible de polímero plástico que protege la cerveza del aluminio para evitar que absorba olores y sabores no deseados, por lo que es imposible que las latas proporcionen sabor metálico a la cerveza. Claro está que si se bebe una lata a morro, nada de lo explicado anteriormente tiene sentido.
Dicho ésto, nos centramos ahora en los dos enemigos más importantes de la buena conservación de la cerveza: la luz y el oxígeno. En ambos casos gana el formato lata frente a la botella.
La opacidad de la lata bloquea la entrada de la luz, no así el vidrio que, aunque evita con sus colores oscuros el paso de los rayos ultravioleta, no llega a bloquearlos totalmente.

El cierre hermético de la lata bloquea la entrada de oxígeno, algo que no pasa con el vidrio, ya que en el cuello de la botella siempre queda aire y por la chapa de la botella también se puede introducir, debido a que no cierra herméticamente.
No se debe olvidar que la cerveza industrial se pasteuriza y lleva antioxidantes, y que la cerveza artesana, por ser mucho más natural, está menos «protegida» y es más propensa a verse afectada por estos factores. Además, las cervezas llamadas a ser consumidas lo más frescas posibles, es decir, aquellas en las que el predominio del lúpulo les confiere unos sabores y aromas que poco a poco se van perdiendo con el tiempo, son las más beneficiadas en el formato lata. Tan sólo aquellas cervezas de guarda de alta graduación alcohólica en las que se busca premeditadamente su envejecimiento en botella pueden verse favorecidas por una micro-oxigenación que, con el paso del tiempo y a temperaturas adecuadas, mejoran sus propiedades organolépticas.
Otras ventajas para el consumidor final son su menor peso, su mayor facilidad de almacenaje y que enfrían antes que los botellines, conservando la misma temperatura por más tiempo.
Si todo lo descrito anteriormente todavía no te ha convencido y sigues pensado que lo tuyo no es la lata, te animo a que hagas la siguiente prueba práctica (yo mismo la hice en su día): Dispón de una cerveza de corte lupulado de un mismo lote en formato botella y en formato lata (a poder ser compradas en el mismo lugar, para que no haya diferencias de acondicionamiento) y sírvelas en dos vasos idénticos y a la misma temperatura. Pruébalos sin saber a qué formato corresponde cada vaso y verás como tus propios sentidos de olfato y gusto se quedarán con la mejor opción .