Recuerden este nombre: Ramón Piñeiro Urbano. Se trata del chef de uno de los restaurantes más recomendables de Logroño, ciudad que fuera declarada en 2012 capital española de la gastronomía. Con menos de un año de vida, inaugurado en julio del pasado año, ha sabido abrirse camino en este difícil mundo de la restauración en una de las ciudades que argumenta, con avalados criterios, contar con una indiscutible cultura gastronómica. Es el ejemplo más palpable de que las aspiraciones de un grupo de personas y los deseos de llevar a buen puerto este barco vencen, con tesón, buen trato, profesionalidad, calidad en la materia prima y estilo propio, cuantas tempestades y vientos puedan azotar en estos tiempos de crisis.
El restaurante fue bautizado como «La cocina de Ramón» y está situado en el número 30 de la céntrica calle Portales, en el casco histórico. Inmejorable ubicación. Fue a mediados de enero cuando tuve la suerte de conocer estas «obras de arte efímero» de Ramón. Antes pudimos conversar unos momentos en los que me contó la filosofía de esta apasionante aventura empresarial: ir variando la carta con bastante periodicidad, productos de altísima calidad y primar lo autóctono son las semillas plantadas en este restaurante que va poco a poco dando sus frutos.
Nombre: La Cocina de Ramón
Dirección: Calle Portales, nº 30 (Logroño) 26001
Teléfono: 941 289 808
Página Web: http://www.lacocinaderamon.es
Tipo de cocina: Platos clásicos con un toque especial del chef
Entorno: El local es coqueto, agradable, con claro predominio del color blanco, buena luminosidad y una razonable separación entre mesas que permite la lógica intimidad que exige el comensal.
Ambiente: Abierto a todo tipo de posibilidades: parejas, familiar, ejecutivos, reuniones…
Aparcacoches: No
Precio:Muy buena relación calidad/precio
Fecha visita: Cena, día 10 de enero de 2013
Cocina:
Me agrada escribir, pues no es tónica muy generalizada en lo últimos años, que estamos en un local donde logran conjugar, en temas de mesa y mantel, lo moderno y lo tradicional con el más evidente de los argumentos: la realidad. Descubrimos, junto a las naturales elaboraciones «aliñadas» con el singular toque de su chef, los clásicos y siempre apreciados «platos de cuchara».
Dicen que obras son amores y no buenas razones. Pues bien, en este caso las «obras de cuchara» tienen nombre propio: Caparrones de Matute, patatas a la Riojana o alubias con chorizo. Me cuenta Ramón que, a pesar del poco tiempo transcurrido desde su inauguración, está francamente contento con la aceptación recibida en la ciudad. No es para menos cuando se conocen estos fogones.
Empezamos, para abrir boca, con unas fantásticas Croquetas de jamón como preludio del siguiente plato: Níscalos guisados con crema de calabaza y foie gras asado. Qué os puedo comentar, como suele decirse… ¡placer de dioses!
Continuamos con un Yogur de queso y aceite, acompañado de tomate y trufa, una emulsión de queso de Cameros con aceite de oliva, para seguir con lo que la carta denomina Huevo a 65 grados con trufa sobre una cama de patatas. A cuál mejor y digno ejemplo de la filosofía que se quiere imprimir a este restaurante. Chuletitas de cordero lechal, Salteado de verduras de la zona con piñones y almendras laminadas, Bacalao laminado al pil pil, Paletilla de cordero lechal asada y Patitas de cabrito guisadas a la riojana son otras posibilidades a elegir en la carta.
Los postres no están a la zaga del resto de la carta. Probé una extraordinaria Manzana asada con espuma de tofe. Muy recomendable. La carta ofrece también otras golosas propuestas. Menciono algunas: Torrija tostada con natillas y helado, Mousse de yogur con frutos rojos y Hojaldre a la plancha con chocolate y tofe.
Por cierto, se me olvidaba mencionarlo. Se «regó» esta comida con un soberbio Azpilicueta crianza 2009. Sin duda en Fuenmayor, en temas de caldos, saben lo que se hacen.
Calificación:
Ha sido una bonita experiencia comer en «la cocina de Ramón», avalado todo ello con otro infalible argumento: una muy buena relación calidad-precio. Creo sinceramente que, cuando regrese a estas tierras riojanas, volveré a visitarles.